El alto costo de la energía, la entrada de pan extranjero y la informalidad en que opera más del cincuenta por ciento de las panaderías a nivel nacional, son las principales amenazas que enfrentan a diario los panificadores formales, dice Juan Pablo Estrada, presidente de la Cámara Nicaragüense del Pan (Canipan).
El sector se abre paso día a día en medio de una fuerte competencia por ofrecer la pieza más barata, pero mantener precios bajos se hace cada vez más difícil pues el recibo de la energía eléctrica asfixia las fianzas de los talleres, afirma Estrada.
A nivel nacional el 41 por ciento de las empresas -micro, pequeñas, medianas y grandes- tanto formales como informales reporta afectaciones por el alto costo de la energía, según la Encuesta de Empresas Sostenibles Nicaragua 2015, realizada por el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep).
En tanto, el 33 por ciento tiene insatisfacción con el suministro de ese servicio.
“El impacto que vive el sector panificador en el país es fuerte porque para sacar nuestra producción requerimos de ese componente y además que hemos dado un giro hacia la inclusión de tecnología y necesitamos de energía para funcionar”, expresó el presidente de Canipan.
EN LOS DEPARTAMENTOS LA SITUACIÓN ES PEOR
Fanny Díaz, propietaria de la panadería Fanny, en Somoto, Madriz, explica que la situación para ellos es más dura porque la energía llega en ciertos momentos del día y si hay, puede ser peor, porque la intensidad varía de un segundo a otro.
“He perdido máquinas por la variación que segundo a segundo tiene la energía. He perdido un día de producción que en mi caso es de 7,000 córdobas porque se va la luz y se pierde toda esa materia. Lo peor de todo es que no encontramos una respuesta. No hay dónde quejarse y la pregunta es: ¿será que nos escuchen?”, lamentó Díaz.
Norman Wheelock, gerente propietario de panadería El Maná, en Masaya, afirma que él no siente ningún alivio a la tarifa de energía.
“Peor aún, he visto cómo se nos viene incrementando mes a mes y ahora pagamos más de 3,000 córdobas de lo que el año pasado facturábamos. Es un gasto muy fuerte que uno no puede evitar”, explica Wheelock vía telefónica.
Los datos de la encuesta reflejan que en las micro y pequeñas empresas la afectación por el costo de la energía es del 41 por ciento y 47 por ciento en las medianas y grandes empresas.
MENOS COMPETITIVOS
Estos altos costos de la energía —según Wheelock— les hacen más difícil competir con el mercado que evita pagar energía, que huye de los impuestos y del cumplimiento de los derechos laborales para los trabajadores.
“La informalidad es otra de las amenazas al sector y se convierte en una competencia desleal para quienes nos esforzamos por hacer lo mejor. Muchas panaderías en Masaya trabajan bajo la perspectiva de día trabajado día pagado y con eso se ahorran mucho en otros pagos como aguinaldo, vacaciones, no deprecian sus equipos, evitan tributos municipales, entonces pueden ofrecer un producto más barato y al sacar nosotros nuestra producción, te encontrás todo este escenario”, manifestó Wheelock.
Los resultados de la encuesta, que fue presentada a inicios de este año, muestran que en Nicaragua el 75 por ciento de las empresas informales operan, “satisfactoriamente, sin que tal situación les ocasione ningún tipo de problema”.
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De los 2,539 micro, pequeños, medianos y grandes negocios que incluyó la encuesta, 51 por ciento dijo que opera bajo la informalidad.
NACIONAL ES EL PREFERIDO
Actualmente, Canipan aglutina a unas doscientas panaderías de las casi siete mil que se estima funcionan en todo el territorio nacional. Los socios de esta Cámara no temen a la competencia que les generará el pan procedente de Estados Unidos que llegará al país con beneficios arancelarios.
En el marco de lo establecido en el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-Cafta), a partir de este año este entrará al país libre de arancel.
“El nicaragüense prefiere el pan fresco, el que es hecho cerca de casa y de ser posible recién horneado”, manifestó Estrada, quien cree que el pan importado llega a otro sector social con mayores ingresos económicos.
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“El dolor de cabeza nuestro es que ese pan cuando está a punto de vencerse en algunos puntos de venta lo ponen hasta a dos por el precio de uno y eso vulnera la ventas de aquellos que están buscando la forma de incursionar a mercados más formales”, manifestó Estrada.
Por su parte, Wheelock, cuya empresa distribuye en el Pacífico y centro norte del país, sí es cauteloso con respecto al impacto que provoca el pan que viene del extranjero.
“Creo que todavía no se siente el peso de ese pan que viene de afuera, pero el año entrante se cree que invada los supermercados y los locales y muy pocos podemos competir con una mezcla que está diseñada para que dure hasta un mes mientras que la de nosotros apenas rinde una semana porque no usamos esas cantidades de mejorantes ni tenemos la misma tecnología para producir”, expresó Wheelock.
CRECEN PESE A OBSTÁCULOS
Uno de los aspectos en los que tanto el presidente de Canipan como Wheelock coinciden, es que cuando una mipyme del sector panificador quiere entrar a un supermercado no le es tan viable pues el índice de rechazo es de entre el diez y el 13 por ciento.
“La gente manosea el pan, en ocasiones se contamina, y ese porcentaje de devolución es fuerte, impacta las estructuras (de costo)”, añade Estrada.
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Pese a todo ese panorama, el sector ha experimentado crecimiento y sienten que en los departamentos las ventas son mejores, sostiene Estrada y lo confirma la propietaria de la panadería Fanny.
“A pesar de lo duro que es producir para nosotros con tantas limitaciones, veo que hay más panaderías y nosotros no dejamos de vender. Buscamos la manera de llegar al cliente y consolidar ese primer mercado”, dijo Díaz.
Por esa razón, Estrada afirma que los panificadores trabajan en conjunto para la compra de materia prima, principalmente aquella que solo se vende a gran escala y luego la distribuyen entre sus socios.
3%
fue el crecimiento de las ventas durante el primer trimestre de 2016, de las empresas aglutinadas en la Cámara Nicaragüense del Pan, según datos d el Consejo Nicaragüense de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (Conimipyme).
Con tradición propia
En comparación con las otras regiones del país, la Costa Caribe de Nicaragua carece de empuje, dice el presidente de la Cámara Nicaragüense del Pan, Juan Pablo Estrada, “pero si algo tiene es su propia costumbre y tradición que combina el pan con el coco”.
Estrada afirma que en esa zona tienen el mismo acceso a la tecnología y cuentan con mucha creatividad para producir, pero la variante es que la economía local depende de los vaivenes que enfrentan otras actividades económicas y de cómo le vaya a la pesca, que es una de las principales fuentes de ingreso para la población.
“Estimamos que en Bluefields hay unas seis panaderías y en Puerto Cabezas unas tres”, detalló Estrada.
TECNIFICACIÓN
El sector panificador de Nicaragua se ha recuperado en los últimos ocho años y la introducción de tecnología ha jugado un papel importante, asegura María Magdalena Cerda, coordinadora del Centro de Negocios y Asistencia a la Micro, Pequeña y Mediana Empresa Industrial (Cenami).
“Los mismos proveedores les están ayudando, en capacitación, facilidades para el pago de nueva maquinaria y hasta les enseñan a ahorrar energía eléctrica y ser más prácticos”, manifestó Cerda.
“Hay un incremento en la apertura de negocios de ese tipo (panaderías) y pese a la introducción de empresas del exterior, la panificación en el país se ha vuelto más competente en los supermercados y tiendas de conveniencia”, agrega la coordinadora del Cenami.
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