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Bianca Jagger, defensora de derechos humanos. LA PRENSA

Bianca Jagger: “Tenemos que buscar todas las formas para debilitar a este régimen sanguinario”

La defensora de derechos humanos se ha convertido en una voz internacional para el restablecimiento de las libertades y la democracia en Nicaragua. “Nunca he olvidado que soy nicaragüense”, dice.

Bianca Jagger dice que siempre está en Nicaragua, el país que la vio nacer hace 77 años y del que se ha convertido en su voz ante el mundo. Dos días después del terremoto que destruyó Managua, hace 50 años, Jagger estuvo en Nicaragua buscando a sus padres. Fue ella la que convenció a su entonces esposo, Mick Jagger, para que la famosa banda británica Rolling Stone realizara un concierto para ayudar a las víctimas del terremoto.

Estuvo en Nicaragua también en julio de 1979, a finales de la guerra contra Somoza, visitando a los presos políticos de la dictadura, y en el 2017 acompañó a los campesinos que se oponían a la construcción de un canal interoceánico. El 30 de mayo de 2018, participó en la “Marcha de las Madres”, que fue brutalmente atacada por el régimen de Somoza, dejando un saldo de al menos 19 personas muertas.

Durante cuatro décadas Bianca Jagger ha dedicado su vida a defender los derechos humanos, las libertades civiles, la paz, la justicia social y la protección del medioambiente. Es la fundadora y presidenta de la Fundación de Derechos Humanos Bianca Jagger (BJHRF). Ha sido embajadora de Buena Voluntad del Consejo de Europa en 2003 y forma parte del Consejo de Liderazgo de Amnistía Internacional.

¿Qué tan conectada está Bianca Jagger con Nicaragua?

Yo nunca me he desconectado de Nicaragua. Mi relación con Nicaragua siempre ha estado viva, vigente. Después del 2018 hay un estado de alarma y yo uso mi voz para denunciar la represión brutal que sufren los nicaragüenses. Siempre he estado presente, nunca me he olvidado que soy nicaragüense, que yo nací en Nicaragua. En mis redes sociales tú puedes leer que dice: “Nicaragüense por gracia de Dios”. Yo soy inglesa y nicaragüense, pero, sobre todo, soy nicaragüense.

¿Cómo se expresa esa conexión?

En los últimos cinco años he usado las redes sociales, he dado testimonio en el congreso de los Estados Unidos, en la OEA, en instituciones internacionales de derechos humanos, cabildeo con gobiernos, he dado testimonio sobre las condiciones de los presos políticos, de los estudiantes, de los campesinos, de las mujeres y sobre la persecución de la iglesia Católica, de monseñor Rolando Álvarez y los sacerdotes y seminaristas que están en la cárcel, sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por este régimen.

Mis últimas visitas a Nicaragua fueron en 2017 y 2018 con Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, para el lanzamiento de dos reportes. El primero fue “Derechos en venta” para denunciar cómo Daniel Ortega estaba vendiendo nuestro patrimonio, el lago, lo que yo he calificado como un crimen medioambiental; y en el 2018, llegué cuando Amnistía Internacional sacó el reporte que se tituló: “Tirar a matar”.

El 30 de mayo yo participé en la marcha en apoyo a las Madres de Abril, quizás la más grande que se ha llevado a cabo en Nicaragua, donde yo fui testigo de la táctica criminal de tirar a matar, porque nos tiraron a los que estábamos participando en la marcha y ese día hubo 19 muertos y 89 heridos en Nicaragua. Eso contribuyó aun más a mi compromiso de apoyar a las madres de las víctimas, a las mujeres, a los estudiantes, a los presos políticos, a los campesinos, a las mujeres, a todos aquellos que están siendo víctimas del régimen Ortega Murillo.

¿Qué sentimiento le provoca Nicaragua?

Lo que sentimos muchos nicaragüenses: una profunda frustración. Un sentimiento de que estamos en un túnel, donde no vemos la luz al final de túnel, y no sabemos cuándo vamos a salir. Lo que digo siempre es que, si bien es cierto que Nicaragua es un país muy pequeño, un país que no tiene petróleo, es muy importante desde el punto de vista geopolítico. Estamos en el centro de las Américas. Me causan gran preocupación las acciones infames, criminales, de este régimen Ortega Murillo, que opera hasta hoy día con total impunidad.

¿Le ha sorprendido lo que sucede en su país?

Yo tenía una imagen bien clara de adónde iban Daniel Ortega y Rosario Murillo, esta pareja criminal, perversa, cruel, y desquiciada. Uno trata de analizar si hay realmente una estrategia y la única estrategia que yo veo es aferrarse al poder porque la alternativa para ellos es simplemente comparecer ante la justicia o la justicia internacional. Cuando fueron derrocados, los Somoza podían ir a los Estados Unidos, a cualquier país latinoamericano, podían viajar a Europa. Daniel Ortega y Rosario Murillo no tienen esas alternativas. ¿Adónde pueden ir? ¿Rusia? ¿Irán? ¿A Venezuela? Tienen una relación, incluso, muy difícil con Cuba, porque parece que Cuba no es muy favorable a la señora Murillo. Realmente no tienen muchas alternativas. Entonces para ellos es una idea obsesiva mantener el poder a toda costa.

¿Cómo se explica usted que haya más de 200 presos políticos en Nicaragua en condiciones muy particulares?

Muchas personas no comprenden la crueldad, la bajeza, la violación de los derechos fundamentales de los presos políticos, y el peligro que sus vidas están corriendo. En otros países democráticos, incluso los presos condenados por delitos graves, tienen derechos inalienables, consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, tales como el acceso al más alto nivel posible de salud física y mental, a recibir alimentación adecuada, el acceso al ejercicio al aire libre, buenas condiciones sanitarias, materiales de lectura, visitas y llamadas periódicas de niños y familiares, y acceso a guías espirituales, la Biblia y cualquier otro libro religioso. Estos derechos están siendo violados en las cárceles de Nicaragua.

Nicaragua no es el único país por el que yo abogo, pero los presos políticos en Nicaragua están en condiciones terribles si la comparamos con otros países. Es peor que Cuba, que Venezuela. Estamos hablando de serias violaciones a los derechos humanos, que ponen en peligro la vida de muchos de los presos políticos. Cuando estoy dando testimonio, cuando hablo con gobiernos extranjeros, yo trato de hacerles ver que no es otro país más donde hay prisioneros políticos. ¡Es un país donde hay prisioneros políticos que están en peligro de muerte!

¿Cuál considera usted que sería el propósito del régimen de mantener estos presos políticos con esa crueldad que describe?

Es muy simple: deshacerse de ellos. Ya sea, deshacerse de aquellos que han asesinado o de aquellos que tienen en las cárceles en peligro de muerte. No olvidemos que ya ha habido dos muertes. Entre esos muertos está el Comandante Uno, el general de brigada Hugo Torres, que murió en circunstancias misteriosas. Un hombre que le salvó la vida a Daniel Ortega. Estamos viendo a Dora María Téllez, Comandante Dos, otra figura icónica del Frente Sandinista. Su vida está también en peligro. El objetivo es deshacerse de cualquier voz opositora en Nicaragua.

Otra figura muy simbólica sería monseñor Rolando Álvarez…

¿Por qué lo secuestraron? ¿Y por qué se ensañan en él? ¿Por qué secuestraron a esos sacerdotes, seminaristas y laicos que estaban con él, y otros que están en la cárcel? Porque es una voz profética. Monseñor Álvarez tiene una voz más poderosa que todos los líderes políticos en Nicaragua. Tenemos enfrente a una pareja de criminales, de una parte, y de otra, perversos, crueles y desquiciados porque ya no hay razonamiento en sus acciones.

¿Usted cree que a la jerarquía católica de Nicaragua y el Vaticano les está faltando capacidad de reclamo?

Me ha sorprendido profundamente. Me ha chocado ver el hecho de que el cardenal (Leopoldo) Brenes no se haya pronunciado, no haya condenado el secuestro del obispo Rolando Álvarez. De uno de sus obispos. Que la Conferencia Episcopal de Nicaragua no haya condenado al régimen por la persecución de la Iglesia, que sigamos hablando de un diálogo. Como defensora de derechos humanos siempre estoy por el diálogo, pero desde un punto de vista de lo factible, de lo posible.

Y también hay que tener en cuenta cuando el esperar o tener un diálogo con un régimen que comete crímenes de lesa humanidad se convierte en complicidad. El 15 de diciembre voy a dar testimonio en el Congreso de Estados Unidos, donde una vez más voy a hablar sobre la persecución de la Iglesia en Nicaragua. No solo a la Iglesia católica, hay la percusión de otras religiones también, y quisiera que se pongan en contacto conmigo y que me mandaran información para que yo pueda incluirlas.

Las negociaciones entre el régimen de Venezuela y la oposición de ese país, ¿cree usted que sirvan de precedente para algo parecido en Nicaragua?

Seamos claros y no nos dejemos llevar por la esperanza de que haya una similitud en la forma como la comunidad internacional ve a Nicaragua y a Venezuela. Venezuela tiene petróleo. Nicaragua no lo tiene. Nosotros en Nicaragua tenemos oro. Daniel Ortega y Rosario Murillo le están dando concesiones a los rusos y a otras compañías canadienses, que deberían tener vergüenza de estar explotando el oro en Nicaragua. Ahora ya hay una sanción con respecto al oro, que fue puesta porque estaban usando a Nicaragua para traer oro de Venezuela, porque había una sanción para Venezuela y entonces lo sacaban por Nicaragua. No pensemos que esa oportunidad que le quieren dar a Venezuela es algo que le pueden dar a Nicaragua, porque Nicaragua no tiene petróleo.

¿No avizora una negociación para una salida de la crisis en Nicaragua?

¿Daniel Ortega y Rosario Murillo están dispuestos a buscar una salida? Hasta hoy día no han dado signos de ningún deseo de entrar en una verdadera negociación. La Iglesia católica tuvo una negociación aparentemente, en la cual estaba Colombia y Cuba, para que se liberara a 14 presos políticos. ¿Y vio cómo trataron a Colombia? A partir de este momento, de fuentes muy cercanas a esta negociación se me ha dicho que Cuba no estuvo contenta con eso y que no quiere volver a meterse en cuestiones de negociación por Nicaragua, con Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Si no es negociada, ¿cómo podría ser la salida?

Esa es la gran dificultad. Los nicaragüenses ya tuvimos una revolución para deshacernos y derrocar a un dictador, a una familia de dictadores. ¿Pero qué ocurrió? Reemplazando esa familia de dictadores tenemos en Nicaragua a dos dictadores peores que la familia Somoza. Entonces los nicaragüenses no están dispuestos, por el momento que yo lo sepa, a embarcarse en otra revolución armada. Tampoco hay países que estén proveyendo armas a los nicaragüenses.

Daniel Ortega piensa que puede quedarse en el poder, seguir incrementando su represión brutal y seguir teniendo elecciones fraudulentas donde ya solo hay un partido político en Nicaragua. ¿Cuáles son las posibilidades? Yo he estado abogando por sanciones económicas contundentes y efectivas. Tenemos que buscar todas las formas para debilitar a este régimen sanguinario y una de ellas son las sanciones económicas. He denunciado a instituciones financieras, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyo reporte sobre Nicaragua es escandaloso.

Tenemos el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), donde hay muchas cuestiones sobre corrupción en esa relación entre el presidente (Dante Mossi) de seguirle dando préstamos a Daniel Ortega y Rosario Murillo. También hay una cuestión con el Banco Mundial y yo he estado haciendo lobby con gobiernos de Europa y Estados Unidos y otros países para que estén al tanto de lo que está ocurriendo y por qué no deben permitir que esos préstamos se sigan dando, porque lo único que hacen es darle fuerza para que sigan reprimiendo al pueblo de Nicaragua y continúen fomentado ese estado de terror con el cual los nicaragüenses viven como en una gran cárcel.

¿Cómo ve Bianca Jagger el factor Rusia en toda esta ecuación?

He recalcado, he hecho hincapié, para que la comunidad internacional no se olvide de la importancia geopolítica que tiene Nicaragua y su relación con Cuba. El peligro es que los rusos pudiesen usar a Nicaragua para una nueva crisis, como la crisis de los misiles que existió en Cuba. Ellos creen que pueden seguir en el poder porque creen que tienen el poderío de Rusia apoyándolos y hasta cierto punto de China.

¿Ha intentado conversar con Daniel Ortega o Rosario Murillo?

No, no he tratado de hablar con Daniel Ortega. Cuando estuve marchando con doña Chica (Francisca Ramírez) y con los campesinos, yo veo directamente a la cámara y le digo: “Comandante, usted es un traidor de la revolución. Comandante, usted está vendiendo nuestro patrimonio nacional, el lago”. Dije todo lo que tenía que decir en ese discurso con los campesinos. Para mí, como nicaragüense, como joven que creyó como miles de jóvenes a través del mundo, yo me siento traicionada, defraudada. Yo no he sido nunca miembro de ningún partido político ni apoyé al Frente Sandinista. Yo apoyé a la revolución nicaragüense, que parte era sandinista. Si creí que era posible derrocar a una dictadura y que la revolución iba a traer la posibilidad de democracia, justicia y elecciones libres en Nicaragua. Evidentemente fuimos traicionados. Fuimos engañados.

¿Piensan regresar a Nicaragua?

Sí, claro que sí. Yo espero la oportunidad de poder regresar. Yo estoy siempre en Nicaragua. Todos los días, cuando me despierto, la primera cosa que hago es ver las noticias de Nicaragua, y en las redes sociales pongo lo que está ocurriendo, tratando de darles una voz a los presos políticos. Poco importa si esas personas eran personas con las que yo no coincidía políticamente, o si eran personas que yo conocía o no conocía. Para mí lo único que importa es que son inocentes, que son prisioneros políticos cuyas vidas están en peligro.

Plano personal

Bianca Jagger nació en Managua, Nicaragua, el 2 de mayo de 1945, y fue bautizada como Bianca Pérez-Mora Macías

En su adolescencia fue becada para estudiar Ciencias Políticas en París y en 1971 se casó con la estrella de los Rolling Stones, Mick Jagger.

Ha sido embajadora de Buena Voluntad del Consejo Europeo para la Abolición de la Pena de Muerte. 

Entre los numerosos premios que ha recibido se cuenta el Right Livelihood Award, también conocido como el “Premio Nobel Alternativo”, entregado en 2004 por “su compromiso de larga data y campañas sobre una amplia gama de cuestiones de derechos humanos “.

También ha recibido cuatro doctorados Honoris Causa de las universidades de Roehampton, en Londres (2017); del Este de Londres (2010); de Simmons College, Boston (2008) y de Stonehill College, Massachusetts (1983). 

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