“Le exigimos (a Daniel Ortega) que no venda nuestra patria, que no dañe nuestro lago”, dijo una pobladora de San Jorge.
Con palos, piedras, mantas y llantas viejas incineradas en la Carretera Panamericana Sur, en el kilómetro 110, en la entrada a la Calle del Amor, pobladores de diferentes municipios de Rivas iniciaron ayer un tranque. Igual situación se vivió en El Tule, Río San Juan, y en Nueva Guinea. En todos estos lugares los campesinos rechazan la construcción del Gran Canal.
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El plantón en Rivas inició con varios pobladores que se apostaron con mantas y carteles a la orilla de la Carretera Panamericana Sur, a las 12:30 del mediodía de ayer. El grupo fue creciendo y cuando eran más de cien pobladores cerraron el paso vehicular.
Colocaron llantas sobre la carretera, las quemaron y cada media hora permitían el paso al transporte pesado, mientras que los vehículos livianos y de transporte colectivo fueron desviados por rutas alternas.
Yamileth Jiménez, habitante de San Jorge, Rivas, indicó que los dueños de propiedades que no están dispuestos a vender sus tierras llegaban con la intención de parar el tráfico indefinidamente, hasta que el Gobierno derogue la Ley 840.
Después del mediodía, el rumor de que los antimotines desalojarían de la vía a los manifestantes caldeó los ánimos de estos, quienes al observar una cisterna con 9,500 galones de combustible, decidieron retenerla, bajo la amenaza de que si la Policía los quitaba de la vía, la incendiaban, señaló Octavio Ortega Arana, presidente de la Fundación de Municipios de Rivas (Fundemur).
IMPIDEN ACCESO A LA PRENSA
“Ese es un show mediático del Gobierno para que el mundo crea que inició la construcción del Canal, pero ¿con qué inversionistas? ¿Con qué estudio de impacto ambiental?” Octavio Ortega Arana, presidente de la Fundación de Municipios de Rivas (Fundemur).
El acto de inauguración de las obras del Gran Canal en Brito estaba previsto para las 5:00 p.m. de ayer, pero repentinamente adelantaron la actividad para las 10:00 a.m.
Según Ortega Arana, el Gobierno movilizó unos veinte buses con miembros de la Juventud Sandinista de Managua hacia Brito. “A mí me llamaron varias familias de Las Juntas y Las Palomas, de Tola, asustados por tantos militares que les controlaban su salida y entrada a sus casas”, expresó Ortega Arana.
En el acto inaugural en Brito no fue permitido el acceso de LA PRENSA y un agente de tránsito dijo que para ingresar se requería portar la invitación, la cual, aunque nos registramos antes del 15 de diciembre, como lo solicitaron los organizadores, la invitación nunca llegó.
PROTESTA EN EL TULE
Mientras tanto, por sexto día consecutivo pobladores del municipio de San Miguelito impidieron el paso fluido de vehículos en el kilómetro 260 de la carretera Managua-San Carlos, al cerrar la vía con troncos, llantas y piedras y poner una muralla humana como muestra de la inconformidad por la construcción del Gran Canal Interoceánico.
El tranque parcial que en los primeros días de la protesta demoraba entre media hora y una hora, después del mediodía de este lunes se prolongó por más de seis horas y esta mañana estaba previsto abrir el paso cada cuatro horas, con el propósito de ejercer más presión al Gobierno.
Solo ayer cerca de dos mil personas se concentraron en este punto que está próximo a El Tule y que es escenario de una manifestación que arrecia cada día más ante la amenaza de que por la construcción del Gran Canal los campesinos de San Miguelito se queden sin tierra para vivir y sembrar.
Freddy Orozco Rivas, habitante de la comunidad Quebrada Seca, aclaró que lo único que hacen es defender sus propiedades ante el poder que le otorgó el Gobierno central al empresario chino Wang Jing en el país y por eso no van a desistir.
“Estamos aquí porque no queremos vender nuestras propiedades. Aquí vamos a luchar por la defensa de nuestras tierras. Nos quieren amedrentar, meter en miedo, pero no pueden”, afirmó Orozco al referirse a que en la última semana agentes policiales han llegado al tranque o mandan a decir que ya los tienen rodeados.
El tranque se desarrolla con tranquilidad, pero ayer casi se torna violento cuando los manifestantes descubrieron a dos infiltrados. Las personas que se hacían pasar como manifestantes, tomaban fotos de forma disimulada. Los protestantes, al detectar a uno de los infiltrados, le quitaron el celular y concluyeron que era un espía por los mensajes de texto que enviaba a otro número y porque nadie lo conocía de donde supuestamente decía ser.
Al momento de alejarse de la gente, LA PRENSA le preguntó al supuesto espía qué hacía en el lugar y este respondió que era un observador voluntario de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos. Se identificó como Luis Flores Mayorga y aseguró que no portaba documentos de identidad que dieran fe de su nombre verdadero.