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Jaime Chamorro Cardenal: “La historia de LA PRENSA es la historia de Nicaragua”

A través de los recuerdos más personales y familiares, don Jaime Chamorro Cardenal, director de LA PRENSA y presidente de su Junta Directiva, reconstruye la historia de este Diario que alcanza hoy los 95 años.

A través de los recuerdos más personales y familiares, don Jaime Chamorro Cardenal, director de LA PRENSA y presidente de su Junta Directiva, reconstruye la historia de este Diario que alcanza hoy los 95 años.

Chamorro nace en 1934, el año que asesinaron a Sandino, cuando LA PRENSA tenía ya ocho años de vida y se recuerda jugueteando a los siete años en aquellos galerones olorosos a tinta y papel, donde los lectores llegaban a comprar su ejemplar y las monedas se iban acumulando en panas. Recuerda a su padre, conservador y devoto católico, de personalidad tranquila, y a su hermano mayor Pedro Joaquín, impetuoso, sagaz y decididamente antisomocista. Vio al Diario crecer desde sus tiempos artesanales hasta convertirse en el medio de comunicación más importante y moderno de Nicaragua.

LA PRENSA ha enfrentado desde sus páginas a tres dictaduras. “Yo tengo ya 86 años y solo he vivido los primeros dos años sin Somoza, y los 16 de Violeta, Alemán y Bolaños. De ahí pura dictadura”, dice.

Esta es una entrevista sobre la familia Chamorro y LA PRENSA en sus 95 años, que es también, al final, la historia de Nicaragua, porque como dice don Jaime Chamorro “la historia de LA PRENSA es la historia de Nicaragua del siglo XX”.

¿Cuáles son sus primeros recuerdos de LA PRENSA?
Nosotros vivimos frente a la iglesia San Sebastián en la avenida hasta 1941, cuando mi mamá (Margarita Cardenal) hizo una casa en la calle El Triunfo, pegado a los talleres de LA PRENSA. La hizo con la herencia de su padre, que murió en 1936. Experiencias de niño-niño no tengo porque LA PRENSA estaba a tres cuadras y no me llevaban, pero en el 41 sí, ya tenía siete años.

¿Qué recuerda?
Cuando nos pasamos a esa casa fue en el 41. Yo tenía seis años. Se inauguró con la primera comunión de Xavier y yo. Tengo la tarjeta todavía. Ahí sí estaba LA PRENSA. Era un galerón. La esquina era la casa, después un galerón largo, donde adelante había una casa normal de Managua, de esas que tienen dos puertas, después un taller. En la calle El Triunfo. Había como cuatro escritorios que daban a la calle. Vos podías llegar y hablar con alguien. Mi papá (Pedro Joaquín Chamorro Zelaya) estaba más adentro. Y había un administrador que se llamaba Carlos Uriza, con unas panitas con monedas, a mí me daba una de 25 centavos, ocasionalmente.

La familia Chamorro en la casa de la calle Ei Triunfo, 1965. LA PRENSA/Archivo

¿Para qué eran esas monedas?
Eran las monedas con que pagaban. La gente llegaba a comprar el periódico. La máquina era una muy alta con un cilindro enorme. Se subía un hombre con un papel y lo ponía en el cilindro y lo tiraba. Luego ponía otros y cuando terminaban todo un lado, lo ponían al revés. El periódico era de cuatro páginas. Las letras se ponían a mano. Había cajas y la gente iba armando las palabras con cada letra.

¿Cuál era el tiraje?
Unos mil a dos mil ejemplares, creo yo. Si Managua era cuatro calles.

¿Cómo vivió el Diario el nacimiento de la dictadura de los Somoza?
En 1944 hubo una revuelta porque Somoza se quiso reelegir. Somoza estuvo a punto de renunciar. Cuando volvió a consolidar el poder, él se vengó. Pedro (Joaquín) era estudiante universitario y era líder en las manifestaciones. No hubo muertos como ahora, pero eran fuertes. Cuando todo se controló, Somoza cerró LA PRENSA diciendo que ahí se había impreso una papeleta diciendo obscenidades de la mamá de Tacho. Vulgar. Eso era imposible, mi papá jamás haría algo así. Cierran LA PRENSA y mi papá vende una granja que tenía, la hacienda Las Mercedes no sé cómo quedó, porque la finca no solo era de él, alquila la casa, y se va a Nueva York, con mi mamá. Pedro se va a México a estudiar porque cerraron la universidad en Managua. Mis dos hermanas se van a un colegio en Washington porque les dieron una beca porque ahí se educó mi mamá. Xavier y yo a Granada a la casa de mi abuela Isabel, que estaba frente al parque. Los Cardenal eran riquísimos en esos tiempos. Mi mamá trabajó de obrera en Nueva York en una casa de costura y mi papá se dedicó a investigar y después hizo un libro sobre la Federación Centroamericana. Todos dispersos. Dos años pasamos así. Cuando le dijeron a mi papá que ya podía abrir, se vino alegre, con un sello con una mano y una antorcha que decía LA PRENSA. Entusiasmado.

¿LA PRENSA tuvo el sello de su padre hasta que asumió su hermano Pedro Joaquín y la cambió?
Mi papá tenía un carácter totalmente opuesto al de Pedro, aunque los dos se querían y admiraban. Mi padre, más parecido al mío: calmo, tranquilo. Iba casi diario a misa. Iba al cine también. Se llama El Triunfo. No diario, pero bastante. Siempre andaba de saco blanco, y en la tarde se ponía el saco y se iba al Club Managua a pie. Tenía un grupo, y jugaban ajedrez, creo. Él no tomaba tragos. Una vez yo me piqué chavalo y me dijo: “Eso es peligroso porque a mí me gustó mucho y tuve que dejarlo porque eso envicia”. Me dio consejos, no me regañó.
Mi papá puso a Pedro Joaquín de subdirector, pero llamó también a Pablo Antonio (Cuadra) para darle equilibrio. Mi papá se dedicó a escribir. En el corredor de la casa iba caminado y dictaba a una secretaria. Hay una anécdota que yo vi. Un ministro de Somoza comenzó a atacar a mi papá, en Novedades, escribiendo afirmaciones en boca de mi papá que no había dicho, mi papá contestaba y aclaraba, pero era inútil, Pedro comenzó a alabar a ese ministro en LA PRENSA. Decía que era el mejor funcionario, que era honrado y cosas así. Un día llegó ese ministro a mi casa y le reclamó a Pedro: “¿Qué te tenés contra mí con esas alabanzas? ¡Que me van a correr!”. Y vos qué tenés contra mi papá, le dijo Pedro. “Que era una broma”. Bueno, pues dejá de atacar a mi papá y dejo yo de alabarte.

Don Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, con su hijo Jaime. LA PRENSA/Archivo

¿Cómo vio LA PRENSA a Sandino en su momento?
Dicen que Sandino habló bien de mi papá. Que era un conservador pero que era buena gente. Algo así. Pedro sí era admirador de Sandino, pero nunca lo vio con los ojos de los sandinistas, sino como un luchador de la soberanía de Nicaragua. Tenía un retrato de Sandino y cuando ganó Violeta (Barrios de Chamorro), Pedro Joaquín, hijo, lo llevó a la Presidencia y lo puso.

¿Y con Somoza simpatizó en algún momento?
No, nunca. Yo tuve dos encuentros con Somoza Debayle, antes y después siendo presidente. Una vez fui con un amigo mío a bañar a mis hijos a la piscina de la casa de mi concuño Ofilio Lacayo, muy amigo de Tachito. Eran bien raras las piscinas en ese tiempo. Quedamos en la sala. De repente empezaron a entrar guardias por un lado y por otro, y entró Somoza. Llegó y me dice: “Hola, ¿vos quién sos?”. Yo soy Jaime Chamorro, le dije, ¿y usted quién es? Se tiró la carcajada, y el amigo que andaba conmigo comenzó a regar el cuento. El otro cuento es que, en esa misma casa, otro día, en el cumpleaños de mi cuñada Amalia había un bufet. A mí me gusta comer, me serví de los primeros, y me senté en una mesa, solito. Somoza llegó y se sentó al lado. No se sentó nadie más. Quedó vacía la mesa, pero no hablamos de política sino de construcción.

El regreso de Pedro Joaquín de México supuso un gran cambio en LA PRENSA.
Cambia. No sé si mi papá opuso resistencia. Creo que algo. Como estaba la guerra, LA PRENSA salía con títulos como “Bombardean Stalingrado”. Había un tipo todo el día oyendo el piri pipí. Pedro cambió todo y compró una máquina nueva. Siempre era plana, pero ya con bobina. Empezó a sacar noticias de interés y el crimen de Milagritos Cuarezma y era como una novela y a la gente le gustaba eso. Antes salía que doña tal cumplía año y la foto. Eso se acabó.

¿Era un periódico identificado con el Partido Conservador?
Era partidario y bastante católico. Con Pedro se acabó, pero siempre apoyando a la Iglesia católica, aunque Pedro siempre fue del Partido Conservador, pero no por convicción. Una vez lo oí decir que formar un nuevo partido era muy difícil y que era mejor transformar algo que ya estaba.

La casa de doña Isabel Argüello de Cardenal en Granada, abuela de los Chamorro Cardenal. Esta casa la donó a la iglesia.

¿Cómo competía LA PRENSA con los otros periódicos?
Había muchos periódicos. Me acuerdo de La Nueva Prensa, La Estrella de Nicaragua, Flecha, La Noticia, El Centroamericano. La Noticia era un poco más grande y el resto como parejos. No había un liderazgo enorme. Pero, LA PRENSA comenzó a agarrar el liderazgo. Después los otros periódicos se fueron cayendo.

¿A qué se dedicaban sus padres antes de LA PRENSA?
Mi papá era abogado, pero no ejerció. Él pasó su juventud exiliado. Su mamá murió cuando él tenía cuatro años, de los pulmones, y una tía lo recogió para criarlo con sus hijos. Eran dos hermanos casados con dos hermanas: Pedro José Chamorro con Dominga Zelaya, y Pedro Joaquín Chamorro con Ana María Zelaya. Se casaron el mismo día, en la misma iglesia, y tuvieron hijos casi a la misma vez, ellos una niña y mis abuelos, un niño, mi papá. Esa familia es perseguida por Zelaya, vivían mucho en el exilio, les ponían multas. Tenían una hacienda que se llamaba Las Mercedes, en Nandaime, de cacao muy grande, a mí me tocó pasar temporadas allí. Además, mi papá tenía una granja por Xiloá, le gustaba mucho la agricultura, era como una pasión. Tenía vacas, silos, gallinas, cerdos y una hacienda de café en Casa Colorada.

¿Por qué decide invertir en un periódico?
Él era supercatólico. Y superconservador. Lo hace para defender esas dos cosas, principalmente. Era también escritor, historiador. Le encantaba la historia y vivía investigando. Su padre era viudo, pero vivía exiliado. Después que cayó (José Santos) Zelaya, a mi papá lo nombraron cónsul general de Nicaragua en Gran Bretaña. Soltero, se va. En Francia conoce a mi mamá, Margarita Cardenal. Fue viceministro de Gobernación con Adolfo Díaz.

Pedro Joaquín asume la dirección de LA PRENSA en 1952, a la muerte de su padre.
A mi papá le da cáncer en el páncreas. Le dicen que está liquidado. Vélez Paiz llegó a la casa, que era experto. Nos reunió a todos y le dio seis meses. Mi mamá lo llevó a Estados Unidos, y ahí lo abrieron y lo cerraron para que volviera. Ya no se podía hacer nada. Yo estaba interno en Granada, y el 8 de diciembre del 52 salí del colegio. Me iba a bachillerar y volví a Granada. Estaba ayudando en el cine del colegio cuando me llegaron a avisar que se había muerto. Mi abuela me mandó su carro para venirme por Nandaime porque no había carreteras.
Pedro tenía una admiración enorme por mi papá. Mi papá había escrito un libro que se llamaba Frutos Chamorro y me dice Pedro: “Mi papá quiere que se publique ese libro, vos encargate”. Yo dibujé la portada. Eran diferentes, pero se tenían una mutua y gran admiración.

¿Cómo se incubó ese sentimiento antisomocista en Pedro Joaquín y en LA PRENSA?
Es que Somoza agarró el poder, empezó a reelegirse, había mucha corrupción. Ahora es peor. Pedro era íntimo de José Figueres (político y presidente de Costa Rica), y la idea de él era hacer una República. Si hubiera triunfado, estaríamos como Costa Rica, no que siempre estamos en lo mismo. No pasamos de la misma cosa. Fíjate que yo tengo ya 86 años y solo he vivido los dos primeros años sin Somoza, y los 16 de Violeta, Alemán y Bolaños. De ahí pura dictadura.
Apartando el cierre, Somoza no atacaba al periódico económicamente. En el 54, con la rebelión de abril, no lo cerró, sino que, como Pedro Joaquín, el director, estaba involucrado, lo echó preso y luego le dio casa por cárcel. En el 56 matan a Somoza y vuelven a echar preso a Pedro. Lo torturaron. Ahí es cuando escribe Estirpe Sangrienta.

El carácter de don Pedro Joaquín Chamorro Zelaya era muy diferente al de su hijo del mismo nombre. En la gráfica Pedro Joaquín Chamorro Cardenal en su oficina una vez asumió la dirección de LA PRENSA. Archivo

Anastasio Somoza Debayle dice en sus memorias Nicaragua traicionada que entre Pedro
Joaquín y él había una rivalidad personal. Que incluso una vez se agarraron a golpes en el colegio.
Eso dice, pero eso no lo sé. Yo una vez oí decir a Pedro que él quería que se fueran, a gozar sus reales a otro lado, pero que nos dejara hacer una Nicaragua distinta, UNA REPÚBLICA. No tenía ese espíritu de venganza.

Ya para los años 60 y 70, LA PRENSA es líder indiscutible de los medios de comunicación en Nicaragua. ¿Cómo se vivía eso a lo interno de su familia?
En el 61 mi mamá hizo una sociedad anónima con los hijos. Les dio casi todas las acciones a los hijos y ella se quedó con cinco. Una para cada uno cuando ella muriera. Pero ella era la presidenta. Y Pedro hizo que en la escritura la presidenta tuviera todos los poderes del mundo. Pero ella ni siquiera iba a la directiva. No se metió. Se metió hasta que Xavier rompió con LA PRENSA y formó El Nuevo Diario.

LA PRENSA ha tenido muchos momentos duros. Posiblemente el más duro sea el asesinato de su director, Pedro Joaquín Chamorro, en enero del 78.
Sí, ese fue el más duro.

Otro sería ese: el rompimiento con su hermano Xavier que llevó al nacimiento de El Nuevo Diario. De ese se ha hablado muy poco.
Xavier se inclinaba a no molestar a los sandinistas y estaba Pedro, hijo, que era jincón, y Carlos Holmann y yo que nunca estuvimos de acuerdo con los sandinistas. Ahí había un conflicto. El sindicato lo manejaban los sandinistas, y empezaron exigir que se pusieran coletas en las noticias. Los comandantes nos criticaban, pero entre más nos criticaban más subía la circulación. Renuncia Violeta (a la Junta de Gobierno) y al día siguiente vengo yo en el carro y me dicen que no puedo entrar porque LA PRENSA está tomada por el sindicato. Empezó una negociación. Llegó parte de la Dirección Nacional a la casa de Violeta a negociar. Y mi mamá se paró y dijo: “Nosotros somos los dueños y nosotros vamos a decidir lo que se va a publicar”. Nos mandaron a decir que la iban a confiscar. ¡Que la confisquen!, dijo. Exigían que Xavier fuera el director de todo y que los demás no nos metiéramos. Nosotros teníamos bastante papel porque estaba en Corinto y no se quemó con las instalaciones (en la guerra). Imprimíamos en León. Xavier me dice: ¿Por qué no me compran las acciones? ¡Bárbaro! ¡Mejor! Hicimos un arreglo de darle una parte de máquinas, dinero y unos terrenos, e irle pagando con papel, porque la papelera no quiso venderles a ellos, pero aceptó que nosotros les vendiéramos. Nosotros circulábamos mucho más que ellos. A mi mamá le dio un derrame tremendo por eso, pero se recuperó. Eso fue en el 80 y ella murió en el 98. Tuvo que aprender a escribir de nuevo. Lo raro es que cuando se despertó solo hablaba en inglés.

Usted escribió un libro que se llama Entre dos dictaduras. ¿Cuál es la diferencia entre la
dictadura de Somoza con respecto a LA PRENSA y la de los sandinistas en los años 80?
Totalmente diferente. La sandinista era mucho más fuerte, porque la dictadura de Somoza permitía ciertas cosas. Por ejemplo, jueces que no te condenaban. A Pedro no lo condenó este juez, Guillermo Vargas Sandino. En los 80 el gobierno podía hacer lo que quisiera: confiscarte, matarte, no había un juez que pudiera ampararte, era un poder absoluto. No había balance. No había poderes, solo uno. En el tiempo de Somoza, en la Corte Suprema había gente decente, no la mayoría tal vez, pero había algunos. Había ciertos jueces decentes. Había corrupción, pero no de ese tipo de coger todo, como están haciendo ahora con algunas ONG, Confidencial y 100% Noticias, ni un papel, al menos en los ochenta cuando confiscaron la casa de un cuñado mío, me llamaron y yo pregunté: ¿Tienen una orden de confiscar esta casa? Y la oficial piricuaca me mostró un papel que decía: “Ministerio del Interior: confisquen todas las casas de los somocistas”, firmado: Tomás Borge. Yo le dije: Pero mi cuñado no es somocista, y ella contestó: “¿No ve que tiene un carro Mercedes Benz?”.

¿Y este período actual, con Daniel Ortega y Rosario Murillo, con respecto al de los años 80?
Estamos casi igual. Ahora te confiscan contra la ley, contra la Constitución, para castigarte. No hay respeto. Eso me molesta porque yo siempre he sido legalista.

¿Cómo explica que LA PRENSA esté llegando a los 95 años después de tantas vicisitudes y enemigos tan grandes?
Lo que pasa es que LA PRENSA se volvió una tradición en Nicaragua. La historia de LA PRENSA es la historia de Nicaragua del siglo XX. Para mí, ahora es el momento más crítico. No solo por el gobierno, sino porque está cambiando el sistema de información. Y la falta de anuncios. En los buenos tiempos una señora se enojó porque llegó a una fiesta y no la sacaron en las noticias sociales y le pidió a su esposo que no se anunciara más en LA PRENSA. Al mes llamó el señor, pidiendo que le volvieran a poner sus anuncios. Estaba perdiendo porque nadie llegaba a comprarle. Somoza se anunciaba en LA PRENSA.

Usted le dijo a Rosario Murillo que LA PRENSA iba a llegar, a pesar de ellos, a los 100 años.
Lo dije con optimismo. Pienso que llegaremos, falta poco, estamos haciendo transformaciones para adaptarnos a los tiempos y al internet.

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