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Ni 20 personas formando círculo alrededor de este inmenso árbol, hubiesen podido abrazarlo. Su edad era calculada en aproximadamente 100 años, hasta que por fin sucumbió.

Eutanasia a viejo chilamate

Con esta inevitable muerte, las autoridades locales inician plan de remodelaciones en el histórico parque Los Monos de Matagalpa el que próximamente tendrá un nuevo rostro Juan Carlos Sarmiento/[email protected] MATAGALPA.- No había otra: al longevo chilamate había que practicarle la eutanasia, pues un prolongado descuido de años y su gran tamaño fue aprovechado por los […]

  • Con esta inevitable muerte, las autoridades locales inician plan de remodelaciones en el histórico parque Los Monos de Matagalpa el que próximamente tendrá un nuevo rostro

Juan Carlos Sarmiento/[email protected]

MATAGALPA.- No había otra: al longevo chilamate había que practicarle la eutanasia, pues un prolongado descuido de años y su gran tamaño fue aprovechado por los fuertes vientos que prácticamente le provocaron una enorme herida vertical que alcanzó hasta su tronco; las enfermedades propias de los vegetales también hicieron su parte, ya que cobraron la vida de otro árbol de la misma especie y de un roble más joven. El guerrero no se fue solo.

Mucha gente protestó y más de alguno mostró su inconformidad con gritos, sin comprender que ya el gigante estaba muerto en vida junto a sus dos compañeros. Las motosierras comenzaron a cumplir con su misión el pasado jueves y hubo personas que se abalanzaron para aprovechar como leña las ramas caídas.

“Representaban un serio peligro que podía provocar la muerte de muchas personas en cualquier momento a causa de la falta de atención y abandono a que estuvieron sometidos por largos años. El mayor de los chilamates estaba partido, el menor y el roble fueron atacados por una enfermedad y ya no se podía hacer nada por ellos”, justificó el ingeniero Julio Canales, Director de Servicios Municipales de la Alcaldía.

Fueron parte de la historia y por lo menos presenciaron el paso de miles de matagalpinos que durante más de 50 años también descansaron bajo sus sombras. En el pequeño entorno, formaron parte del popular Parque de los Monos al que los gobiernos locales de turno le dieron forma: animalitos silvestres, grama, los árboles que ya custodiaban como guardianes al Río Grande de Matagalpa, los monolitos, los cañones españoles, las aplanadoras de leña y diesel, todo, todo lo que quedó aterrado por el inclemente huracán Mitch.

Ahora será difícil recuperar aquellos tiempos, cuando los matagalpinos utilizaban el Parque de los Monos como uno de los puntos principales para hacer entre familias lo que en otros lados llaman picnic y que aquí simplemente se les decía paseos, en los que se armaban comilonas de frutas puestas sobre un gran mantel.

En realidad, el parque estaba abandonado y por mucho tiempo se convirtió en antro de delincuentes, por donde nadie podía transitar de noche ni de día. Los antisociales aprovechaban la falta de vigilancia y luminarias para asaltar a los transeúntes, sin importarles que fueran niños, mujeres o ancianos.

Para poder darle otra cara, la Alcaldía ya está metiendo manos a una remodelación que tendrá un costo de 320 mil córdobas y que posiblemente finalice en el mes de diciembre.

Dos cuadrillas de 16 trabajadores, un camión y un tractor se están encargando de la remodelación que comprenderá el enmallado de todo el parque, reparación de andenes y bancas, piletas, juegos para los niños, nuevo engramado para las áreas verdes, ornato, jaulas, luminaria y cercas internas.

También se mejorará la nueva calle que bordea el parque y que comunica con el puente colgante, por donde las personas podrán comunicarse entre los barrios Totolate, Pancasán, Liberación, Santa Teresita y Guanuca.

Sin duda, el Parque de los Monos tendrá un nuevo rostro y será a otras generaciones las que les tocará recordar y, claro, preservar si el interés por lo verde es mantenido en primer plano por los matagalpinos.

LUGAR DE “PICNIC” DE MATAGALPINOS

A los matagalpinos ahora sólo el recuerdo les queda del lugar que a muchas generaciones les sirvió como uno de los principales puntos donde las familias realizaban, lo que en otras partes llaman picnic, pero que aquí simplemente se les decía paseos, en los que se armaban comilonas de frutas puestas sobre un gran mantel.  

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