Acostado en la cama del hospital en Hermosillo, con un protector en el cuello, usando roba de paciente, una sábana hasta la cintura, pinchazos de jeringa en su mano izquierda y cuerdo para expresarse, JC Ramírez habló por primera vez para tranquilizar a sus familiares y fanáticos que se mantenían en vilo por su situación al ser impactado por un pelotazo salido de Addison Russell la noche del domingo en el encuentro entre los Tomateros y los Naranjeros.
“Buenas noches mi gente, quiero tomarme este momento para poder comentarles sobre mi situación. Gracias a Dios la tomografía y la resonancia magnética salieron normales. Todo fue negativo. Sigo en el hospital por precaución por los mareos que me dan y todavía se me hace difícil hacer movimientos rápidos, pero estamos avanzando bien. También quería agradecerles por todo su apoyo. Me da mucha alegría saber que hay mucha gente que me apoya y me desea el bien, me mandan buenas vibras y me hacen sentir muy querido. Ahora debo seguir reposando hasta que se me vayan los mareos y regresar a Culiacán con el equipo”, comentó Ramírez en un video publicado en sus redes sociales de un minuto.
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“El cerebro está intacto, sus huesos están intactos. Está todo bien, solo la pequeña inflamación que tiene”, explicó también su esposa Flor Martínez en su cuenta de Instagram.
JC Ramírez fue un jugador de Grandes Ligas. Debutó con Filadelfia en 2013, luego pasó fugazmente por Arizona, Seattle, Cincinnati y Anaheim, donde se estableció cuatro temporadas, teniendo su mejor año en 2017 al finalizar con récord de 11-10, pero una operación Tommy John lo sacó de su buen momento, perdió un año y al regresar su brazo ya no fue más el mismo. Había perdido la potencia y se había convertido en un lanzador frágil y rápido de descifrar al pasar de ser un tirar 98 millas a 90-92.