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Un pavón encrespado hace gala en las ramas de un árbol, sin inmutarse por las miradas curiosas y los clics de las cámaras. LAPRENSA/NOHELIA GONZALEZ

La Selva, el laboratorio natural más grande del mundo

La Selva fue establecida originalmente en 1954 como finca experimental para el manejo de recursos naturales, por el doctor Leslie Holdridge

El doctor Carlos de la Rosa está agradecido con la naturaleza y con los descubrimientos que la ciencia ha hecho en ella, pues le permitieron sobrevivir a una enfermedad que lo habría llevado a la tumba hace ya treinta años. En la actualidad, este ecólogo acuático y conservacionista dirige la Estación Biológica La Selva, de la Organización para Estudios Tropicales en Costa Rica, que aglutina a cincuenta universidades de Latinoamérica, Estados Unidos, Australia y Sudáfrica, y es una de las más prestigiosas del mundo.

De saco y corbata, un atuendo poco usual, el científico venezolano imparte una charla a periodistas de 12 países de América Latina. Se muestra entusiasta y llega a emocionarse al recordar su experiencia personal.

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“Por eso para mí, el estudio de la biodiversidad es personal… tiene que convertirse en algo personal, en una misión para que más personas comprendan el valor que tiene la naturaleza. Si no fuera por esta y los descubrimientos que la ciencia ha permitido realizar con ella yo hubiera muerto hace treinta años”, enfatiza De la Rosa, sin poder evitar que su voz se quiebre en el recuerdo.

Minutos antes habla con apasionado detalle acerca de la simbiosis entre plantas y animales. Ese entusiasmo con el que se expresa durante la charla que impartió a los asistentes al Taller Regional de Periodismo Científico “Informando sobre riesgo y prevención de una epidemia”, organizado por Inquire First y la Embajada de los Estados Unidos de América, en Costa Rica, hace que los asistentes quieran estar ya en medio de la naturaleza donde la diversidad del reino animal les espera: mamíferos, reptiles, aves, insectos y peces se congregan en la Estación Biológica La Selva. Llegar hasta ahí toma desde San José, Costa Rica, unas dos horas en vehículo.

Visitantes de La Selva se enrumban hacia el puente de piedra o “bridge stone” para caminar por los senderos de la estación biológica. LAPRENSA/NOHELIA GONZÁLEZ

De la Rosa, quien ha trabajado en programas de educación ambiental y sostenibilidad de áreas silvestres en Estados Unidos, explica que La Selva comprende 1,600 hectáreas de bosque tropical húmedo y premontano. La precipitación es de unos cuatro metros al año —más de 13 pies— que se mantienen casi constante a lo largo del año. La Estación Biológica tiene un 73 por ciento de su área cubierta de bosque primario.

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Al llegar el grupo de periodistas —que está preparado para enfrentarse al clima lluvioso descrito—, es dividido para que un guía oriente la caminata. Joel Alvarado Chavarría, guía turístico que se ha especializado en la observación de aves en La Selva, conduce al grupo por el sendero Tres Ríos. Antes, sus guiados cruzan el “stone bridge”, un puente colgante en el que los visitantes deben esperar a pasar, porque no resiste peso excesivo. Al inicio del crujiente paso elevado se observan dos letreros que, en español e inglés, advierten a los visitantes que la capacidad máxima del puente es 15 personas y: “¡Precaución, cocodrilos en el río!”

Tras pasar el “stone bridge” o puente de piedra colgante, Joel Alvarado explica que La Selva se localiza en la confluencia de dos ríos, en el Cantón de Sarapiquí, distrito de Puerto Viejo, en la provincia de Heredia.

Terminando de pasar el puente un pavón encrespado hace gala en las ramas de un árbol, sin inmutarse por las miradas curiosas y los clic de las cámaras.

La Selva fue establecida originalmente en 1954 como finca experimental para el manejo de recursos naturales, por el doctor Leslie Holdridge. Fue adquirida en 1968 por la Organización para Estudios Tropicales y declarada una estación y reserva biológica privada. Desde entonces se ha convertido en “el laboratorio más grande del mundo”, en palabras del doctor De la Rosa.

Laboratorio científico

La Selva es uno de los sitios más importantes en el mundo para la investigación del bosque tropical húmedo. Cerca de 240 artículos científicos se publican cada año sobre las investigaciones —entre 125 y 150 anuales— realizadas en la Estación Biológica, unos 250 a trescientos científicos realizan trabajos anualmente en el sitio, y se imparten más de cien cursos universitarios. Sin embargo, De la Rosa lamenta que esas investigaciones no han salido aún de la comunidad científica, ni han llegado aún a conocerse popularmente.

Un saíno o chancho de monte transita frente a los visitantes de La Selva, sin alterarse por su presencia cercana. LAPRENSA/NOHELIA GONZÁLEZ

La Organización para Estudios Tropicales (OET) es un consorcio sin fines de lucro de más de cincuenta universidades, colegios e instituciones de investigación de todo el mundo.

Los residentes en La Selva

En La Selva hay 2,077 especies de plantas, unas 140 especies de orquídeas de las más de mil existentes en el mundo, 162 familias de cacao y diversidad de plantas de uso medicinal, como la Piper darianense o duerme boca, cuyo efectos adormecedor es usado para calmar los dolores de muelas.

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También existen 470 especies de aves, 45 especies de peces, siete mil especies de mariposas nocturnas, quinientas especies de hormigas, 125 especies de mamíferos, 72 tipos de murciélagos, hay monos congo o aulladores, perezosos de tres dedos, jaguares, pumas, 48 especies de anfibios, 87 especies de reptiles y 57 especies de culebras, entre ellas siete venenosas, como las dos serpientes oropel o bocaracá, que el grupo encuentra tranquilas en las ramas de dos árboles.

Antes los periodistas que van por el sendero Tres Ríos se han topado con pavones, colibríes, guardabarrancos, y han podido ver los saínos o chanchos de monte, que según explica Alvarado Chavarría están tan habituados a los seres humanos que no se inmutan cuando ven a los caminantes en los senderos.

Una ceiba centenaria, parte de la vasta biodiversidad de La Selva. LAPRENSA/NOHELIA GONZALEZ

Lo mismo pasa con los monos aulladores, según el director de la Estación Biológica, quien orgulloso muestra fotos y videos que él mismo ha realizado de los congos sobre las barandas del puente colgante, hasta donde bajan una vez a la semana. El grupo no logra ver ningún mono, pero sí escuchar sus aullidos en las copas de los árboles.

Hasta ese momento la lluvia no se presenta y eso permite que Joel Alvarado, el guía, se detenga para mostrar piñuelas que crecen libres y sirven de alimento a los murciélagos, también hay suelda con suelda, que es de uso medicinal. Se detiene ante palmas de corozo que sirven para construir techos, por su impermeabilidad y larga duración. Hay centenarios árboles de ceiba, sura o guayabón y jobillo, este último sirve para hacer canoas.

De la Rosa ha explicado en su exposición que La Selva no es un bosque prístino o virgen, algo que repite el guía Alvarado, quien señala que nativos vivieron en el lugar hace tres mil años, porque se ha encontrado polen de maíz, un cultivo que usaron en la época.

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A La Selva no solo se puede llegar a investigar, también se hacen recorridos turísticos que cuestan entre 35 y 45 dólares para adultos, en dos horarios, las 8:00 a.m. y 1:30 a.m. que disponen de un guía. También hay alojamiento todo incluido que cuesta entre U$90 y U$95 para adultos. Las reservas se pueden hacer en la página web de la Organización para Estudios Tropicales de Costa Rica: [email protected].

El grupo lleva apenas seiscientos metros de los 16 kilómetros pavimentados aptos para ciclistas y caminantes, en un lapso de una hora. Es momento de volver al centro de visitantes de la Estación Biológica para retornar a San José.

Farmacia natural

El doctor Carlos de la Rosa, director de la Estación Biológica La Selva, destaca orgulloso que las investigaciones científicas realizadas en La Selva han dado resultados de uso médico. Es el caso del nuevo antibiótico descubierto por tres universidades que forman parte de la Organización para Estudios Tropicales, denominado “Selvamicina”, en honor al nombre del sitio, que es producido por hormigas que se encuentran en la estación biológica.

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También han sido identificados setenta alcaloides, uno de los cuales se extrae de la Catharanthus roseus o flor de príncipe o isabelita que se usa como planta ornamental en países tropicales. Dos de los alcaloides provenientes de plantas se convirtieron en medicinas, uno de ellos es el Vinblastine para el tratamiento de la enfermedad de Hodgkin y otros tipos de cáncer.

Nacionales Costa Rica La Selva laboratorio naturaleza archivo

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