Apoyadas por la Policía Orteguista, que en todo momento se mantuvo acechando la marcha azul y blanco, este domingo en Managua las fuerzas paramilitares armadas y organizadas por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo atacaron a balazos otra manifestación pacífica, donde mataron a un adolescente, hirieron al menos a seis personas más incluyendo a dos periodistas y persiguieron y detuvieron a decenas de manifestantes, en una jornada de terror estatal más contra el pueblo nicaragüense.
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Producto de la arremetida, ejecutada a plena luz del día, el periodista Winston Potosme y el reportero gráfico Inti Ocón resultaron heridos mientras cubrían la manifestación que inició en la parte sur de los semáforos del mercado de Mayoreo, zona donde los paramilitares y fanáticos del caudillo llegaron para intimidar a los autoconvocados.
Unas doscientas personas que se habían atrasado en llegar al punto de partida fueron atacadas a balazos por fanáticos del orteguismo custodiados por policías, quienes se sumaron a la agresión lanzando bombas y gases lacrimógenos para dispersarlas, pero no lograron desmontar la movilización en ese momento.
Al ver que no lograron intimidar a los ciudadanos que llegaron con banderas de Nicaragua exigiendo libertad para los presos políticos, justicia por todos los asesinados y democracia en el país, el oficialismo mandó a los paramilitares a que dispararan para sembrar el terror y dispersar la masa que avanzaba gritando a todo pulmón consignas que evidencian el profundo rechazo que la mayoría de nicaragüenses sienten contra Ortega y Murillo.
Para sortear los bloqueos policiales, la marcha tomó las calles que pasan por el barrio Villa Feliz y la colonia 9 de Junio y cuando avanzaba por las Américas III aparecieron motorizados al frente y empezaron a disparar sin importarles que en la multitud iban niños, mujeres y ancianos.
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Ese fue un momento de angustia porque mientras se ejecutaba el ataque por la parte frontal, por atrás la Policía Orteguista empezaba a lanzar bombas lacrimógenas, dejando a la gente como única opción correr por las calles angostas de los barrios Américas III y 8 de Marzo, saliendo a la pista Buenos Aires.
Aunque la distancia era corta, los autoconvocados llegaron exhaustos hasta la pista principal porque el gas lacrimógeno les complicaba respirar mientras corrían.
Pero entre este escenario de miedo por no saber qué más pasaría luego, ciudadanos salieron de sus casas con agua para que la multitud despavorida se lavara la cara; también a algunos se les brindó refugio.
Desde donde los paramilitares estaban se oían salir los disparos secos de pistolas y otros más fuertes y seguidos como de fusiles AK, junto a morteros y bombas de uso policial.
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El indiscriminado ataque a balazos provocó pánico en los manifestantes y en los vecinos de la zona, y fue cuando empezaron a caer los primeros heridos de bala.
Mujeres con niños, adultos de la tercera edad y jóvenes de todas las edades corrían y buscaban dónde refugiarse, otros se lanzaban al suelo o se parapetaban contra postes y muros. Mucha gente abrió sus puertas y llamaba a los manifestantes para que se resguardaran.
Hasta ese punto la marcha se desintegró. Un grupo de gente que iba adelante logró avanzar unas cuadras más, pero fueron perseguidos por los rabiosos policías y fanáticos orteguistas.
Paramilitares y antimotines en cacería
Como si no fue suficiente el ataque, después de dispersar la marcha los mismos paramilitares y antimotines persiguieron a quienes participaron para montarlos a las camionetas y llevárselos.
Una ciudadana que omitió brindar su nombre para evitar más agresiones, narró a LA PRENSA el momento en que un paramilitar la alcanzó hasta Bello Horizonte, la golpeó en la cara hasta fracturarle la nariz y la montó a una camioneta que luego arrancó, pero cuando circulaba por la rotonda La Virgen la tiraron del vehículo por orden de un jefe policial.
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“Yo no andaba nada más que mi pitoreta y mi bandera y mi botella de agua y cobardemente me agredieron; a todos los muchachos se los llevaron presos. No sé a quién más soltaron”, contó la ciudadana con voz acelerada y cuando todavía tenía sangre en el rostro y en la pierna izquierda, producto de la agresión.
Según la agredida, cerca de veinte jóvenes fueron montados en otras camionetas en el sector de Bello Horizonte, donde durante más de una hora patrullaron camionetas con antimotines a bordo en busca de más personas que llevaran banderas o camisetas azul y blanco.
Horas después del ataque, la Policía Orteguista emitió la nota de prensa 114-2018 donde queda en evidencia que apaña a los grupos paramilitares, al señalar que la muerte de Matt Romero fue provocada por un fuego cruzado protagonizado por los mismos autoconvocados.
Un dron sobre la iglesia
Tras el ataque a la marcha azul y blanco, cuyo lema era “Todos somos la voz de los presos políticos”, una parte de los autoconvocados se refugió en la iglesia Nuestra Señora de las Américas, ubicada en el barrio Américas III, donde se realizaba una misa.
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Inmediatamente empezó a sobrevolar un dron para ubicar cuántas personas estaban en la zona, mientras a las pocas cuadras sonaban los disparos de los paramilitares. A escasas cuadras estaban estacionadas varias patrullas de la Policía Nacional con la intención de apresar a quienes vieran salir con banderas de Nicaragua o camisas azul y blanco.