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La historia del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE), está llena de altibajos, pero desde su fundación en 1964, ha logrado superar las crisis, sobre todo financieras, que se le han presentado a sus directivos.
Actualmente vive otra crisis generada por la dictadura de Daniel Ortega, después que el pasado lunes 25 de septiembre cancelara la personería jurídica de este Instituto en el cual han estudiado algunos de sus funcionarios como el ministro de hacienda Iván Acosta, o el diputado Wilfredo Navarro.
Al amanecer de ese mismo lunes, la Policía se tomó la sede del INCAE, ubicada en el kilómetro 15 y medio de la carretera sur. La dictadura le confiscó al INCAE un total de 40 manzanas de terreno, que incluyen cinco manzanas de edificios administrativos, aulas y residencias para estudiantes y sus familias. En estas instalaciones se llevó a cabo la Mesa de Negociación entre la dictadura de Ortega y la Alianza Cívica en 2019.

El INCAE es una de las escuelas de negocios más prestigiosas del mundo. “No me sorprendería si hablaran con USAID y les dijeran que consideran a INCAE como su esfuerzo más exitoso en América Latina durante los últimos cincuenta años”, dice el catedrático George Cabot en el documental Proyecto INCAE.
Ni siquiera en los años ochenta, durante el primer régimen sandinista, fue cerrada o confiscada. Su actual rector, Enrique Bolaños Abaunza dijo a la cadena CNN que “INCAE va a salir delante de esto”.
En el documental Proyecto INCAE, publicado en 2015, el empresario nicaragüense Carlos Pellas resalta que “INCAE ha sido un instrumento para el diálogo entre el sector privado, los gobiernos y los sindicatos. Cuando Ortega llegó al poder muchas personas decían: ¡Ay Dios! Volveremos a los ochenta. Confiscaciones, devaluaciones. Se va a volver un infierno, pero no. INCAE jugó un papel importante. Capacitó a muchas personas del gobierno de Ortega. Les enseñó sobre economía, sobre desarrollo y cómo los negocios son parte de eso. No se puede tener desarrollo sin un clima de negocios saludable”.
Harvard y Kennedy
Para 1963, el entonces presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy asistió a una cumbre con los presidentes de Centroamérica en Costa Rica en la cual coincidieron en la necesidad de formar a gerentes que fueran capaces de liderar, tanto en el sector público como privado, y potenciar la integración de la región.
George Cabot Lodge cuenta en el documental Proyecto INCAE, que en ese entonces él trabajaba en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard y el decano, George Baker le dijo un día que le gustaría llevar el conocimiento que se impartía en esa casa de estudios para ayudar al desarrollo en otros lugares del mundo.
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Cabot comentó esto con su amigo Walt Rostau, quien trabajaba en el Departamento de Estado bajo la administración de Kennedy, y este le comentó sobre las intenciones del presidente norteamericano en Centroamérica, de manera que Cabot decidió junto a Lodge explorar posibilidades en la región
El 10 de abril de 1963, el mismo Kennedy enviaría una carta al decano de la Escuela de Negocios de Harvard que decía textualmente: “Estoy informado que representantes de la Escuela de Negocios estarán visitando Centroamérica para ver la posibilidad de cooperar con lideres de negocios regionales e instituciones para un programa de alto nivel para mejorar la gerencia. En mis pláticas recientes con los presidentes de Centroamérica enfatizamos nuestra preocupación mutua por el rápido desarrollo de recursos humanos en estas áreas críticas. La participación de la Escuela de Negocios en un programa para fortalecer la gerencia constituiría un paso vital para la integración regional”.
Tras varios meses de análisis, los funcionarios de Harvard decidieron echar a andar el proyecto del INCAE, pero antes, necesitaban a una persona que estuviera a cargo de todo el esfuerzo y tenía que ser “un centroamericano que otros centroamericanos escucharan”, explica Cabot en el documental.
El escogido fue el empresario salvadoreño Francisco de Sola, a quien se le atribuye la fundación del INCAE. Fue él quien sugirió en 1964 que se reuniera a los líderes empresariales de Centroamérica para formar un programa ejecutivo. “Lo que sucedió es que prefabricamos un estudiantado conformado por líderes de los seis países”, relata Cabot. Por Nicaragua, fue seleccionado Salvador Barreto.
La primera oficina administrativa del INCAE se abrió en 1963 en San Salvador y el 1 de julio del siguiente año, en Antigua, Guatemala, arrancó el primer Programa de Alta Gerencia con asistencia académica de la Escuela de Negocios de Harvard, del cual se graduaron 45 estudiantes de toda la región el 7 de agosto de 1964.
Tras la graduación de esta primera generación es que se funda oficialmente el INCAE. Estos graduados serían los que posteriormente ayudarían al Instituto con la formación de futuros graduados, según explica el exrector del INCAE Ernesto Cruz en su libro INCAE, 10 años.
El 24 de octubre de 1966, las instalaciones del INCAE quedan establecidas oficialmente en Managua, en Carretera Sur. Para entonces, no había residencias y los estudiantes se alojaban en el hotel Lido Palace.

Años difíciles
Sostener financieramente un proyecto como este era un reto importante para las personas que estaban al frente. El exrector del Instituto, Harry W. Strachan, en su libro Memorias del INCAE, relata que “de las muchas escuelas de negocios que Harvard estaba ayudando a iniciar en otras partes del mundo, INCAE era la que se consideraba con mayor probabilidad de morir en su infancia”.
Al inicio, el INCAE se financió con fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), pero en 1970 tocaba renovar el financiamiento, así que se designó a un comité integrado por Strachan y el director académico, Dave Korten, para trabajar un plan estratégico a cincos años y que USAID pudiera aprobar los fondos.
“Me percaté de que el favorecedor de INCAE, USAID, estaba harto de lo que parecía una serie interminable de déficits que se esperaba que USAID cubriera. El modelo de INCAE era muy costoso”, cuenta Strachan. El plan estratégico presentado por INCAE pedía a USAID cinco millones de dólares para terminar de construir el campus y pagar deudas, más otros 300,000 dólares anuales como apoyo a su presupuesto general. El pronóstico era que en cinco años el Instituto podría sostenerse sin más apoyo de USAID.
Esa primera propuesta fue rechazada y solo tras varios ajustes, USAID la aprobó, pero los cinco millones de dólares los darían en concepto de préstamo y no como donación. Muchos años más tarde, en los noventa, esa deuda sería perdonada por el cabildeo del exrector Brizio Biondi, junto a Danilo Lacayo y Arturo Cruz Sequeira.
El terremoto y Somoza
El terremoto del 23 de diciembre de 1972 en Managua fue uno de los episodios que casi termina con el INCAE, según cuenta Strachan en su libro. Para aquel entonces, él era el nuevo director académico y como la ciudad quedó destruida, muchos de los estudiantes y maestros querían regresar a sus países y pensaban que el Instituto estaba acabado, pese a que este no sufrió grandes daños.
“Su razonamiento era que transcurrirían meses antes de que los estudiantes de otros países (probablemente el 80% del cuerpo estudiantil) pudieran regresar y muchos harían planes alternativos. El flujo de caja, ya muy vulnerable, se agotaría. La deuda de USAID empezaría a subir. Los miembros de facultad no se quedarían en Managua donde sus familias estarían expuestas a pestes, riesgos y penurias, sino que buscarían trabajo en otra parte. Varios que estaban de vacaciones durante la Navidad en Estados Unidos ya estaban explorando alternativas”, escribe Strachan quien la noche del 26 de diciembre logró convencer a los directivos que no tiraran la toalla hasta que tuvieran una reunión el día siguiente.
Se reunieron en la casa de uno de los miembros del INCAE y acordaron dividirse en tres grupos con tareas vitales para que no muriera el Instituto. Un grupo se cercioraría de las necesidades básicas de alimento y agua para las familias de los miembros; un segundo grupo reiniciaría cuanto antes el programa de la Maestría en Administración de Empresas; y el tercer grupo ofrecería el campus y servicios a la dictadura de Somoza para hacer una evaluación de daños, identificación de las necesidades de ayuda externa y planeamiento de la reconstrucción.

Esa misma noche del 27 de diciembre, el rector Ernesto Cruz y Strachan visitaron la finca de Anastasio Somoza Debayle, en las afueras de Managua. Somoza aceptó su oferta y se instaló en el INCAE momentáneamente el Banco Central y el Ministerio de Planificación Económica, y a su vez, se preparó una evaluación de daños para funcionarios del Banco Mundial y de USAID que llegarían a Managua el 2 de enero.
Los miembros del INCAE tenían cuatro días para terminar una labor que normalmente llevaría meses. Con ayuda de un avión fumigador propiedad del estudiante Klaus Sengelmann, sobrevolaron Managua para tomar fotos y valorar el daño. El economista Pedro Belli y el informático Werner Ketelhöhn crearon un modelo macroeconómico en computadora para estimar la ayuda necesaria y proyectar el crecimiento económico, y otros miembros elaboraron planes para estimular la agricultura y otros sectores en medio de la tragedia.
La tarde del primero de enero estaba lista la Evaluación de Daños y Plan de Reconstrucción, de 24 páginas, hecha por los miembros del INCAE y se la llevaron a Somoza para presentársela junto a sus ministros y generales de la Guardia Nacional.
Stachan cuenta que Somoza quedó asombrado y les pidió que hicieran la presentación ante los funcionarios internacionales que llegarían el día siguiente. Y así hicieron. Los funcionarios dieron visto bueno al plan y en una semana, el INCAE recibió una donación de 1 millón de dólares para establecer el Centro de Asesoramiento para ayudar a las autoridades con la emergencia.
“Dos meses después reasumimos el programa de Maestría (MAE) sin perder ningún estudiante ni miembro de la facultad y más bien con planes de ampliar las oficinas de la facultad y la biblioteca de INCAE. No me queda la menor duda de que el Centro de Asesoramiento salvó a INCAE aunque no puedo decir que logró todo lo que habíamos esperado. Parte de la ayuda externa que se movilizó parece haber sido desviada por Somoza y funcionarios de gobierno a cuentas bancarias privadas. Algunas recomendaciones también fueron bloqueadas por grupos de intereses especiales”, relata Strachan.
Años sandinistas
Después del triunfo de los sandinistas el 19 de julio de 1979, en Nicaragua era todo incertidumbre. También lo fue para el INCAE. Para aquellos días de insurrección, el rector Ernesto Cruz estuvo junto a otros miembros del instituto ofreciendo albergue y alimentación a las familias de los empleados y en más de una ocasión le tocó salir a convencer a los combatientes de ambos bandos que la sede del Instituto era una Misión Internacional, y por tanto era un sitio de paz que debían respetar.
Después de haber sobrevivido a la crisis del terremoto de 1972, el Instituto ya venía entrando en una nueva crisis financiera y con la llegada de los sandinistas al poder, parecía que no quedaba otra opción que cerrarlo.
“Muchos miembros de la familia de INCAE consideraban que se debía trasladar el Instituto a otro país. Otros sentían que esto no era factible ni conveniente. En un momento el comité nacional de INCAE en Guatemala amenazó con retener cualquier apoyo para el Instituto si este continuaba en Nicaragua. También pareció obvio, cuando Reagan fue electo presidente, que el apoyo de Estados Unidos al nuevo régimen se iba a acabar y con él probablemente cualquier respaldo para las actividades en Nicaragua, incluyendo a INCAE. En medio de esta crisis, se hizo casi imposible cumplir con los pagos de planilla del Instituto y saldar las cuentas con los proveedores”, relata Strachan.

Para sobrevivir, el INCAE adoptó una nueva estrategia que entre muchas cosas incluía, en lugar de cerrar el campus en Nicaragua, abrir uno nuevo y expandirse hacia República Dominicana y la región Andina. También se necesitaba un nuevo rector, pues Ernesto Cruz ya había expresado su interés en dejar el cargo. El nuevo rector sería Harry Strachan.
Que el INCAE siguiera con sus funciones en Nicaragua bajo el régimen sandinista sería complicado, sobre todo por las confiscaciones y por su rechazo abierto a todo lo que oliera a Estados Unidos. Wicham Skinner, exconcejero del Instituto, recuerda en el documental Proyecto INCAE, que los años ochenta “fue un momento crítico y difícil. Fue un poco peligroso. Esperábamos que llegaran y nos cerraran. La facultad se reunió y les dijo: “Nosotros educaremos a cualquier persona que ustedes sandinistas nos manden a capacitar. Ustedes no han dirigido nunca antes un gobierno. Les ayudaremos a hacerlo”.
En su libro, Strachan relata que en 1981, fue él mismo, en su calidad de nuevo rector del INCAE, a hablar directamente con Sergio Ramírez, que para entonces era miembro de la Junta de Gobierno y Reconstrucción Nacional.
–No sé si estoy violando el protocolo, pero me gustaría hablarle a calzón quitado – le dijo Strachan a Ramírez
–Dígame
–Puedo imaginar que con nuestro legado de Harvard, usted nos ve como capitalistas e incompatibles con lo que usted está tratando de hacer. Si ese es el caso, estamos de sobra dispuestos a entregarle el campus e irnos. Sin embargo, primero permítame explicarle lo que hacemos. Nos basamos en el método de estudio de casos, que dice que no hay una única forma de hacer las cosas. El estudiante debe descubrir qué hacer estudiando el problema. El profesor no tiene las respuestas, tiene las preguntas. Creo que esta metodología podría ser particularmente apropiada para manejar los desafíos enfrentados por la Revolución Sandinista.
Según el relato de Strachan, él le explicó a Sergio Ramírez que para que el INCAE siguiera funcionado debía haber libertad de los estudiantes y profesores para entrar y salir, también que no debía haber regulación gubernamental además de “compensación adecuada puesto que no tenemos dotación”.
–En realidad estoy aquí para descubrir si Nicaragua está a favor o en contra nuestra. Si quiere que INCAE se quede o se vaya – insistió Strachan
–No queremos que INCAE se vaya. Aceptamos todas las condiciones – respondió Ramírez.
En su relato, Strachan indica que tiempo después se daría cuenta que muchos dirigentes sandinistas sospechaban que él era un agente de la CIA. “Di por hecho que mi teléfono estaba intervenido y que se reportaba toda conversación. Por tanto, me decidí por un enfoque directo para todos. Sabíamos lo que éramos, una escuela, abierta a todos, tratando de ayudar”.
El INCAE siguió funcionando en Nicaragua durante la década de los ochenta. En 1983, el campus de Managua recibió el nombre de Francisco de Sola, y en 1984, el Instituto inauguró un segundo campus en Alajuela, Costa Rica, en el cual se celebró la Cumbre Presidencial Centroamericana de 1988, a la cual asistió Daniel Ortega en su calidad de mandatario de Nicaragua.

Para los noventa, la región centroamericana vivió una transición de la guerra hacia la paz y la democracia. Esto, sumado al colapso de Unión Soviética y el fin de la guerra fría, significó una época de oportunidades para la región y para el INCAE que terminó por convertirse en una institución sostenible.
A finales de esa década, el INCAE empezó a ser nombrada como una de las mejores escuelas de negocios de América Latina, y para inicios del nuevo milenio, se posicionaba entre las mejores del mundo. También entregó a varios connotados el título de Doctor Honoris Causa. En 1991, lo entregó al poeta Pablo Antonio Cuadra; en 1997, a la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro; y en 2005, al empresario Alfredo Pellas.
Para 2019, Financial Times calificó a INCAE en el puesto 26 del mundo en formación ejecutiva y por tercer año consecutivo se encontraba entre las primeras 30 de más de 15,000 escuelas de negocios que, se estima, existen en la actualidad.
Hasta 2023, la sede del INCAE en Nicaragua venía formando a profesionales que después se convertían en funcionarios de gobiernos o empresarios importantes en la región, pero la embestida del régimen de Ortega acabó con esa oportunidad.