Cambiar algo de su pasado no está en los planes del doctor Fulgencio Báez. Del futuro le gustaría saber si habrá cura para la esclerosis múltiple y dice que quien mejor lo conoce es su esposa.
¿Comida que no puede rechazar?
El gallopinto.
¿Qué lo hace enojar?
La hipocresía.
¿Es romántico?
Sí… lo suficiente para mantener feliz a mi esposa (ríe).
¿Es bueno cocinando?
Malísimo (carcajada). Pero tuve que cocinar a la fuerza cuando estuve en México solo.
¿Qué quería ser de pequeño?
Médico (sonríe). Tuve seis hermanas y siempre en nuestros juegos yo era el médico.
Un apodo…
Mis hermanas me dicen “Flaco”. Y antes algunos amigos me decían “Lufubala”, porque así me firmaba yo, son las primeras letras de mi nombre.
¿Baila?
Pues, no soy bueno bailando. (Ríe) Pero me encanta bailar.
¿Quién lo conoce más que nadie?
La persona con la que vivo desde hace 29 años (su esposa). Me conoce mejor que yo mismo.
¿Qué recuerda de su infancia?
En Chontales, en la acera de mi casa, sentado en las piernas de mi abuelo, de casi 90 años.
¿Toca algún instrumento?
Esa es una de mis frustraciones: ser sordo de nacimiento ante la música. Me encanta, pero nunca aprendí.
¿Practica algún deporte?
Practiqué futbol y beisbol un tiempo cuando era joven. Ahora voy al gimnasio todos lo días.
¿Qué le saca una sonrisa?
Un buen chiste… pero, ¿sabes? lo que más me hace sonreír es cuando veo a mis “pacientitos” sonreír.
Una pesadilla o sueño recurrente…
Que siempre tengo que correr mucho en el aeropuerto porque me deja el avión. Y el otro es que voy en carro en una carretera y los frenos del carro no me funcionan.
¿Qué hace en su tiempo libre?
Compartirlo con mi esposa y leer. Me encanta leer. Siempre tengo una novela al lado. Ver una buena serie… por ejemplo House of cards. Estoy terminando de ver la tercera temporada.
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