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Mujeres productoras: factor de cambio

Adolfo Olivas O. – [email protected] Estelí.- Las mujeres cooperativizadas de Las Segovias constituyen ahora un factor de cambio real en las comunidades y su incorporación a las tareas productivas va más allá de la generación de ingresos para sus hogares. Sus vidas están marcadas por la pobreza, marginación y subordinación, pero sus testimonios enfatizan en […]

Adolfo Olivas O. – [email protected]

Estelí.- Las mujeres cooperativizadas de Las Segovias constituyen ahora un factor de cambio real en las comunidades y su incorporación a las tareas productivas va más allá de la generación de ingresos para sus hogares.

Sus vidas están marcadas por la pobreza, marginación y subordinación, pero sus testimonios enfatizan en la capacidad de cambio, su tenacidad, valor y perseverancia, independencia y autonomía.

Julia Sánchez

“En la actualidad pertenecemos a la cooperativa “Las Gaviotas”. Decidimos ponerle así porque hace algún tiempo se presentó una telenovela de una mujer valiente que se llamaba “La Gaviota” y su historia se parecía a la nuestra porque la heroína recolectaba café y después de mucho sufrir y luchar llegó a mejorar su vida. Al igual que nosotras ella luchó por un futuro mejor”.

Irma López

“Anteriormente vivíamos oprimidas y sometidas a la voluntad del marido, todo lo que a él le gustaba, yo lo hacía. Antes no podía decir: voy a tal parte, sin pedirle permiso. Si quería comprar algo tenía que pedírselo”.

“Ahora he cambiado, conozco mis derechos y mi marido me respeta. La Fundación Entre Mujeres nos enseña que valemos y nos está sacando de la miseria. Me siento bien animada, con la moral en alto, no pienso volver al pasado”.

“Ha sido de mucha importancia integrarme a esta cooperativa porque, antes yo decía: dame para comprar esto, lo otro y todo le pedía a mi marido y ahora me siento independizada. A uno le dan ganas de comprar sus cosas, si mira un par de zapatos bonitos, ya dice uno: dame para comprar esos zapatos que me gustan, el hombre es machista y dice “no tengo”, entonces uno se siente con “la cola entre las piernas”.

“Ahora no pido nada, si me quiero poner un par de zapatos me los pongo, gasto en mis necesidades, pero para comprar las cosas de la casa es mi marido él que tiene que ver en eso, el proyecto me ha ayudado a independizarme”.

Daysi Sánchez

“Mi vida ahora ha cambiado. No es ni comparado con lo que hacía antes; nosotras trabajamos todo el día y nadie nos grita ni maltrata como en la finca de los patrones, aquí trabajamos con más responsabilidad porque no es trabajo ajeno sino propio”.

“En las fincas de los patrones nos sacaban bien tarde del trabajo, el salario era muy poco, solamente de vez en cuando nos daban trabajos, pero eran mejor pagados los hombres”.

“En nuestra finca hemos demostrado que somos capaces de hacer todos los trabajos hasta los más difíciles, y la gente decía que no lo podríamos hacer, pero demostramos que tenemos capacidad”.

Imelda Vargas

“Estamos luchando para que nuestros hijos no aguanten hambre, antes carecían de alimentos y se iban a clases sin comer. Para sobrevivir los vecinos nos regalaban plátanos maduros y así pasábamos comiendo un tiempo y otro no. Ahora tenemos salario, trabajo permanente y en la finca hay suficientes plátanos y malangas para todos”.  

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