Tal como lo anunció previamente el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, asumió en la IX Cumbre de las Américas la representación de las dictaduras de la región.
Fernández le negó al presidente de Estados Unidos el derecho y la capacidad de decidir a quiénes invitar a la Cumbre, y a quiénes no; a sabiendas, el mandatario argentino (porque ignorante no es), de que ese foro continental se instituyó para países con democracia y que el presidente anfitrión tiene la facultad de decidir las invitaciones. Y que, por lógica y ética política, está obligado a excluir a las dictaduras del magno evento democrático.
El presidente Fernández sí que se arrogó una facultad que no le corresponde, al atacar a EE. UU. y protestar en nombre de todos los países miembros de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), porque las dictaduras no estaban en la Cumbre.
El presidente de Argentina desempeña actualmente la presidencia temporal de la Celac, pero este cargo no es de carácter político, sino de “apoyo institucional, técnico y administrativo”, tal como se dice claramente en la página oficial de dicha entidad. En la cual se establece, además, que solo de manera colectiva y “por mandato de los Jefes de Estado y de Gobierno” la Celac “se constituye en la voz unificada de la región en temas de consenso”. Y para presentarse en la Cumbre de las América como abogado de las dictaduras, el presidente argentino no tenía el respaldo consensuado de la Celac.
En eso el presidente argentino ni siquiera tiene el consenso del pueblo de su país. Al respecto el diario La Nación, de Buenos Aires, en su editorial del martes 7 de junio le dijo a Fernández que “el encuentro regional no puede ser un ámbito para apañar tiranías…”
Puntualiza La Nación que “la decisión del mandatario argentino de abogar por la presencia de los regímenes dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua resulta una nueva incongruencia, teniendo en cuenta que la Argentina preside el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH). Desconocer que dichos derechos se violaron y se violan sistemáticamente en los tres países solo puede entenderse a partir de la identificación ideológica del gobierno nacional con quienes los gobiernan”.
Qué lejos está el actual presidente de Argentina de la coherencia y firmeza democrática de su antecesor, Mauricio Macri, cuya embajadora en la OEA, Paula María Bertol, defendió apasionadamente no al régimen sino al pueblo de Nicaragua. Cabe recordar que en una entrevista con LA PRENSA publicada el 9 de junio de 2019, la embajadora Bertol dijo que por solidaridad con el pueblo nicaragüense tenía orgullosamente su “carnet de monimboseña”.
Seguramente volverán los tiempos de Argentina defendiendo a los pueblos y no a las dictaduras, pues, a pesar de políticos como Alberto Fernández, en ese gran país hay elecciones libres y se puede cambiar democráticamente de gobierno, para poner otro mejor.