Gloria Picón Duarte
II Entrega
“Corré donde tus vecinos, hacé escándalo, para que queden de testigos, aquí no sé qué pueda pasar”, le advirtió discretamente un antimotín a la hija de 14 años de Leonel Poveda, exmiembro de la Resistencia Nicaragüense y actual militante del Partido Liberal Independiente (PLI) en Ciudad Darío, Matagalpa, mientras su casa era allanada por segunda vez el sábado 26 de julio a las 4:00 de la mañana.
Tras la masacre del 19 de julio, que dejó cuatro muertos en el kilómetro 76 de la Carretera panamericana y uno en la carretera hacia Wabule de San Ramón, Matagalpa, los liberales y exmiembros de la Resistencia Nicaragüense han sido los perseguidos, las historias son muy similares. La Policía y el Ejército, acompañados de civiles encapuchados, han allanado viviendas generalmente por la madrugada, han encañonado a ancianos, adultos y a niños, sin discriminación alguna.
El acoso en la casa de Poveda inició desde de la masacre, el 18 de julio, cuando vehículos sin placas merodearon su vivienda, les tomaron fotos y por último la Policía le llevó un citatorio para que se presentara a la delegación de urgencia. Miguelina Meza, esposa de Poveda, narra que al inicio ellos pensaron que eran ladrones los que estaban rondando, pero luego alguien avisó a su marido que la Policía lo andaba buscando, entonces decidieron llamar a un abogado y este les recomendó que fueran hasta el lunes a la delegación y que no se quedara en la casa, ya que se han dado casos en Darío de personas que mandan a llamar y las dejan presas.
“Nunca pensamos que eso (la masacre) iba a suceder. El 19, como a las 10:00 de la noche, vino la Policía y dijo que encendiéramos la luz y nos tiráramos al suelo”, afirma Meza, quien señala que su esposo ya no estaba en la casa por recomendación del abogado. Ese día, uno de los antimotines dijo que lo mejor sería que dejaran un bomba en la casa “para palmarlos a todos”.
A Eddy Gutiérrez, un hombre que trabaja como albañil con un cura, lo sacó de su casa la Policía y miembros del Ejército a las 2:00 de la mañana del 26 de julio y encañonaron a su familia, incluidos tres niños. Hasta ahora su familia no tiene información sobre su paradero, lo único que le han comentado algunos vecinos a su padre, Jesús de la Concepción Gutiérrez Balmaceda, es que lo han llevado dos veces al lugar donde sucedió la masacre del 19 de julio y teme inculpen a su hijo injustamente.
Cuando los dejaron libres, lo único que les dijo un mayor fue que los asesinos estaban confesando y en Darío les dieron una carta de libertad escrita a mano y firmada por Erick Gutiérrez, investigador de Auxilio Judicial de Darío.
Cuando González preguntó por qué los detuvieron, solo les dijeron que hubo una denuncia y cuando preguntó el nombre del denunciante para poner una demanda, le dijeron: “Son fantasmas que trabajan con nosotros”.
González dice que volvieron con la frente en alto, porque ellos no hicieron nada. Agrega que la tortura durante los días de la detención fue más psicológica porque les decían que iban a pasar 54 años presos, que ya les iban a decir a los medios que ellos eran los asesinos, pero dos días después hubo un cambio de actitud y a él y a dos de sus hermanos los llevaron al hospital por diferentes problemas de salud.
Hasta ahora la Fiscalía no ha presentado acusación contra más personas, los únicos acusados son Juan José Torres, su hermano Gregorio, Erick Salgado y Walter Balmaceda.
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“Nadie va a hablar mal de un hijo mío, saben que son hombres trabajadores, que los he criado en un ambiente de trabajo, no de vagos”, dice Gutiérrez Balmaceda.
Los afectados coinciden en que la persecución en Darío se viene dando desde el 2012 después de las elecciones del 2011 y para las elecciones municipales las cosas empeoraron, pues los enfrentamientos dejaron como resultado dos muertos en las filas liberales y de eso hasta hoy no se ha hecho justicia, a pesar de que hay videos que identifican a quienes dispararon contra la multitud de liberales.
Gutiérrez Balmaceda dice que su hijo Eddy es simpatizante del PLI, pero no ha trabajado en las elecciones, aunque otro de sus hijos es uno de los concejales electos que no tomaron su cargo tras el fraude electoral del 2012 y desde entonces pareciera que “todo lo que pasa es culpa de los opositores, como pasa con alguien que es ladrón y cuando hay un robo es al primero que buscan”, dice Gutiérrez Balmaceda.
Las orejas
En el municipio la población está muy desconfiada, asegura que hay vehículos sin placas que dan vueltas por todos lados y a la medianoche civiles con la cara tapada se plantan en las esquinas. “Hay miedo, los fines de semana el parque se llenaba en la noche, pero el fin de semana que pasó (26 y 27) estaba vacío, la gente se mete a sus casas antes de las 9:00 de la noche”, dicen dos jovencitas que están sentadas en la acera de su casa en el barrio El Laborío, donde dos casas fueron allanadas con lujo de violencia por la Policía y miembros del Ejército, quienes siempre se hacen acompañar de un civil con la cara tapada.
En este barrio buscaban a Wilfredo Balmaceda, pero por equivocación se metieron a la casa de la profesora Maritza Ruiz y encañonaron a todos. De Balmaceda no se sabe nada, no lo encontraron en su casa, ni en su finca, pero la Policía se llevó la camioneta de su hermana y los pobladores han visto que miembros de la Policía la tienen en uso.
“Hay gente que vive viendo quién entra, quién sale, no tienen escrúpulos para denunciar a una persona. Cualquier cosa que me involucre a mi hijo es un montaje porque he oído que incriminan a las personas. Que busquen a los culpables de esa masacre, esa gente no debe estar cerca, pero dejaron al pueblo en una cacería de brujas”, manifiesta Gutiérrez Balmaceda.
En Darío se rumora que hay una recompensa por la cabeza de Poveda, su esposa dice que no ha escuchado esos rumores, pero que no le extrañaría. “A mí no me han contado eso, pero aquí pasa la Policía, frente a la casa vive un chofer de la Policía, en la noche vienen a vigilar, siento miedo porque no sé de lo que puedan ser capaces”, indica Meza.
Zozobra por falta de información policial
A 22 kilómetros de San Ramón, Matagalpa, en la comunidad El Carrizo, miembros del Ejército llegaron hasta la casa de Zacarías Cano el 26 de julio a las 7:00 de la mañana. De él no se sabe nada. Su esposa, Aura Lilliam Reinosa, cuenta que se lo llevaron por monte con la cara tapada y a ella le dijeron que si los seguía la mataban. Cuando preguntó por qué se lo llevaban le dijeron que no tenían que darle explicación. “Me dejaron la casa batida. Dijeron que buscaban una (pistola) 38, les dije ‘no tenemos armas’, al no encontrar se lo llevaron y lo iban golpeando. Es odio el que nos tienen, porque somos liberales”, dice Reinosa.
Cano es agricultor. Para llegar hasta su casa hay que ir a pie por más de un kilómetro, la entrada de vehículos es imposible. El mayor temor de su esposa es encontrarlo muerto en el monte, porque a pesar de que ha ido a la Policía de San Ramón, a la de Matagalpa y a Auxilio Judicial en Managua, no ha sabido nada de su marido, mientras su casa está abandonada, al igual que tres manzanas de frijoles y maíz que tienen sembradas y podrían perderse por falta de limpieza y abono.
En igual situación está la familia de Rosendo Huerta, cuñado de Cano, su hija Fátima Huerta está recién cesareada. Cuenta que como a la medianoche del lunes 28 de julio llegaron hasta su casa en El Carrizo, tiraron la puerta, agarraron a su padre y su hermano, quien tiene 18 años, y los tiraron al suelo, luego revisaron cada rincón de la casa y literalmente hasta debajo de las piedras en el patio, luego se llevaron a su padre.
El martes 29 de julio volvieron y amenazaron a Sayda Cano Angulo, esposa de Rosendo, con llevarse a sus hijos si no entregaba las armas y el celular. Cano asegura que no tienen armas y su celular lo andaba de juguete su hijo menor porque está dañado. Huerta también es agricultor y en campañas electorales ha sido el líder del PLI en la comunidad. Hasta ahora la Policía no da cuenta de su paradero.
En San Ramón, Ciudad Darío, San Isidro y en Las Calabazas, los rumores son que hay una lista de personas que serán detenidas, nadie sabe de dónde salió el rumor, pero ha puesto en zozobra a otros pobladores que se han identificado como liberales.
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