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Diez curiosidades que posiblemente no conocías sobre la guillotina

Fue el símbolo de terror durante la revolución francesa, y a ella se le atribuye su origen a pesar que desde siglos atrás se usaban en Europa aparatos similares. La guillotina, a pesar de su terrible fama, nació tal como la conocemos con intención de evitar sufrimiento e igualar la muerte de los condenados por la justicia.

Guillotin. La guillotina no la inventó Guillotin como popularmente se cree. Ciertamente, el nombre de este aparato proviene de cirujano francés Joseph Ignace Guillotin, diputado en la Asamblea Nacional de Francia, pero fue porque lo recomendó en octubre de 1789 como un método más humanitario e igualitario para ejecutar la pena de muerte. Desde el siglo XIII se usaban en Europa aparatos similares para matar a los condenados. El doctor Guillotin no fue escuchado sino hasta 1792, cuando otro doctor, Antoine Louis, bajo su propia insistencia, diseñó una modificación de la máquina que ya existía.

Nombres. Antes de llamarse guillotina en Francia, se llamó fallbeil en Alemania, maiden de Edimburgo en Escocia, gibbet de Halifax en Inglaterra, y mannaia en Italia. En los primeros años de la revolución francesa se le llamó también louison o louisette, en honor a su perfeccionador, Antoine Louis, pero finalmente se estableció para todo el mundo como “guillotina”. Tanto Louis como Guillotin terminaron lamentando que su nombre quedara asociado a tan terrible invención.

Hoja oblicua. La aportación principal de Louis fue el modelo de hoja con filo oblicuo, “para que corte limpiamente y alcance su objetivo”, según afirmó él mismo. Los aparatos similares que existían hasta entonces usaban una hoja filosa horizontal.

Ovejas. Las primeras víctimas de la guillotina, tal como quedó, fueron ovejas. Para probar si de verdad la modificación realizada por Antoine Louis era más eficaz se utilizaron primero ovejas. Después usaron cadáveres del hospital de Bicêtre, de París.

Cádaver. No solo para practicar se usaron cadáveres en la guillotina. También se decapitaron cadáveres por mandato judicial. Charles Valaze fue un político que, en pleno juicio en 1792, se suicidó con un cuchillo en la corte. El juez, igualmente lo condenó a la guillotina, ya que consideró que correspondía. Así, Charles Valaze, que llevaba días fallecido, fue guillotinado, demostrando que ni los muertos se salvaban de este método de ejecución.

Primero y último. El primer humano vivo guillotinado se llamó Nicolás Jacques Pelletier. Era un ladrón de caminos y su ejecución fue el 27 de mayo de 1792. La última persona ajusticiada con guillotina fue Hamida Djandoubi, un inmigrante tunecino que había matado a su esposa. ¿La fecha? Terriblemente cerca: el 10 de septiembre de 1977.

Hamida Djandoubi, fuel el último hombre ejecutado con la guillotina en Francia, el 10 de septiembre de 1977.

Humanitaria. Aunque ahora nos parezca un instrumento de terror, la guillotina fue propuesta como un instrumento para evitar el sufrimiento humano. En Europa era mucho más corriente ejecutar con la rueda, el garrote vil, el ahorcamiento, la combinación conocida en el Reino Unido como “ahorcado, arrastrado y descuartizado”, y la flagelación, todas formas terribles que infligían dolores indescriptibles a los condenados.

Igualitaria. Otra de las “bondades” que trajo la guillotina es que pretendía igualar a todos los que la justicia mandaba a matar. La decapitación era un privilegio de la nobleza. “Los delitos del mismo género se castigarán con el mismo género de pena, sean cuales sean el rango o condición del culpable”, afirmaba Guillotin en su propuesta. Este principio, que ahora parece natural, era revolucionario en Francia y tardó años en ser aprobado en el resto de países. La guillotina, así, pasó a significar el estado igualitario que todos asumimos al morir, no importa de qué clase social seamos ni la riqueza que hayamos tenido o el rango ostentado: todos sufriremos de la misma manera.

María Antonieta. Una de las más celebres decapitaciones hechas a guillotina fue la reina María Antonieta. La mañana del 16 de octubre de 1793 todo París se hallaba en las calles, en los balcones y en los tejados. María Antonieta, abucheada e insultada, se dirige al cadalso con las manos atadas a la espalda, condenada a morir en la guillotina, a los 37 años de edad, y casi nueve meses después de la ejecución de su marido, el rey Luis XVI. Cae la cabeza de la reina y el verdugo la muestra a la muchedumbre que abarrota la plaza de la Revolución, la actual plaza de la Concordia, donde nace la avenida de los Campos Elíseos, y que grita con furia: ¡Viva la República!

Matanza. Durante el llamado Periodo de Terror de la revolución francesa, el total de condenas de muerte y de ejecutados con la guillotina en toda Francia fue de 16.594 personas.

Fuente: National Geographic.

La Prensa Domingo

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