Heyling Pichardo, de 27 años, necesita un riñón sano que trabaje en lugar de los dos suyos que dejaron de funcionar. A los 17 años le diagnosticaron insuficiencia renal crónica y desde hace cuatro debe realizarse tres veces por semana hemodiálisis, para mantenerse más o menos saludable mientras consigue un riñón.
La Ley 847 restringe la donación de órganos a personas con vínculos consanguíneos o afectivos (esposos o parejas en unión estable). En su familia unos no pueden y otros le temen a la idea de donar órganos. “No siento que la Ley tenga tantos beneficios para quienes necesitamos un trasplante”, expone la joven.
“Cierto, establece que la donación es voluntaria, que un órgano no puede ser vendido; pero también limita las posibilidades a los receptores”, dice. En dos ocasiones Pichardo ha iniciado el proceso de donación con parientes, pero al final por incompatibilidad o por miedo a los procedimientos se cancelan.
“Una amiga o un extraño que tenga la voluntad de donarme su riñón, porque conoce mi difícil condición de salud, no puede hacerlo. Es difícil vivir esperando un milagro”, señala.
LEY SIN REGLAMENTOS
En octubre de 2013 se publicó en La Gaceta la Ley 847, Ley de Donación y Trasplante de órganos, tejidos y células para seres humanos, que establecía procedimientos legales, condiciones, restricciones y sanciones para estos procedimientos que desde el 2000 realiza un grupo de médicos especializados. Año y medio después no hay reglamentos, ni campañas de información y los pacientes viven en una suerte de limbo buscando un familiar compatible que quiera donarles un órgano.
“La Ley es importante porque da un soporte legal, sirve de guía de lo que no se puede hacer en términos de leyes, pero no viene a resolver el problema de trasplantes en Nicaragua”, aclara el trasplantólogo Silvio Rodríguez, parte del equipo de médico pionero en realizar este tipo de operación en el país.
La ley establece que los donantes deben estar genética, legal o emocionalmente relacionados al receptor. Plantea incluso la posibilidad de trasplantar órganos de un donante cadavérico, pero no hay reglamento para esta práctica por lo tanto no se realizan. No existe una lista abierta de donantes, tampoco una lista de espera de pacientes con insuficiencia renal crónica que necesitan trasplante.
“En Cuba o Estados Unidos, por ejemplo, cualquiera que esté sano y en todas sus facultades puede ser donante voluntario, y en caso de fallecer, sus órganos pueden ser trasplantados a pacientes que los necesiten, es totalmente seguro, pero hace falta un reglamento para poderlo hacerlo aquí”, explica el doctor Rodríguez, quien con su experiencia en Cuba en trasplantes de donantes vivos y cadavéricos llegó a Nicaragua y junto a un equipo médico especializado ha realizado más de cuarenta trasplantes renales exitosos, solo de donantes vivos.