La negativa que ha mantenido la Policía para que sea distribuida una ayuda alimenticia enviada por productores del sur del país a pobladores de comunidades de la zona seca en Nueva Segovia podría tener resultados trágicos, advierte el líder campesino Jaime Maradiaga. Atemorizado por las presiones pretende entregar la comida este sábado 02 de enero.
Desde el miércoles 30 de diciembre las familias esperan la entrega de los productos donados, lo que provocó la inconformidad, y el jueves mucha de esa gente se armó de machetes, garrotes y piedras y “venían dispuestos a todo”, dijo Maradiaga.
PACIENCIA SE AGOTA
“Yo ya estoy perdiendo la voz, tanto de estar mediando con la gente. Ayer venía toda una comunidad de El Aguacate, donde está la gente más difícil de controlar… pero con la ayuda de Dios hemos logrado negociar con esta gente”, relató el representante campesino, quien señaló que los convenció de que esperaran el sábado. Es por ello que él piensa que si la Policía no autoriza la entrega para este día existen probabilidades de que “se arme un despelote y haya una tragedia lamentable en este lugar”.
Maradiaga señaló que con los 250 quintales que les fueron enviados a través de la Iglesia católica pretenden beneficiar a los habitantes de cuatrocientas casas ubicadas en comunidades de ese municipio, pero ayer la Policía mantenía la prohibición para su distribución.
PRESIÓN AUMENTA
Advirtió que con autorización, o sin esta, hoy 2 de enero pretende entregar los alimentos, pues la presión por parte de las familias campesinas aumentaba ayer.
La Policía visitó este viernes la casa de Maradiaga, pero únicamente para verificar que los alimentos no hayan sido tocados.
“Ahí están los alimentos en el lugar de siempre, sin poder hacer nada”, lamentó el líder campesino, quien manifestó que se siente presionado, no solo por la demanda de las familias que urgen la ayuda, sino porque considera que es “vigilado” por la Policía.
“Ya no aguanto, me llaman para un lado, me llaman para otro, que dónde anda don Jaime, que con quién está, que quién es el señor que lo está visitando”, afirmó Maradiaga.
POLICÍA ACOSA A LÍDER CAMPESINO
El denunciante dijo que el acoso policial es constante. A cada momento preguntan además, “que con quién estoy, que qué estoy comiendo, que a qué horas comí, que qué voy a comer más tarde… una fatiga que le tienen a uno que lo desesperan, prácticamente”.
La casa de Maradiaga está en la comunidad El Tizo, en Santa María, y él estima que “la tienen como allanada y ocupada”.
La situación que enfrenta Maradiaga la comunicó al párroco Julio López, con quien coordinó la donación de alimentos, pero según explicó el dirigente campesino, el religioso le recordó este viernes que la última palabra la tiene la Policía.
LA PRENSA ha intentado comunicarse con el párroco López, pero no ha sido posible.
EN OCTUBRE FUE IGUAL
Estos alimentos son parte de la ayuda enviada en octubre pasado por productores del sur del país, a familias del sector, pero que el Gobierno prohibió su entrega.
Maradiaga considera que la distribución del alimento no se puede detener un día más, porque la gente está urgida del mismo.
“La gente está desesperada, incluso aquí, pues está llegando gente y, me está llamando de todos lados, la gente está desesperada; me dicen ‘¿cómo es posible que nosotros estamos aguantando?’, dicen, ‘queriendo hacer uso de alimentos, queriendo tener una libra de arroz y la comida la tenemos almacenada y no poderla tocar’, eso es lamentable”, comentó Maradiaga.
“REGALO DE NAVIDAD” DEL GOBIERNO
Por eso han considerado entregar alimentos a unas cuatrocientas familias, “aunque sea un poquito pero que todas esas cuatrocientas familias lo tengamos”. Maradiaga calificó la negativa como “el gran regalo de Navidad que nos ha enviado el sistema de Gobierno, de desgobierno, podríamos decir”.
El representante campesino explicó que la Policía únicamente les dijo que “traían orden de arriba que ese alimento no se le podía entregar a nadie, porque tenía que tener un proceso sanitario”.
Sin embargo, él comentó que ellos le dieron uso a los alimentos desde que lo recibieron, pues ese día “había niños, madres embarazadas y ancianos y tuvimos que darles, pues, porque ideay, nos toca la conciencia, al ver esos niños que venían con su gran alegría, estaban con hambre (y así) no se podían ir”.