Amenazas de muerte, violaciones sexuales, extracción de uñas, azotes con madera en las plantas de los pies, son parte de los hallazgos encontrados por la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH, filial Estados Unidos), en los dieciséis casos de denuncias que ha documentado sobre tratos crueles y torturas aberrantes a presos políticos por el régimen de Daniel Ortega, en las cárceles de la Policía Nacional.
Documentar las denuncias es parte del proceso que realiza ese organismo para presentar las graves violaciones de derechos humanos cometidas por el gobierno de Ortega ante los organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), en septiembre próximo.
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De igual manera los presentará ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para apoyar a los presos políticos en los procesos de refugio en Estados Unidos.
Rafael Cárcamo, representante de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), en Estados Unidos, sostiene que el régimen de Ortega emplea métodos de investigación criminal prohibidos por las convenciones internacionales: “se trata de actos crueles para obtener información y confesiones sobre los grupos opositores, esto mediante torturas físicas y psicológicas a las que han sido sometido los presos políticos en Nicaragua desde que iniciaron las protestas en abril pasado”.
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Desde entonces más de 450 personas han sido asesinadas a través de disparos precisos en la cabeza, cuello y tórax, cerca de tres mil han resultado heridos, y más de 130 opositores están presos por participar en las protestas, según información preliminar de organismos locales de derechos humanos.
El activista informó que entre los casos que han documentado se encuentra el de jóvenes que fueron sodomizados con la punta de un fusil. Esos casos, asegura Cárcamo, han sido corroborados con otras denuncias que han recibido.
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Los nombres de los expresos políticos permanecen bajo confidencialidad para proteger a familiares que residen en Nicaragua.
“Son torturas brutales, esa práctica del terror ni durante la guerra con Somoza tuvimos conocimiento de este tipo de torturas”, dijo.
Uno de los que decidió denunciar públicamente al régimen Ortega Murilo en medios de comunicación estadounidenses, es Marco Novoa, un joven universitario que fue secuestrado por paramilitares a finales de mayo, y trasladado a una cárcel clandestina donde permaneció durante ocho días. Novoa, ciudadano estadounidense permanece en Florida, donde se recupera de lesiones físicas y psicológicas.
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Durante las entrevistas Novoa describió las torturas que vivió, una de ellas fue la ruleta rusa (juego de azar potencialmente mortal que consiste en que un jugador coloque una bala dentro del tambor de revólver, gire el cilindro, coloque el cañón en la sien y presione el gatillo). El arma le era puesta en la cabeza, igualmente en los testículos. En sus relatos narra como su cuerpo estuvo amarrado durante los interrogatorios, le ponían trapos en el rostro y le dejaban caer agua, una situación que le provocaba asfixia.
Novoa describió como los paramilitares le introdujeron un mortero en el ano, luego lo patearon lo que provoco sangramiento en esa área, todo fue porque al escuchar los gritos de una estudiante que era violada, se indignó y les dijo a los paramilitares que la joven podría ser hija de ellos. Su voz por momentos se quiebra al describir las atrocidades.
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El universitario asegura que otros seis estudiantes estaban en ese mismo sitio, los mantenían desnudos y esposados, una práctica denunciada por personas que han sido liberadas tras ser secuestradas por paramilitares y policías al servicio del régimen siniestro de Ortega y Rosario Murillo.
Otras torturas
Cárcamo sostiene que en la recopilación de denuncias, la CPDH ha logrado identificar otros tipos de torturas.
“Les ponen lápices entre los dedos y se los aprietan, les arrancan el pelo, les propinan azotes en las plantas de los pies con madera. Es increíble la cantidad de relatos que hemos encontrado de cómo han sido abusadas estas personas, ya no digamos en el caso de las mujeres que han sido violadas”.
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La finalidad primordial de este tipo de torturas, a juicio de Cárcamo, es amedrentar, humillar, evitar nuevos alzamientos y desmovilizar las protestas, “pero se equivocan porque el efecto ha sido lo contrario porque la juventud ha demostrado gran coraje y tenacidad”, aseguró el activista.
La CPDH estima que más de 30 mil nicaragüenses han emigrado hacia Costa Rica y Estados Unidos producto de la política de terror que impone el régimen de Ortega.
La delegación de la CPDH denunciará en la ONU las graves violaciones a los derechos humanos del gobierno de Ortega y Murillo: “El interés es que ningún caso quede impune, que todos los casos de torturas que haya cometido el régimen sean denunciados para que Ortega responda ante la justicia por todas las violaciones a los derechos humanos”, manifestó Cárcamo.