Dos años después de inauguradas las obras del Canal de Nicaragua, en el sitio de la construcción aún no hay buques pero sí vacas. Los pasivos cuadrúpedos andan de aquí para allá, cruzando el camino de tierra que supuestamente llevaría maquinaria pesada para levantar un puerto de aguas profundas en Brito, Rivas. De pastizal en pastizal, los animales no se deciden entre ir a la derecha o a la izquierda, de tanto verdor. A veces se detienen a media trocha canalera y algunos hasta posan ante las cámaras, mientras otros beben agua de los charcos que han formado las lluvias decembrinas.
El lugar es la finca Miramar y es el mismo donde el lunes 22 de diciembre de 2014, con bombos, platillos y chinos, el gobierno de Daniel Ortega dio por inaugurado el inicio de las obras del Canal. Se trata de un enlodado camino de unos seis kilómetros que va desde la entrada de la propiedad —que perteneció a Somoza y ahora, dicen, es de allegados de Ortega— hasta la Boca de Brito, donde el río homónimo besa el océano Pacífico y donde, según las promesas, pasarán los superbarcos portacontenedores en 2020.
Más de 720 días después de aquel apretón de manos y cortada de cinta, no obstante, el proyecto del Canal es todo menos visible. La mencionada calle de tierra fue remozada por unas semanas, pero nunca se acondicionó para la llegada de maquinaria y en la zona hasta se comenta que ya no será utilizada.
“Un Canal no se trata de meter tractores, sino de tener toda la base científica en los estudios ambientales, sociales e ingenieriles para poder iniciar, pero estamos muy pronto de iniciar las obras principales”, dijo en agosto Telémaco Talavera, el vocero sandinista del proyecto. El mismo que sostiene que el Canal será operable en 2020. En tres años y 15 días. “Estamos trabajando para que así sea”, añadió esa vez.
Lo que hay, por ahora, son estudios hechos y estudios en elaboración. Y silencio. Mudez hasta de Daniel Ortega, que acaba de garantizar su cuarta Presidencia de Nicaragua, pero que no mencionó el proyecto canalero durante la campaña electoral. Un proyecto valorado en 50 mil millones de dólares que no ha esclarecido quién lo financiará, no ha licitado nada ni ha expropiado una sola pulgada de tierra, pese a las amenazas que su ley —la Ley 840 o Ley del Canal— representa para decenas de miles de campesinos que viven en la planeada ruta interoceánica.
ORTEGA YA NO LO MENCIONA
El medio ruso internacional RT, controlado por el Kremlin de Vladimir Putin, le puso el nombre más pomposo al Canal hasta la fecha: “La bomba geoestratégica de Latinoamérica que cambiará la historia”. El artículo, de finales de 2015, despliega los asombrosos números del Canal por hacer a lo largo de una cascada de textos, datos, fotografías, videos y gráficos inspirados en las promesas de la nicaragüense Comisión del Gran Canal Interoceánico y del HKND Group, empresa concesionaria del proyecto presidida por el misterioso multimillonario chino Wang Jing. Pero aún con ese proyecto bajo la manga, Daniel Ortega no lo mencionó una vez durante su campaña presidencial, en la que, de hecho, no se le vio mucho el rostro.
El exdiputado opositor —destituido arbitrariamente de la Asamblea por Ortega— y economista, Enrique Sáenz, cree que no hay motivos para pensar que un Canal se hará en Nicaragua.
“No hay ninguna razón para pensar que en las condiciones actuales pueda desarrollarse una obra de esta magnitud en los términos planteados. Ni en términos geopolíticos ni en términos de viabilidad financiera pueden identificarse condiciones que lo posibiliten”, dice Sáenz, pero llama a no olvidar que existe una amenaza.
“La concesión (a HKND), no el proyecto, sí continuará como una amenaza en dos sentidos. Como plataforma para el trasiego y operaciones con capitales de origen dudoso. Y como instrumento de presión para apropiarse de tierras”, explica Sáenz.
Por su parte, el doctor en Geopolítica y periodista de ABC, Emili J. Blasco, escribe: “Todo fue un acto de propaganda: ni el Gobierno ha hecho expropiación de terrenos ni la empresa china concesionaria se ha puesto manos a la obra. Da la impresión de que, con otras maneras de asegurarse el poder, Ortega ya no ha necesitado el reclamo electoral del Canal”.
El sitio web La Voz del Sandinismo, controlado por el partido de Ortega, lleva un registro de los discursos transcritos del mandatario nicaragüense en apariciones públicas y en los títulos y subtítulos de todos los discursos de 2016 no aparecen las palabras “Canal” ni “Wang Jing”.
Además, si un curioso busca en Google.com, el buscador de internet más importante del mundo, las palabras “Nicaragua Canal” (en inglés), los primeros resultados no son ni recientes ni positivos:
El primero es: Perdido en Nicaragua: el proyecto canalero de un magnate chino, de abril de 2016 en el New York Times; el segundo reza: ¿Qué pasó con el proyecto del Canal de Nicaragua?, de junio de este año en Havana Times; y el tercero, de la BBC y de octubre pasado, se llama: El engaño del Canal de Nicaragua debe terminar.
“Tiene que haber un referendo nacional, una consulta pública y si el pueblo está de acuerdo, está perfecto, pero si el pueblo no está de acuerdo, nosotros pedimos que deroguen la Ley 840”. Francisca Ramírez, líder campesina del movimiento anticanal.
LA TEMIDA LEY 840
En Nicaragua, aparte de las escuetas respuestas que algunos voceros u oficiales dan a medios independientes cuando ambos coinciden en actos públicos, no hay atisbos de un Canal, pero la Ley 840 sigue en pie.
Esta Ley, llamada Ley Especial para el Desarrollo de Infraestructura y Transporte Nicaragüense Atingente a El Canal, Zonas de Libre Comercio e Infraestructuras Asociadas, fue aprobada por la Asamblea Nacional controlada por Ortega el jueves 13 de junio de 2013. En ella se le da al empresario Wang Jing y a HKND la soberanía del país, las reservas del tesoro y la inmunidad ante leyes nacionales.
La Ley establece que las tierras que se ubiquen en la ruta del Canal serán expropiadas y que las propiedades serán valuadas según su valor catastral y no reconocerá ninguna mejora hecha en dicha propiedad que haya sido ejecutada después del 13 de junio de 2013. O sea que si un campesino quiere hacer un anexo a su vivienda, ese anexo será adquirido de gratis por HKND cuando a la empresa le dé la gana de comenzar la expropiación.
La ruta canalera, según los planes, abarca 278 kilómetros que afectarían a 10 municipios: Bluefields, Nueva Guinea, San Miguelito, San Carlos, Rivas, Tola, El Castillo, Altagracia, San Jorge y San Juan del Sur.
“Nicaragua queda en indefensión, prácticamente, porque toda la concesión está a favor de un solo lado”, explicó Alberto Novoa, exprocurador general de la República en un reportaje de LA PRENSA.
Ante ello, se han realizado 82 marchas anticanal, de las cuales cinco han sido nacionales. Los campesinos, liderados por Francisca Ramírez, de Nueva Guinea, han sufrido cateos, retenes, amenazas, balas, inspecciones, detenciones, ocupación ilegal de bienes y vigilancia por parte de las autoridades.
Francisca Ramírez habló con LA PRENSA para este reportaje sobre el Canal fantasma con Ley aprobada. “Nosotros estamos muy claros que él (Daniel Ortega) inventó la Ley para robarnos nuestras propiedades. Nosotros como campesinos lo que nos inconforma es la Ley 840, porque sabemos que con ella estamos desprotegidos, no somos dueños de nuestras tierras. Con esa concesión que le dio Daniel Ortega el chino (Wang Jing) puede andarla vendiendo en cualquier parte del mundo a cualquier inversionista para cualquier proyecto que quiera”, dice.
La líder campesina no cree que el Canal se construya.
“Lo que ha demostrado el Gobierno es que él no hizo la Ley con la intención de hacer el Canal. La hizo con intenciones de robarle la soberanía a Nicaragua, hacer un negocio sucio a espaldas del pueblo, porque él lo ha demostrado todavía el 29 de noviembre (la última marcha nacional anticanal), lo que hizo con los campesinos: mandar a tirarles bombas lacrimógenas, proyectiles, botar un puente, entonces vimos que la intención de él no es escuchar al pueblo, no es un proyecto de nación, porque un proyecto de nación escucha al pueblo. Hay un interés detrás de todo de quedarse con nuestras propiedades, porque hemos visto en Nicaragua cómo sacaron a los pobladores de Tumarín y nunca se hizo la Central Hidroeléctrica. ¿El Canal va o no va? Que eso lo decida un referendo nacional”.
Ramírez puede estar en lo cierto. El doctor en Geopolítica Blasco valora la posibilidad de que HKND no haga un Canal pero sí construya obras, como un puerto con la concesión de 100 años que le otorgó Ortega.
“Algo más factible es que HKND pueda aprovechar la concesión de cien años para construir un puerto. China lleva tiempo extendiendo su influencia en los mares mediante la construcción de puertos en lugares útiles para las rutas de su comercio. Es lo que se conoce como collar de perlas chino”, apunta el experto.
En cuanto a lo que pueden hacer Ortega y HKND con la Ley 840, la abogada ambientalista y defensora de los derechos humanos, Mónica López Baltodano, es categórica:
“¿Que cómo y cuándo irán ejecutando la más brutal acción vendepatria de nuestra historia? Solo ellos y sus intereses económicos lo irán determinando, salvo que el pueblo ofendido imponga antes la derogación de esa Ley. Es en ese sentido que avanza la lucha campesina. Hoy ya casi nadie ignora la existencia de la Ley 840. Ese es un logro trascendental en un país donde las leyes son ignoradas por los ciudadanos”.
PEOR QUE EL TRATADO CHAMORRO-BRYAN
Para el historiador Bayardo Cuadra, la concesión otorgada a Wang Jing y HKND es más grave que la del Tratado Chamorro-Bryan, suscrito el 5 de agosto de 1914. “El Tratado Chamorro-Bryan se limitó solamente a darle una concesión a Estados Unidos, pero no habla como este decreto de Wang Jing, en el que le dan una concesión, no para construir el Canal, sino para todas las obras anexas relacionadas con el Canal y también otros proyectos accesorio paralelos al Canal. Es decir, vos podés olvidarte del Canal y poner un oleoducto, por ejemplo. Un ferrocarril, centros turísticos hoteleros. Es una entrega abierta de opciones de inversión y lo peor es que cada una de ellas es bien vaga en precisión. O sea, es un decreto como abrir las piernas, pues. Hacé conmigo lo que querás. Eso es lo que dice”, valora Cuadra.
“NO PUEDO HABLAR”
Telémaco Talavera, de 54 años, es una especie de navaja suiza. Es asesor de Daniel Ortega, es presidente del Consejo Nacional de Universidades (CNU), es rector de la Universidad Nacional Agraria (UNA) y es el vocero oficial de la Comisión del Gran Canal.
Sin embargo, uno de sus números le pertenece a su contestadora, que pide un mensaje casi sin darle tiempo a quien llama, y el otro número repica y repica pero nadie levanta las llamadas. “No puedo hablar, solo WhatsApp”, dice su estado personal en esa red social.
LA PRENSA le envió cuatro preguntas puntuales, explicando que para el reportaje deseábamos conocer la versión oficial sobre qué se ha hecho en estos dos años de “obras inauguradas” del proyecto, pero Talavera se conformó con leerlas y no respondió.
HKND, por su parte, pidió a LA PRENSA un formulario detallado de preguntas y se le envió 10 interrogantes, entre las cuales estaban:
¿En qué punto se encuentra el proyecto del Canal, dos años después de inauguradas las obras?
¿Qué fue lo que inauguraron exactamente el 22 de diciembre de 2014?
¿Por qué no han comenzado las obras en Brito, si Telémaco Talavera, vocero del proyecto, dijo en enero de 2016 y después en junio que este año comenzarían?
¿Este proyecto pasará de ser proyecto a realidad o hay chances de que quede en la nada, como los proyectos de siglos pasados, encabezados por Estados Unidos?
La respuesta que obtuvo LA PRENSA fue la siguiente:
“Buenas tardes, estimado Fabrice. Recibe afectuosos saludos de mi parte. Sirva este medio para indicarte que HKND no podrá brindar entrevista solicitada por el diario La Prensa. Agradecemos tu comunicación con nosotros. Saludos”.
CUENTO CHINO
Hay indicios que dan pauta para pensar, como Francisca Ramírez, en que el Canal será la próxima central hidroeléctrica Tumarín o la refinería El Supremo Sueño de Bolívar. Proyectos rimbombantes que crecieron como gigantes globos pero que ahora están completamente desinflados o tienen aire a medias, sin que el gobierno de Ortega explique cómo se pasó del éxtasis al silencio.
El periodista Octavio Enríquez explicó, en un reportaje de LA PRENSA, que prometer el cielo no es nuevo para los presidentes nicaragüenses. El texto recuerda que los gobiernos de los Somoza prometieron un puerto de aguas profundas y no lo cumplieron. También ofrecieron el proyecto hidroeléctrico de Copalar que, al igual que Tumarín, quedó en proyecto. Este tipo de “promesas desmesuradas”, señala el artículo, a veces es propio de las campañas electorales. Cuando el expresidente Arnoldo Alemán buscaba cómo volver al poder en 2011, “prometió la creación de un millón de empleos”.
El Canal, eso sí, parece estar en otras ligas. Es un proyecto de envergadura mundial que toca el timbre del comercio de las potencias. Pero son pocas las que se pronuncian a su favor. Una visita sorpresa y express del presidente ruso Putin en 2014 a Nicaragua avivó rumores sobre un interés por el Canal, pero el Gobierno de China, donde HKND tendría fuertes nexos, no se pronuncia oficialmente. Y cuando Estados Unidos quiso conocer más sobre el proyecto entrevistando a todas las partes involucradas, su oficial fue expulsado del territorio nicaragüense.
Por otro lado, la empresa naviera propietaria de los más grandes barcos portacontenedores del mundo, Maersk, dijo en 2015: “No hemos solicitado un Canal (nuevo) y no lo necesitamos”. Y el ingeniero Jorge Luis Quijano, un señor que sabe de canales transoceánicos como administrador del Canal de Panamá, ha dicho: “Los tiempos que se han planteado (en Nicaragua para construir el Canal), especialmente ahora, porque al inicio decían que en cinco años iban a construirlo todo y ahora están hablando de que apenas van a empezar con una carretera, nosotros no los entendemos”. Al parecer, tampoco los promotores del Canal por Nicaragua lo entienden muy bien.
Telémaco Talavera luce empecinado en que todo marcha bien y que los nicaragüenses verán buques Maersk Clase Triple E —tan modernos y grandes que no caben en el Canal ampliado de Panamá— cruzando el Cocibolca con los volcanes Concepción y Maderas de fondo. Paul Oquist, ministro nicaragüense de Políticas Nacionales, sugirió el pasado 30 de noviembre, según El 19 Digital, que el Canal estará en “funcionamiento en 2023 o 2024”. Y Kwok Wai Pang, vicepresidente de HKND, dijo en una entrevista con El Nuevo Diario, a finales de 2015, que sí hay interesados en financiar las obras, pero que por ley no pueden revelar nada hasta que haya un acuerdo firmado.
Mientras tanto, en Brito, al sur de Nicaragua, las vacas no tienen quién las moleste. Pastan tranquilas, recordando quizás que la última vez que vieron a un gentío con máquinas de trabajo fue aquel lunes 22 de diciembre de 2014.
(Con la colaboración de Ramón Villarreal, corresponsal de Rivas).