En el campo de aeromodelismo, una vasta extensión de terreno rodeada de cultivos de sorgo que ya se observa rojizo, Mauricio Peñalba habla sobre los drones, pero de repente corta la conversación. “¡Algo en el motor, (está) raro, cuidado!”, grita al escuchar un ruido extraño en el colorido avión que vuela en círculos como si fuera un pájaro artificial.
“Es necesario e importante que haya una regulación y yo creo que el INAC (Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil) está en búsqueda de esa regulación”, dice Peñalba ante la decisión de este Instituto de prohibir el vuelo de todo artefacto, incluyendo drones y aeromodelos.
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Leonardo Rodríguez, presidente del Club de Aeromodelismo de Managua, tiene 30 años en el mundo de esta disciplina y luce como un niño emocionado cerca de los avioncitos de poroplast o madera. Él quiso ser piloto cuando vivía en su Cuba natal, pero al someterse a los exámenes físicos para el puesto unas pruebas no salieron bien.
“¡Todos somos pilotos que no pudieron ser!”, exclaman los miembros cuando se les pregunta por la afición que los llevó a fundar este club, el único de Nicaragua, hace cinco años. “Y las dos únicas aeromodelistas de Centroamérica están aquí”, dice orgulloso Rodríguez.
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Según Peñalba, los drones se pueden usar con fines tecnológicos, recreativos y didácticos, “tienen un montón de fines, pero por eso mismo es que hay que normarlos, la autoridad tiene que registrar quiénes son los pilotos, tiene que hacerles exámenes psicológicos como si fuera un arma”, expresó.
Pero además de eso, Peñalba dijo que estos aviones no tripulados pueden llegar a interferir en el espacio de aviones tripulados especialmente en zonas que son cercanas a corredores aéreos o que son corredores aéreos como tal “y si te das cuenta por la mitad de Managua pasan aviones hacia el aeropuerto”.
Otro avioncito ruge en la pista de aterrizaje cubierta de hierba, pero no es un dron. En este campo, denominado Franco Peñalba, ubicado en el kilómetro 20 de la Carretera Nueva a León cada domingo se practica aeromodelismo, una disciplina con algo de deporte, arte y ciencia y cuyo fin es construir y volar aviones a pequeña escala, manejados a control remoto.
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“Si prohibís los drones, generás un morbo, una necesidad de gente que tal vez solo lo ha leído por ver cómo es, por qué lo habrán prohibido”.
Mauricio Peñalba, vicepresidente de Club de Aeromodelismo de
Managua.
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“Ellos (el Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil) necesitan un espacio para regular y no tienen chance para cometer errores, me imagino que habrán prohibido la temática a la espera de una normativa, yo estoy seguro que esta gente está normando”, expresa Peñalba, mientras un primo lejano de un dron se eleva hacia el cielo. “No creo que las prohibiciones sean buenas, cuando vos le decís a un niño no toqués, el niño quiere tocar”, puntualiza Peñalba.
ESPERANZADOS EN REGULACIÓN DE DRONES
Luego de que Nicaragua cerrara la puerta a los drones mediante un acuerdo del Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil (INAC), Mauricio Peñalba, vicepresidente de Club de Aeromodelismo de Managua, opinó que la prohibición puede ser “un compás de espera para ver cuánta gente reacciona, si hay gente que pueda estar interesada o no y para saber quiénes y cuántos son” los que apuestan por los aviones no tripulados. El aeromodelismo, la afición por construir y volar pequeños aviones, no fue prohibido y cada domingo se reúne en un campo de Carretera Nueva a León el único club del país, que además está autorizado por INAC.
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