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Doña Rosario, la mejor maestra de primaria

Lucía Vargas C.CORRESPONSAL/CARAZO [email protected] Los recuerdos la trasladan a 45 años atrás cuando se inicia en un ranchito pajizo de la zona rural de Carazo como maestra empírica. La Pita, La Vainilla, El Pedernal y Güisquiliapa son comunidades que forman parte de su vida magisterial en los primeros 25 años de carrera, asegura doña Rosario […]

Lucía Vargas C.CORRESPONSAL/CARAZO [email protected]

Los recuerdos la trasladan a 45 años atrás cuando se inicia en un ranchito pajizo de la zona rural de Carazo como maestra empírica. La Pita, La Vainilla, El Pedernal y Güisquiliapa son comunidades que forman parte de su vida magisterial en los primeros 25 años de carrera, asegura doña Rosario Aburto, quien tímidamente deja entrever el orgullo que la embarga por haber dedicado toda su vida a la enseñanza.

Rosario Aburto fue escogida como la Mejor Maestra de Primaria del País del 2001, y también fue nombrada la Mejor Maestra de Primaria del Departamento. Imparte clases en el quinto grado de la Escuela Modelo Anexa Profesor Elías Serrano de Jinotepe, desde 1981.

En 1966 se promociona como maestra de educación primaria y egresa de la Escuela Normal Franklin Delano Roosevelt. Señala que actualmente gana 750 córdobas como básico, pero por sus años de servicio logra acumular 1,200 mensuales.

“Los maestros de antes hacíamos cursos de Organización y Financiamiento de Escuelas Unitarias Completas, y nos preparaban en agricultura, salud y educación para que apoyáramos a las familias campesinas”, dice.

Señaló que la mayor satisfacción de un maestro es formar hombres integrales y con valores.

RICA EXPERIENCIA

Doña Rosario asegura que sólo le queda en su corazón la rica experiencia que acumuló día a día frente a miles de niños que pasaron por sus manos y ahora muchos son hombres y mujeres profesionales.

Cuenta que la carencia de maestros en el área rural fue lo que la llevó a dar clases a los niños del campo hace 45 años, y señala que lo que aquellas generaciones tienen en común con las actuales es que había ausentismo de los niños cuando se avecinaban las cosechas de maíz y frijoles; expresa que había abundancia en el campo.

De aquellos tiempos la embargan buenos recuerdos, como el hecho de trasladarse a lomo de mula los fines de semana hasta la ciudad y luego regresar a la comunidad para seguir su labor cotidiana, la que se tornaba familiar, con sabor a elotes cocidos y güirilas que sus alumnos le llevaban, después de las primeras milpas.  

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