14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El 28 de septiembre de 1990 en un acto simbólico para la paz de Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro en presencia de miembros de la OEA, ministros, cuerpo diplomático y medios nacionales e internacionales, entierran las armas que entregaron miembros de la Contrarrevolución cuando se desmovilizaron. Este acto se suponía que era el inicio de la paz y el fin de la violencia armada. Foto por: Archivo La Prensa.

Los rearmados: el lastre de la posguerra

Recompas, Recontras, Revueltos, Punitivos. Estas fuerzas paramilitares surgieron con el fin de la guerra de los años ochenta. Domingo te cuenta en esta galería un poco sobre la existencia de estas bandas armadas que con fines políticos han dejado luto en muchas familias.

Contenido Exclusivo CONTENIDO EXCLUSIVO.

Arges Sequeira, un empresario agrícola presidente de UPANIC y miembro del COSEP, podría ser la primera víctima de los grupos rearmados en Nicaragua. Fue ejecutado el 23 de noviembre de 1992 por las Fuerzas Punitivas de Izquierda, el primer grupo armado que apareció al mando del ex miembro del Ejército Popular Sandinista Frank Ibarra Silva.

Este grupo decía que luchaba para reivindicar los logros alcanzados por la revolución a través de las confiscaciones que cedieron tierras y propiedades a los más pobres a través de una reforma agraria. En 1990, con el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro, empezó una nueva era en la democracia del país, el retorno de miles de exiliados y la devolución de las propiedades que los sandinistas confiscaron a inicio de los años ochenta.

Este grupo paramilitar tenía como objetivo a los confiscados empresarios aglutinados en el COSEP que reclamaban sus propiedades. También muchos finqueros en las zonas montañosas y ganaderas del país empezaron a ser secuestrados y asesinados por otros grupos que pedían grandes sumas de dinero.

Para tratar de poner fin al problema se crearon las Brigadas Especiales de Desarme (BED) conformadas por miembros del Ejército y miembros de la Contrarrevolución. Su función era recuperar y destruir las armas a cambio de un pago en efectivo. Estas armas se encontraban por miles en manos de estos grupos y de civiles, la mayoría exmiembros del EPS y la Contra que a causa de la guerra de los años ochenta, todos quedaron con más de un fusil en su poder.

Entre el armamento con el que contaban había fusiles AK-47, granadas de mano y antipersonales, pistolas, artillería liviana como lanza cohetes y granadas RPG-7, morteros, granadas de morteros, M-79, ametralladoras PKM, lanzagranadas AGS-7 (Araña) y hasta misiles tierra aire del tipo Red-Eye.

Guardia de honor al féretro de Arges Sequeira la noche del 23 de noviembre de 1992 en la casa del partido liberal en Managua. Esa mañana el empresario fue asesinado por las Fuerzas Punitivas de Izquierda lideradas por el exmiembro del Ejército Popular Sandinista Frank Ibarra Silva. Foto: Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.

Entre los rearmados de los excontras más famosos se encuentran algunos como Denis Palacios alias “El Charro”, que obtuvo grados de teniente coronel y fue el segundo jefe de las BED. Desertó de las brigadas para rearmarse y delinquir en las montañas del país. Paralelamente venían creciendo otros grupos como el de José Ángel Talavera, alias “El Chacal”, que fundó el Frente Norte 3-80, uno de los grupos más grandes de los años noventa.

El Chacal llegó a tener 16 comandantes en su Estado Mayor y su ejército rebelde aglutinó a la gran mayoría de todos los grupos armados en la zona norte. Luego estaban algunos lugartenientes de Palacios como Rodolfo García Castro, alias “Northiel”; José Gabriel Garmendia alias “Yahob”; Santos Joyas, alias “Pablo Negro”; y otros que se rearmaron durante la década de los noventa con los alias de “Guapote” y “La Hormiga”, entre otros.

Entre los rearmados sandinistas estuvo el Frente Unido Andrés Castro (FUAC), el grupo armado más beligerante y que más tiempo duró. Su fundador fue el excapitán del EPS Edmundo Eugenio Olivas Córdoba, mejor conocido por su seudónimo “Camilo Turcios”, quien en los años ochenta fue el jefe del BLI Simón Bolívar, y fue miembro de las Tropas Guarda Fronteras (TGF) y de un Batallón de Ligero Cazadores (BLC).

Olivas Córdoba entregó su fusil AK como símbolo de su desmovilización al expresidente Arnoldo Alemán, pero una parte de su estructura militar y sus miembros continuaron sin él. Este grupo paramilitar tenía su zona de operación en el triángulo minero y su estructura de mando fue aniquilada por sus propios excompañeros de armas del Ejército de Nicaragua siendo la mayoría asesinados con el mismo modus operandis. Igual suerte corrieron los rearmados de los “recontras”.

Rearmados del Frente Revolucionario de Obreros y Campesinos (FROC) cuando se tomaron militarmente la ciudad de Estelí el 21 de julio de 1993. Esta banda delictiva prácticamente solo funcionó para este operativo que dejo más de 40 personas fallecidas y muchos heridos cuando este grupo se enfrentó a sus excompañeros de armas del Ejército de Nicaragua. También saquearon bancos del Estado y se llevaron más de cinco millones de dólares. Foto: Tomada de Internet.

Cuando Daniel Ortega retomó el poder en 2007 se alzaron pequeños grupos en armas. El régimen no reconoce a estos rearmados y los acusa de ser narcotraficantes y delincuentes que se dedican al abigeato. Muchos de ellos y sus lideres fueron aniquilados con el mismo estilo que sus antecesores de los años noventa, como los de la famosa mochila-bomba en Pantasma el 20 de enero de 2015.

Los daños colaterales a personas civiles han sido nefastos sobre todo a campesinos que han sido víctimas de violaciones y asesinatos por parte del Ejército de Nicaragua por ser acusados o sospechosos de pertenecer a estos grupos o por sus vínculos familiares como el caso ms sonado que implicó a Elea Valle. Sus hijos Yojeisel Elizabeth de 16 años y su pequeño hermano Francisco Alexander, de 12, fueron asesinados por militares cuando andaban visitando a su padre Francisco Pérez que andaba rearmado con un grupo que lideraba su hermano Rafael Pérez Dávila, alias “El Colocho”.

Los cuerpos de los menores tenían señales de torturas y violación. Los hijos de doña Elea Valle fueron asesinados y torturados junto al de su esposo, su cuñado y dos personas más. Los militares no le permitieron que se llevara los cadáveres y les diera una sepultura digna. Los tiraron a una fosa común.  

Víctor Manuel Gallegos (de sombrero), mejor conocido como “Pedrito El Hondureño” y ex mayor del Ejército Popular Sandinista fue el que lideró la toma de Estelí con el FROC. Este grupo obedecía directamente a Daniel Ortega y como intermediario, a Néstor Moncada Lau. Tras la acción militar, Gallegos y toda su banda fueron amnistiados cargando con una fuerte suma de dinero y dejando una ciudad manchada de sangre y llena de luto. Se ausentó por un tiempo de la vida pública y se dedicó a la actividad de Hombres de Negocio. Con la rebelión de 2018 el nombre de Pedrito El Hondureño salió a luz cuando anduvo con varios grupos de paramilitares masacrando a los pobladores de La Trinidad. Foto por: Tomado de Internet
Miembros del Frente Norte 3-80, una de las agrupaciones militar más grande y mejor organizada por José Ángel Talavera alias “El Chacal”. Estaban dotados de fusilería, artillería ligera y tenían 16 comandantes y varios batallones compuestos por soldados, en su mayoría exmiembros de la Contra. Su zona de operación era en las montañas de Quilalí en Nueva Segovia de donde era originario El Chacal. Esta agrupación se desmovilizó sin volver a retomar las armas. Foto por: Tomado de Internet.
La mayoría de los grupos armados usaban los mismos avituallamientos militares de la guerra de los años ochenta. Las mismas botas, uniformes y fusiles. Si eran exmiembros de la resistencia se hacían llamar Recontras, si eran exmiembros del EPS se denominaban Recompas y cuando una banda de rearmados era de ambos Ejércitos se llamaban Revueltos. Foto por: Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.
En esta imagen del 14 de Febrero de 1997 se observa a un miembro del grupo de rearmados de Lester y La Hormiga entregando el fusil AK-47 al entonces ministro de gobernación Alfredo Mendieta en las montañas de Bocana de Paiwas. Foto por: Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.
Rearmados del grupo de Lester y La Hormiga el día de su desmovilización en Paiwas, Caribe Sur. Según datos del Ejército de Nicaragua, entre 1991 y 1994 se desmovilizaron 25,419 rearmados y se destruyeron 14,943 armas. Foto por: Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.
El grupo de rearmados de Lester y La Hormiga el día de su desmovilización con camisas que eran el uniforme oficial de la Resistencia Nicaragüense y usando jeans en las montañas de Paiwas en el Caribe Sur del país. Foto por: Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.
Los rearmados optaron por la vía militar para presionar a los gobiernos de turno por indemnizaciones justas. Muchos de estos soldados militares les asignaron unas pequeñas pensiones a través del seguro social y otros ni siquiera recibieron ese pequeño beneficio, contrario a los jefes de ambos ejércitos que si fueron beneficiados con buenas indemnizaciones, propiedades, tierras, fincas, vehículos y un buen sistema de salud. Foto por: Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.
El jefe del Ejército de Nicaragua Julio César Avilés participa en una desmovilización de rearmados cuando ostentaba los grados de Teniente Coronel. El tema de los rearmados es una tarea pendiente para Nicaragua, hoy en día el dictador se rodea de un ejército de paramilitares. Foto por: Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.
Un niño que formaba parte de un grupo de rearmados en la zona del Ayote en el Caribe Sur del país muestra su carné de desmovilizado. Tanto en los años de la guerra como en la posguerra era común ver a estos infantes tomar las armas. Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa
Miembros de la Brigadas Especiales de Desarme (BED) y de la Defensa Civil se preparan para quemar las armas del grupo armado del comandante chispa después de su desmovilización y reintegrarse a la vida civil. Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.
Un menor de edad entrega su fusil al ministro de defensa José Adán Guerra en la ciudad de El Ayote en el Caribe Sur. Este grupo de rearmados estuvo al mando del Comandante Chispa. Archivo Personal Óscar Navarrete/ La Prensa.
Julio César Gutiérrez García, Alias “Triple H”, se tomó esta foto en el tramo de la carretera panamericana de La Maizuta, en Madriz, el 17 de julio de 2014 cuando realizó un rápido tranque propagandístico al frente del grupo de 12 rearmados que lideró hasta el último día en que fue abatido el 8 de septiembre del mismo año. Foto por: Archivo/ LA PRENSA.
Elea Valle llora desconsoladamente en una marcha contra la violencia de las mujeres en Noviembre de 2017. Días antes sus hijos fueron torturados, violados y asesinados por efectivos del Ejército de Nicaragua cuando atacaron al grupo de rearmados de Rafael Pérez Dávila alias Colocho. Sus hijos andaban visitando a su padre Francisco Pérez que era hermano de Colocho y también andaba rearmado. En ese crimen que aún permanece en total impunidad murieron seis personas entre ellas los dos menores de edad, sus cuerpos fueron enterrados en una fosa común y el Ejercito nunca permitió que Elea Valle los pudiera sepultar. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
Paramilitares del régimen de Daniel Ortega en la ciudad de El Crucero el 12 de junio de 2018 después de haber realizado la operación limpieza en este municipio. Estos grupos armados a raíz de las protestas de 2018 han operado impunemente a la par de la Policía y el Ejército, sembrando muerte y terror en el campo y la ciudad. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.

Puede interesarte

COMENTARIOS

  1. Hace 4 meses

    La Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos protege el derecho a poseer pistolas y armas tanto en el hogar como en público. Pero el objetivo de los autores de la Constitución de que el pueblo estadounidense estuviera armado fue de que cualquier presidente que tuviera la tentación de convertirse en dictador o si los militares tuvieran el deseo de dar un golpe de estado ambas fuerzas lo pensarian dos veces porque el pueblo está armado y no aceptaría ningún tipo de tiranía. Fue un error de Antonio Lacayo desarmar al pueblo. El pueblo estadounidense está armado para defender su democracia en contra de cualquier tiranía.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí