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asesino, Laureano Ortega, Nicaragua

Ahora, que serás libre

No hay duda de que Nicaragua, ahora, será libre. Un futuro que se está haciendo con el dolor de los que cayeron, los que se fueron, los que volvieron y los que, pese a todo, siguen cantando

El pasado domingo llegaron unos 2,000 nicaragüenses a un parque en las afueras de la ciudad de Zaragoza, España. Para muchos que no pudieron desplazarse en bus supuso una caminata de unos cuantos kilómetros, y algunos cargando niños de poca edad. Se trata de una de las comunidades nicas más numerosas en España, a la que se han añadido durante el último año muchos exilados por la violencia y la necesidad.

Era domingo por la tarde. Cuando nos acercábamos divisamos una gigantona zarandeada por un mar de banderas azules y blancas y el rumor de mucho pueblo. La actividad cultural culminó con un concierto de Juan Solórzano y Carlos Mejía Godoy, a quien las canas de 70 años y 50 de carrera musical no le restaron ni un segundo de entregarse al alma del pueblo nica concentrado allí.

Las viejas canciones nunca fallan. Tan de siempre, tan pegadas al habla de la gente y a la tierra. Son una forma de patria. Algunas ahora, habían renovado sus letras para cantar el futuro, porque lo que ocurrió en abril ha removido tanto la historia reciente de Nicaragua que hasta las canciones se han agitado como el pueblo que se ha visto arrojado a un destino incierto.

Mujeres con ojos desvelados, hombres con manos encallecidas, de horas de mucho trabajo, todo ello rodeado de aquella suave tristeza que tienen todos los domingos por la tarde del mundo. En las espaldas de esta gente, que tiene la silueta de las canciones, se sostiene también gran parte de la canasta básica de sus familiares y amigos que aún permanecen en Nicaragua. Y en las comunicaciones, los envíos de remesas, o las felicitaciones, se callan muchas veces esas horas de angustia y sin sueño que supone para muchos migrantes nicas la incertidumbre.

Todos se habían puesto camisas recién lavadas azules y blancas. Oí que algún zaragozano preguntaba de qué equipo de futbol era toda aquella gente. Y lo que había era pueblo y más pueblo congregándose para cantar y llorar como Mejía Godoy al entonar la Nicaragüita.

A los que alguna vez han estado fuera de sus patrias chicas por mucho tiempo, les sonará familiar el erizarse de la piel, el sudor y las lágrimas, los abrazos con desconocidos, como empujando la tierra para este lado de uno, mientras se entonan los cantos de todos. Como Carlos sabía que era domingo por la tarde, y muchos habían cambiado los cultos y las misas por cantar con él, les propuso entonar el Credo de la Misa Campesina. Y el creo en vos, compañero, resonó como en una misa de gloria.

No hay duda de que Nicaragua, ahora, será libre. Un futuro que se está haciendo con el dolor de los que cayeron, los que se fueron, los que volvieron y los que, pese a todo, siguen cantando.

El autor es periodista.
@jsanchomas

Columna del día España Nicaragua archivo

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