Si por casualidad Javier Robles no es el mejor jugador del país, al menos debe ser el que más ha evolucionado.
Robles no solo tiene todas las herramientas necesarias para brillar, sino que aprendió a utilizarlas y nos queda la impresión que aún no hemos visto lo mejor de él.
Su salto como bateador no da espacio a las dudas. Tiene habilidad para contactos sólidos y potencia para enviar la bola sobre la cerca, mientras se desplaza muy rápido.
Ha demostrado tener un guante seguro y su brazo es probablemente el más respetado entre los jardineros del país. Es un jugador muy completo, muy solvente.
En el pasado Pomares, se elevó hasta .365, con 14 jonrones y 68 remolques. Y para demostrar que no anda con bromas, terminó con .354 en la Liga Profesional, para llevarse el título de bateo.
Y quizá lo mejor, es que al poner a prueba su carácter, salió con altas calificaciones. Lo botaron de la Selección sin ninguna excusa el año pasado y en lugar de irse hacia el piso, se levantó con más firmeza.
Robles logró canalizar de forma adecuada su disgusto con los entrenadores y principalmente con Julio Sánchez. Tronó con más potencia y tuvieron que llamarlo de nuevo. Ahora es un jugador esencial.
Durante los Juegos Centroamericanos en Nicaragua y los recién concluidos Centroamericano y del Caribe en Barranquilla, Colombia, demostró que no es alérgico a la Selección. Es un tercer bate legítimo.
Y quizá lo mejor, es que a Javier no se le ve conforme con lo que ha conseguido. Siempre quiere más y trabaja duro y a diario para elevar todavía más el nivel de su juego.
Hasta hace un tiempo había dudas respecto a quien se le podría considerar el mejor jugador del país, pero con el salto de Robles no hay duda que es el mejor candidato.
Hablamos a la vez, de un joven de solo 24 años, con los pies en la tierra y comprometido con ser mejor, como persona y como pelotero. Vamos a ver qué más es capaz de hacer, pero por ahora va paso firme.
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