Así como ocurrió la excarcelación y destierro de los 222 presos políticos, en cualquier momento se podría abrir la oportunidad para un proceso de democratización en Nicaragua, afirma Alexandro Álvarez, exintegrante del Mecanismo de Seguimiento para Nicaragua (Meseni), de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
“El vuelo hacia los Estados Unidos ocurrió de un momento a otro, nos tomó a todos por sorpresa, todos nos movimos rápido para documentar, pero era algo que no estaba anunciado y que ningún análisis podía preveer como inminente”, explica el experto en entrevista con LA PRENSA.
Alexandro Álvarez recibió este fin de semana en Miami dos reconocimientos por su trayectoria profesional, uno entregado por la Sociedad Internacional de Derechos Humanos (ISHR) y la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH). La ISHR fue la primera organización que nominó al Premio Nobel de la Paz a los obispos nicaragüenses Rolando Álvarez y Silvio Báez.
Álvarez recuerda que cuando iniciaron las detenciones de importantes figuras políticas en Nicaragua todo mundo pensó que las privaciones de libertad serían efímeras para luego forzar a un proceso de intercambio pero no ocurrió así.
“Ya la gente había dicho que esto iba a ser persécula y resulta que de un momento a otro se produjo la liberación. Bueno, hay que estar atentos a eso pensando en el futuro mediano y perseverando en la lucha por la democratización porque, insisto, la historia nos muestra que los procesos transicionales ocurren”, expuso el abogado chileno.
Régimen insostenible en el tiempo
Álvarez, quien fue testigo presencial de la represión en Nicaragua durante el 2018, reconoce que a veces la desesperanza puede invadir la mente y el ambiente porque no se ve una luz al final del camino, pero indica que esos régimenes autoritarios tienen caducidad en la historia.
“En un contexto como en el siglo XXI, las sociedades tienden hacia la democratización y hacia la distribución más equitativa del poder, de modo que una concentración del poder tan intensa como la que ocurre en Nicaragua no es sostenible en el tiempo, eso uno lo puede decir”, apunta.
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Aclara que cada situación tiene características propias, por eso no se podría comparar la crisis de Nicaragua con otros procesos que han ocurrido en el continente o en el mundo. “Probablemente la única afirmación que uno puede hacer es que va a haber proceso transicional, que estos niveles de concentración de poder no aguantan, no son viables en el tiempo y por lo tanto insisto hay que estar preparados para ese momento”, indica.