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Una escena de la insurrección contra Somoza en 1979, en Managua. FOTO/ CORTESÍA/ ARCHIVO/ IHNCA

Así cayó la dictadura de Somoza

Casi 40 días de insurrección terminaron el 19 de julio de 1979, dejando tras de sí muerte y destrucción en Nicaragua, para que cayera la dictadura somocista y subiera la sandinista

Hasta el 10 de junio de 1979, Anastasio Somoza Debayle se sentía fuerte y pensaba que podía sofocar la rebelión del pueblo y la ofensiva armada de los sandinistas. Pero, ese día, escribió el periodista Horacio Ruiz en LA PRENSA, poco antes de las 7:00 de la noche, por primera vez se escucharon las balas de la guerra en las cercanías del búnker, donde Somoza tenía su despacho.

A partir de entonces, Somoza se iba a sentir cada días más acorralado y él mismo escribió que todos los días, por la mañana y por la tarde, se comenzó a reunir con el embajador estadounidense Lawrence Pezzullo en conversaciones que giraban siempre alrededor del estado de la Guardia Nacional y del Partido Liberal Nacionalista (PLN) y sus miembros.

Desde antes, los allegados al somocismo empezaron a salir del país con la idea de “regresar pronto”, solo para esperar que “se calmaran las cosas”, pero ese 10 de junio los que habían quedado empezaron a refugiarse en el Hotel Intercontinental, listos para una salida sin retorno definido.

Todavía ese día, afirma Horacio Ruiz, la llegada al hotel tenía “un aire de fiesta”, el que se disipó en la noche del día siguiente, 11 de junio, cuando Managua quedó envuelta en el fuego de las armas. Había iniciado en la capital lo que los sandinistas llamaron La ofensiva final y la ciudad se llenó de barricadas hechas con adoquines. La destrucción era total y era común ver cadáveres en las calles.

La familia de Somoza había gobernado Nicaragua desde enero de 1937. Primero fue el fundador de la dinastía, Anastasio Somoza García, quien llegó al poder después de darle golpe de Estado a su tío político Juan Bautista Sacasa. Cuando Somoza García fue asesinado en 1956, le sucedió su hijo Luis Somoza Debayle y luego su hermano Anastasio.

A su vez, Anastasio Somoza Debayle estaba preparando a su hijo Anastasio Somoza Portocarrero para que lo sucediera, pero un grupo de guerrilleros tenía casi dos décadas haciéndole la guerra, la cual arreciaron a partir de septiembre de 1978 y acabaría en julio de 1979, con la caída de la dictadura somocista.

Esos guerrilleros se apodaban sandinistas en honor a Augusto C. Sandino, un niquinohomeño que peleó en la década de 1920 contra la ocupación norteamericana en Nicaragua, pero después, en 1934, fue asesinado por órdenes precisamente de Anastasio Somoza García.

León

En el departamento de León, la Guardia estaba comandada por el general Gonzalo Evertz Vallecillo, “Vulcano”, y los guerrilleros por la comandante Dora María Téllez. Ahí la ofensiva final había iniciado desde el 3 de junio, en Subtiava.

En su libro Guerrillera, mujer y comandante de la revolución sandinista, la comandante Leticia Herrera cuenta que primero planificaron la insurrección y se distribuyeron funciones. El grupo de ella se iba a tomar el Fortín de Acosasco. Fanor Urroz y Guadalupe Moreno el comando de la Guardia y la cárcel de León. Leopoldo Rivas iba a garantizar el control de las carreteras hacia Managua y Chinandega. Ana Isabel Morales se iba a tomar el aeropuerto Godoy.

Dora María Téllez se mantuvo coordinando todo el trabajo desde el puesto de mando, que estaba en el antiguo hospital San Vicente.

“Las luchas eran muy encarnizadas porque, a León, Somoza había desplazado lo mejor que tenía de la Guardia, que eran las brigadas contra insurgentes, le decían la EEBI. Ahí estaba lo mejorcito de la Guardia y respondían directamente a la dirección del Chigüín, del hijo de Somoza. Eran brigadas de asesinos”, explica Herrera.

Sandinistas y guardias lucharon calle a calle en León, especialmente en sectores como la catedral, el teatro González, el Seguro Social, el hospital escuela y en la calle de la administración de rentas, así como en los barrios Laborío, Coyolar y Subtiava.

Apoyados con un tanque Sherman, los guardias destruían cada barricada que levantaban los guerrilleros. Con ese tanque destruyeron casas, hasta que los sandinistas lo neutralizaron con una bazuca.

Sandinistas trasladan un tanque Sherman que le arrebataron a los guardias en León, cerca del hospital del Seguro Social, en junio de 1979. Se observa a varios guardias muertos caídos en la calle. LA PRENSA/ ARCHIVO

Los sandinistas comenzaron a tomar el control de León a partir del 15 de junio, cuando se apoderan de la catedral y luego del Seguro Social. El 17 se tomaron la cárcel La 21.

Fue en esos días cuando huyó del comando el general Gonzalo Evertz, abandonando a sus soldados. Tomó a varios rehenes, además de un carro blindado, y los usó como escudo hasta llegar al Fortín, desde donde después lo trasladaron en helicóptero a Managua, supuestamente herido en el abdomen.

En la mañana del 20 de junio, los sandinistas tenían controlada gran parte de León, pero les faltaba el Fortín de Acosasco, donde la Guardia permanecía acuertalada. Se consideraba un lugar inexpugnable, por la estructura del edificio, con grandes paredes. Además, había gran cantidad de soldados, unos 300. Fueron 10 días de acoso de parte de los sandinistas, quienes cerraron el suministro de agua y de víveres a los guardias.

Somoza describió así esos días: “Mi corazón sufrió por aquellos hombres. Quise encontrar refuerzos para enviarlos a León, pero no quedaba ninguno disponible… se dio la orden de evacuar el cuartel central de la Policía. El plan era salir del edificio y si era posible abrirse paso hasta el Alto Fortín… Era una situación bien triste. Los que llegaron hasta el Fortín fueron más afortunados. Así terminó León. Después de la batalla se adoptó la decisión de abandonar la ciudad totalmente y no hacer ningún esfuerzo por recuperarla”.

La caída de León se produjo el 7 de julio, provocando la desmoralización de la Guardia.

El Frente Sur

La razón por la que Somoza no pudo enviar refuerzos a León fue porque la mayoría de las tropas de la Guardia habían sido enviadas a la frontera sur, donde los sandinistas, apoyados por un ejército de internacionalistas, trataban de entrar a Nicaragua, pero eran contenidos por los guardias comandados por el mayor Pablo Emilio Salazar, conocido como el comandante “Bravo”.

Desde Costa Rica, las tropas sandinistas habían comenzado la batalla con unos 20 mil hombres penetrando en el Frente Sur, un grupo particular de guerrilleros entre los cuales había latinoamericanos que pertenecían a grupos guerrilleros de otros países, como los Montoneros de Argentina, los Tupamaros de Uruguay y los cubanos de Fidel Castro, entre otros.

La guerra en esa zona fue muy dura. Según un reporte de la revista Magazine de LA PRENSA, desde inicios de junio los sandinistas anunciaban victorias en todo el país, mientras la Brigada Benjamín Zeledón no avanzaba y permanecía varada de espaldas a la frontera sin mover posiciones, mientras los demás avanzaban a Managua.

Guardias y guerrilleros llegaron a estar tan cerca los unos de los otros que podían escucharse los gritos maldiciéndose.

Columna guerrillera de los sandinistas en el Frente Sur, en la frontera con Costa Rica. Nunca pudieron pasar encima de los guardias comandados por Pablo Emilio Salazar, comandante Bravo. LA PRENSA/ ARCHIVO

En la Colina 155 de Rivas, los combates duraron 13 días con sus respectivas noches, pero los 3,000 hombres de la Guardia Presidencial y la EEBI no pudieron concluir el trabajo encomendado por Somoza.

Ya con la carta de renuncia en las manos, el 15 de julio de 1979 Anastasio Somoza Debayle se reunió con Pablo Emilio Salazar, quién le preguntó: “¿Es verdad que tiene usted que irse?”. A Somoza no le quedó más remedio que decirle que sí.

Salazar comenzó a llorar y Somoza no supo qué más decirle.

Los sandinistas no lograron penetrar a Nicaragua por el lado sur, sino hasta que Salazar decidió irse con sus hombres para El Salvador en una barcaza y unos botes.

“El 19 de julio de 1979 a las ocho de la mañana nos anunciaron que (los guardias) habían abandonado sus posiciones y avanzamos hasta Managua, donde llegamos el 20”, explicó Edén Pastora a la revista Magazine.

Daniel Ortega junto a Edén Pastora en el Frente Sur. Ortega dirigía las tropas, pero él nunca combatió en el Frente Sur. LA PRENSA/ ARCHIVO

Matagalpa

El 5 de junio los sandinistas lanzaron el grito de guerra en Matagalpa. Faltando cinco minutos para las 5:00 de la tarde, se inició una batalla en la periferia de la ciudad, indica una crónica periodística de LA PRENSA escrita días después de la caída de Somoza.

Uno de los primeros capturados por los sandinistas fue el senador Juan Cerna Baca, liberado dos meses después tras ser investigado.

Los siete guardias que estaban en la sección de policía del barrio La Virgen no ofrecieron resistencia, especialmente después de que murieron dos de ellos. Los otros cinco se rindieron.

La Fuerza Aérea de Somoza bombardeó la ciudad para cubrir la entrada de refuerzos desde Waslala.

Según contaron después los guerrilleros, los guardias que estaban resguardados en el instituto de la ciudad estaban ebrios y a cada momento salían a una pulpería llamada “Cisneros”, a comprar más licor. Otros guardias, desde el cerro El Calvario, disparaban morteros y ametrallaban hacia donde estaban los sandinistas.

El 10 de junio fue quemado el edificio de la Administración de Rentas, provocando la huida de la población buscando refugio entre llantos y gritos, que se combinaban con el ruido de las detonaciones. Algunos llegaron al edificio de la Cruz Roja y otros al hospital San Vicente, mientras otra gran cantidad tomaron las carreteras expuestos a ser ametrallados.

La farmacia Granera Padilla y el mercado municipal de Matagalpa, edificaciones destruidas durante la insurrección de junio de 1979. LA PRENSA/ ARCHIVO

Ese día murió un policía conocido como “Mano de mono”, supuestamente especialista en “mordidas”. Lo mataron cerca de la pulpería “Sopa de billete”.

La mayoría de los habitantes salían de sus casas en busca de comida, mientras los comercios eran saqueados.

El 13 de junio, la Guardia intentó un último refuerzo en la ciudad de 130 soldados, pero los sandinistas intensificaron los combates en el cerro de Apante, el barrio La Virgen, en los sectores montañosos y al norte de Solingalpa. Desde ese día ya no entraron más refuerzos de la Guardia.

El 29 de junio, tras 48 horas de combate, los sandinistas se tomaron Sébaco y se convirtió en una especie de frontera. Ese mismo día, la Fuerza Aérea bombardeó Matagalpa.

En la madrugada del 30, los sandinistas se tomaron el edificio de la Sanidad, que estaba ocupada por los guardias. El edificio quedó en llamas.

Fue hasta el primero de julio que cayó el cuartel de la Décimo Séptima Compañía, en una acción que definió el rumbo de los enfrentamientos.

El 10 de julio, unos mil guardias salieron en desbandada de Matagalpa, pero se toparon con el cerco de Sébaco, donde muchos fueron capturados y otros huyeron hacia Estelí, entre matorrales, buscando salir a Honduras.

Tropas mal armadas de los sandinistas en Matagalpa, en junio de 1979. LA PRENSA/ ARCHIVO

Chontales

La toma de Juigalpa, cabecera departamental de Chontales, comenzó hasta en la madrugada de 17 de julio, pues antes los sandinistas tuvieron que luchar contra la Guardia en diferentes municipios de este departamento.

Desde el 14 de mayo los sandinistas habían intentado ingresar desde Nueva Guinea, pero sufrieron bajas importantes, como las de Iván Montenegro y Óscar Benavidez, entre otros. Los sandinistas tuvieron que replegarse a la montaña.

El primero de junio, la Guardia descubrió una casa de seguridad en Acoyapa y mató a seis guerrilleros, pero, el día 8, los sandinistas se desquitaron aniquilando a una patrulla militar de siete miembros en el poblado de Presillas.

Luego, los sandinistas atacaron Muelle de los Bueyes y los poblados de Cara de Mono, Presillas y La Batea, iniciando un dominio de los guerrilleros en la zona.

Cuartel de la Guardia en Juigalpa, Chontales, cuando la ciudad ya estaba tomada por los sandinistas. LA PRENSA/ ARCHIVO

Cuando los sandinistas atacaron Ciudad Rama, el 19 de junio, encontraron la plaza prácticamente abandonada. Los 18 guardias que estaban ahí escaparon hacia una hacienda. Siguieron las ocupaciones de Santo Tomás, San Pedro de Lóvago, La Libertad y Villa Somoza (después Villa Sandino).

Diez días después, cayeron las comunidades de Muhan y La Gateada y luego los sandinistas avanzaron hasta Acoyapa y La Palma, donde hubo fuertes combates.

El ataque contra Juigalpa inició a las 4:00 de la madrugada del 17 de julio y, cerca de las 10:00 de la mañana ya estaban aniquilados todos los retenes de la Guardia, iniciando después los sandinistas ataques a las dos guarniciones que estaban en los costados del parque central.

Los sandinistas avanzaron por dentro de los patios y sobre los techos de las casas.

El comandante de Juigalpa, Harry Pineda, logró escapar a bordo de un helicóptero junto a otros oficiales. Pero, a pesar de la huida de su jefe, los guardias continuaron luchando hasta que, a las 2:00 de la tarde, los sandinistas tenían controlada la ciudad. De los 80 soldados que habían quedado, unos escaparon y otros se rindieron, señala una crónica de LA PRENSA.

Carazo

Unos 300 guardias ubicados en Jinotepe, cabecera departamental de Carazo, habían sembrado el terror en esa ciudad, pero se desmoronaron en los primeros días de julio. El ataque de los sandinistas comenzó a las 7:30 de la mañana del miércoles 4 de julio y a los dos días ya se habían tomado el cuartel principal de la Guardia y el resto de comandos en la ciudad, exceptuando Telcor, donde los guardias no se rindieron.

Otros combates enconados se produjeron cerca del hospital regional y por el instituto Juan José Rodríguez, además de en el barrio El Cementerio, donde los combates se intensificaron el día 5, especialmente por unos francotiradores de la Guardia que estaban en la torre del cuartel de Bomberos.

Cuando el edificio de los Bomberos cayó en poder de los sandinistas, se aceleró la toma del comando principal. Los guardias quedaron desmoralizados porque ya no tenías refuerzos y el comandante coronel Rafael Lola no salió a defender la posición.

Combatientes de Diriamba dirigiéndose a Managua el 20 de julio de 1979. LA PRENSA/ ARCHIVO

El comando principal fue tomado en seis horas. Los soldados, casi histéricos, salieron unos a pie y otros en vehículos. Todavía algunos guardias protegieron la salida de Lola, quien logró llevarse con otros guardias una tanqueta, camiones y jeeps bien apertrechados.

Muchos de los guardias se desbandaron en la carretera entre Jinotepe y San Marcos y Lola huyó en dirección a Diriomo.

Entre el 4 y el 7 de julio, Carazo fue bombardeado por la Fuerza Aérea, pero finalmente los sandinistas controlaron el departamento y lo celebraron el 9 de julio.

Managua y Masaya

El 6 de junio se desató la insurrección en Masaya, cuenta Humberto Ortega en su libro La epopeya de la insurrección.

Desde el principio, el cuartel de la Guardia estaba acorralado por los guerrilleros, pero la Guardia comenzó a bombardear casi toda la ciudad: San Miguel, San Sebastián, Barrio Loco, San Jerónimo, San Juan, Santa Rosa, La Reforma, entre otros. Los bombardeos continuaron varios días.

Mientras que en Managua la insurrección empezó el 10 de junio y en Monseñor Lezcano el fuego arrancó a las 3:30 de la tarde de ese día, extendiéndose los combates rápidamente a la Colonia Morazán, Linda Vista, Loma Verde y El Cortijo.

Las barricadas con adoquines se instalaron en un abrir y cerrar de ojos. Otras barricadas eran armadas con sacos del Puerto de Somoza rellenos de arena.

Los cadáveres de dos jóvenes incinerados a dos cuadras del comando de la Guardia en Masaya, en la esquina de los juzgados. Los dos muchachos trataban de atacar el comando con bombas de contacto, pero fueron alcanzados por disparos de francotiradores. LA PRENSA/ ARCHIVO

Fue hasta las 6:00 de la tarde que entraron los Becats de la Guardia por el lado de la 35 Avenida, reforzados con dos tanquetas y también unos jeeps con ametralladoras 50.

La guerra se instaló ese mismo 10 de junio en el otro lado de Managua, desde los barrios orientales hacia el este y al día siguiente la Guardia ya sufría los efectos.

“No tenemos apoyo de nadie, estamos perdidos, señor”, gritaba el operador de radio de la Décimo Tercera Sección de Policía, en el mercado Periférico, luego de que fueron atacados por los sandinistas, según narró el periodista Hermógenes Balladares.

Una patrulla de la Guardia intentó entrar ese mismo día a Bello Horizonte, pero fueron repelidos por los sandinistas, que tenían controlada la zona desde Carretera Norte, por las oficinas de la Aduana.

El martes 12 de junio fue atacada la Tercera Sección de Policía, cerca de donde fue el Cine León. Ya para ese día toda la capital estaba incendiada.

Por todas las calles había retenes, barricadas, incendios, producto de que la Guardia lanzaba rockets.

Junto a los tiroteos, también se producían saqueos en las tiendas y centros comerciales, pero, eran los militares los primeros en iniciar esos saqueos y después permitían que lo hicieran los pobladores.

En Masaya, los guardias atacaban la ciudad desde el cerro El Coyotepe. Sobre Masaya literalmente llovió fuego durante varios días.

Guerrilleros sandinistas descansan en la fortaleza de El Coyotepe, después de sacar de ahí a los guardias de Somoza. LA PRENSA/ ARCHIVO

En Managua, las municiones se les estaban acabando a los sandinistas, por lo que idearon replegarse a Masaya, donde los guerrilleros tenían controlado gran parte de la ciudad desde el 24 de junio.

Los diferentes grupos que estaban en Managua se reunieron en un punto y a las 6:30 de la tarde salieron los primeros hacia Masaya, después de despojarse de muchas cosas para que la marcha fuera ligera, escribió el periodista Pablo Emilio Barreto. Ahí iban hombres y mujeres.

A las 9:00 de la noche, casi todos habían salido por un antiguo camino carretero, donde se hizo muy lenta la marcha. Se hacían pausas de hasta media hora, porque los jefes guerrilleros hacían indagaciones cuidadosas antes de seguir avanzando.

Además, iban cargando a heridos en un camino de 27 kilómetros que hay entre Managua y Masaya.

La caravana fue descubierta por un piloto de la Guardia y luego se hicieron tres los pilotos que sobrevolaban sobre los guerrilleros, que no tenían cómo ocultarse. Y después apareció un helicóptero y comenzó una lanzadera de rockets.

Los guerrilleros se tendían en el suelo o intentaban ocultarse debajo de los árboles.

Cansados y desesperados llegaron a Nindirí, que ya estaba tomada por los sandinistas, donde tomaron agua y recuperaron fuerzas, pero debían seguir porque la meta era Masaya y, cuando llegaron a esa ciudad, se contabilizaron 30 muertos en total.

Barricadas que levantaron los sandinistas en el sector de Rubenia, en Managua. LA PRENSA/ ARCHIVO

El recién fallecido Róger Miranda Bengoechea contó en un escrito que el 27 de junio los que se habían replegado desde Managua comenzaron a arribar por varias rutas y en cantidades numerosas.

El 5 de julio las fuerzas que se habían replegado desde Managua tomaron el cuartel de Jinotepe y el 17 de julio también cayó el cuartel de Granada.

Las últimas ciudades cayeron el propio 19 de julio: Managua, Rivas y Jinotega.

El final

Anastasio Somoza Debayle estaba testarudo que no quería dejar el poder, pero tres cosas lo empujaron a rendirse:

La Guardia Nacional ya no tenía municiones y ningún país le vendía por temor a Estados Unidos. Tampoco tenía dólares en el Banco Central. Tenía córdobas, pero estos no se los aceptaban en el mercado negro de armas. Finalmente, el 23 de junio de 1979, 17 países de la OEA le pidieron la renuncia a Somoza, de lo contrario Nicaragua quedaba como un país proscrito ante la comunidad internacional.

Por el contrario, el FSLN estaba siendo apoyado por varios países del mundo y también por una parte de la población.

En su libro La Nicaragua traicionada, Somoza cuenta que a mediados de junio le informaron que cinco mil guerrilleros estaban atacando en la frontera sur y se dio cuenta de que todo estaba perdido. Los miembros de la Guardia eran pocos en comparación con los guerrilleros y tenían que correr de un lado a otro para sofocar los ataques guerrilleros, de Managua a Rivas, de ahí a León, de ahí a Nueva Guinea, y así. No había descanso.

Los sandinistas celebran el 20 de julio de 1979 en la Plaza de la República. LA PRENSA/ ARCHIVO

Finalmente, el 15 de julio Somoza le comunicó a su gabinete, al Estado Mayor de la Guardia y a los comandantes departamentales que se iba. Somoza se fue del país en la madrugada del 17 de julio y en su lugar quedó Francisco Urcuyo Maliaños, quien debía entregar el poder a una junta de gobierno que estaba preparada desde junio.

Urcuyo Maliaños salió del país dos días después, después de un intento fallido de retener el poder.

El asalto al poder de los sandinistas quedó sellado el 19 de julio y ese día la nueva junta de gobierno se encontraba en León, pero no era seguro llegar a Managua porque en las calles de la ciudad todavía se podían encontrar, en cosa de algunos cientos de metros, ya fueran guerrilleros sandinistas que comenzaban a tener control o guardias que andaban desesperados, con el terror en los ojos, sin jefes, sin órdenes, buscando como huir, tan nerviosos que con la menor señal de peligro disparaban aunque se tratara de civiles, cuenta el diario español La Vanguardia.

Fue hasta el día siguiente, 20 de julio, que se celebró en la Plaza de la República.

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COMENTARIOS

  1. Hace 10 meses

    Corrijo: En Managua la insurreccion comenzo un Lunes 4 de Junio con la huelga general. El 90% del comercio amanecio cerrado y por la tarde se comenzaron a oir los primeros disparos.

  2. Hace 10 meses

    La guerra civil de 1979 no hubiera ocurrido si en esa época hubiera existido el internet. Era un gobierno electo por el voto popular y por consiguiente Costa Rica, Venezuela, Cuba y Panamá violaron leyes internacionales por prestar y permitir utilizar sus territorios como puntas de lanza para derrocar a un gobierno legítimamente constituido por el voto popular. Eso se denomina entrometerse en los asuntos internos de otro pais en el derecho internacional. Doctrina legal que México siempre es celoso en cumplir. Finalmente, Somoza era un individuo muy blando (suave). Nunca persiguió a la iglesia católica cuyas iglesias eran cuarteles del criminal Frente Sandinista. Además, el gobierno liberal de Somoza solamente tenía a lo maximo 3,000 soldados de combate para enfrentarse a una guerrilla de casi 40,000 individuos procedentes de todos los grupos de la extrema izquierda del mundo. En fin, a como Somoza afirma en su libro “Fue una pelea de tigre con burro amarrado.”

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