Las actividades económicas de Nicaragua arrancaron el año con signos de desaceleración. La mayoría de las actividades crecieron menos que en enero del 2023, según nuevos datos del Banco Central de Nicaragua (BCN), mientras el Banco Mundial pronostica tres años consecutivos de desaceleración hasta el 2026.
El Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE) en enero se expandió 3.4 por ciento, menos que el 4 por ciento reflejado en igual mes del año pasado. No obstante, la variación promedio de los últimos 12 meses se mantuvo en 4.5 por ciento, bastante mejor que el 3.6 por ciento observado en enero del 2023.
El comportamiento solo en enero, de 3.4 por ciento está por debajo del 5 por ciento observado en diciembre pasado.
De hecho, uno de los sectores que exhibió una fuerte desaceleración en su actividad fue hoteles y restaurantes con una tasa de expansión de 12.4 por ciento, lejos del 28.7 por ciento que se observó en enero del año pasado. El promedio anual fue de 21.4 por ciento, inferior al 29.3 por ciento observado en 2023 en similar lapso.
El comercio se ubicó detrás de las actividades vinculadas al turismo, con una expansión de 11.3 por ciento, más que el 6.5 por ciento en igual periodo del año pasado. El promedio anual fue de 7.6 por ciento, bastante similar que en el 2023 (6.9 por ciento). Este sector compensó en parte la desaceleración de hoteles y restaurantes.
La construcción arrancó el año con un crecimiento de 10.5 por ciento, más lento que en diciembre pasado, pero con mayor crecimiento comparado con la caída de 1.8 por ciento del año pasado. Su promedio anual se situó en 9.1 por ciento, mejor que la contracción de 11.9 por ciento vista en el 2023.
El Banco Central atribuye su comportamiento a una “mayor producción de materiales empleados en la construcción, entre los cuales se encuentran: piedra cantera, acero, adoquines, piedra triturada y bloques”.
Entre las actividades líderes en el crecimiento en enero está el sector pecuario, con un repunte de 6.3 por ciento, mejor que el 2.3 por ciento reflejado en enero del año pasado. Su promedio anual este año es de 1.8 por ciento, transitando así desde el terreno negativo el año pasado (-0.4 por ciento).
Solo en enero, el sector pecuario reportó un “aumento en la matanza vacuna, porcina y avícola, así como a la mayor producción de leche”.
También hubo crecimiento en agua y energía (5.6 por ciento); explotación de minas y canteras, 3.6 por ciento, y transporte y comunicaciones, 3.4 por ciento, entre otras.
La actividad industrial, que es clave en la construcción del indicador general, apenas se expandió en enero 0.2 por ciento, debido a la mayor producción de carnes y pescados, bebidas, derivados de petróleo, producción no metálica, entre otros. Por su parte, se observó disminución en la producción de textiles, arneses, puros y lácteos, entre otros productos, según el reporte del BCN.
El IMAE se está viendo lastrado principalmente por las fuertes contracciones en actividades con significativos pesos en la economía: pesca y acuicultura, con una reducción de 21.3 por ciento en enero y agricultura con una caída de 7.3 por ciento.
Detrás de la caída de la pesca y acuicultura hay una menor producción de camarón de granja; así como por menor captura de escamas, camarón marino y otros productos de la pesca, tales como pepino de mar y pulpo.
Y en el caso de la agricultura, el BCN dice que su caída se debe a menores labores culturales y producción en granos básico (frijol, maíz, arroz), así como en café, ajonjolí, sorgo, maní, entre otros.
Por su parte, la actividad financiera mostró un crecimiento de 2.6 por ciento, debido a mayores entregas de créditos y captación de depósitos, particularmente depósitos a la vista y ahorros.
Lo que dice el BM
En tanto, el Banco Mundial (BM) pronosticó para Nicaragua tres años de bajo crecimiento económico, luego de una expansión de 4.3 por ciento el año pasado. En una actualización de sus pronósticos, en el marco de sus reuniones de primavera en conjunto con el Fondo Monetario Internacional (FMI), estimó que el PIB nicaragüense crecerá este año 3.7 por ciento y luego en los próximos dos años se mantendrá en 3.5 por ciento.
No obstante, la tasa pronosticada para Nicaragua este año estará por encima del 1.6 por ciento en América Latina y el Caribe. “Se espera un crecimiento del PIB de 2.7 y 2.6 para 2025 y 2026. Estas son las tasas más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad. Muchos hogares se encuentran bajo presión debido a que las transferencias sociales están disminuyendo y los salarios aún no se han recuperado a los niveles de prepandemia”, indicó el organismo en su reporte “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?”
Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, dijo: “El bajo nivel de crecimiento, de manera sostenida, no es solo una estadística económica sino una barrera para el desarrollo. Se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos, y mayor pobreza y desigualdad. Cuando las economías se estancan, el potencial de su gente se ve limitado. Debemos actuar con decisión para ayudar a América Latina y el Caribe a romper con este ciclo”.
Por su parte, William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, expresó: “A medida que retrocede el impacto de la pandemia, las tasas de crecimiento de la región vuelven a los niveles de la década de 2010. Esto muestra que la región no ha abordado los problemas persistentes que bloquean su potencial, incluidos los bajos niveles de educación, infraestructura deficiente y altos costos de inversión, que también alimentan el descontento social”.
Entre los riesgos mundiales que se ciernen sobre Nicaragua y la región figuran las tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del Canal de Suez y el fenómeno del Niño, lo que podría perjudicar aún más las perspectivas regionales.
Entre las acciones que requieren tomar los gobiernos para acelerar el crecimiento, el organismo bancario menciona: fortalecer las agencias de competencia, incluido garantizar su independencia y hacer cumplir su capacidad para hacer cumplir las regulaciones antimonopolio y a favor de la competencia, especialmente para las empresas más grandes.
También apoyar las políticas de innovación y potenciar la capacidad dirigencial, es decir mejorar los conocimientos de gestión ayudará a las empresas a responder a los mercados, identificar nuevas oportunidades, desarrollar planes de negocios y estimular a los trabajadores.
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