CONTENIDO EXCLUSIVO.
CONTENIDO EXCLUSIVO.Es como si estuvieran jugando dos temporadas dentro de una misma. Primero arrasaron con sus rivales y hasta suscitaron comparaciones con los mejores equipos de la historia, pero luego se han venido de bruces contra el piso generando todo tipo de cuestionamientos.
Los Yanquis de la primera mitad de la campaña parecían los más fuertes candidatos a ganar la Serie Mundial de este año. Acumularon un fantástico récord de 62-28 y dio la impresión que ni siquiera necesitaban refuerzos. Eso pensaron los especialistas al ver su desempeño.
Todas las piezas parecían haber sido colocadas en el sitio correcto. Aaron Judge junto a Giancarlo Stanton y Matt Carpenter, bateando al estilo Barry Bonds, junto a DJ LeMahieu, Anthony Rizzo y Gleyber Torres parecían una línea de asesinos causando destrozos.
Y de los lanzadores ni decir. Gerrit Cole parecía en posición de lograr un no hitter en cada salida. Y así dominante se mostró Néstor Cortés, llevado al Juego de Estrellas, con Jameson Taillon impresionando y Luis Severino de regreso a sus niveles habituales desde la colina.
Lucían tan sólidos los Yanquis que, aun perdiendo a sus tres mejores relevistas del 2021 en Chad Green, Aroldis Chapman y Jonathan Loáisiga, el bullpen no se resintió. Clay Holmes asomó como un cerrador de lujo y Michael King se convirtió en el preparador ideal.
Fíjense si las cosas no iban tan bien para los Yanquis, que después de iniciar con balance de 15-6 (.714 de porcentaje de ganados y perdidos) en abril, siguieron con 19-9 (.679) en mayo y mejoraron a 22-6 (.789) en junio. Hasta ahí, todo iba perfecto con récord de 56-21.
El problema llegó en julio. La dinamita, que ha sido el soporte histórico de los Yanquis no explotó. El equipo dejó de batear, con excepción de Judge. Holmes lució agotado y parecía más al relevista oculto entre cifras discretas en los Piratas que al hallazgo de los Yanquis.
La rotación aflojó y el bullpen vaciló. Chapman y Loáisiga regresaron desajustados y hasta Wandy Rodríguez se contagió del mal momento, tanto así que el equipo cerró julio con 13-13 y se le dejó de ver como el conjunto matador. Incluso Cincinnati le faltó al respeto.
Pero las cosas malas no paran ahí. Los Yanquis tienen 3-11 en lo que va de agosto y para su fortuna, sus rivales han andado mal también, al extremo que tienen diez juegos de ventaja sobre Tampa y Toronto, mientras los Orioles hacen un esfuerzo titánico para salir a la luz.
Considere esto, desde julio hasta esta fecha, el mejor equipo de la División Este de la Liga Americana, son los Orioles con 25-11. En realidad, es el único que ha lucido bien. Toronto tiene 19-17 en ese lapso. Tampa acumula 17-19, los Yanquis 14-23 y Boston 14-24.
Desde la pausa de Juego de Estrellas hacia acá (fue el 19 de julio), los Yanquis tienen 8-17. Y han anotado solo nueve carreras en sus últimos siete partidos. Una producción tan pobre no la tenían desde agosto de 2015. Así que los pítcheres han quedado abandonados.
¿Podrán mejorar? Claro. Los Yanquis son un equipo muy talentoso y hasta los mejores planteles pasan por malos momentos, pero los buenos equipos se las arreglan para reagruparse y salir adelante, algo que seguro harán estos Yanquis del 2022.
Los Yanquis no necesitan refuerzos. Necesitan que lo que tienen vuelva a funcionar como en la primera mitad de la temporada, cuando acabar el ayuno del 2009 parecía un asunto casi inevitable, pero ahora han bajado de las nubes. Necesitan volver a levantarse.