A quien me ha heredado los tesoros más nobles que pueda tener el ser humano:
Amor y honestidad.
A quien sin escatimar esfuerzo alguno ha sacrificado su vida entera para brindarme sus cuidados y mimos.
A quien he admirado por su abnegación y valor.
A quien he visto llorar cuando algo me aqueja.
A quien eleva su oración diaria al Señor para que me bendiga y proteja siempre.
A quien se desprende de todo para brindármelo sin reparo alguno.
A quien le debo la expresión más grande de la creación… ¡La vida!
A quien siempre con una sonrisa pese a mi abandono me dice…
¡Hija querida!
Hoy en este hermoso día te digo: ¡Bendita seas por siempre, madre adorada!
Ileana Arróliga Gómez