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Darío, Cortés, Adiac… León

Los barrotes de la ventana todavía están torcidos. “Son los mismos”, dice Miguel Martínez Buitrago, guía del museo. Los mismos que Alfonso Cortés dobló en un arranque de furia, en los días más crueles de su esquizofrenia. Más adelante, en otro cuarto, está la otra ventana; esa desde la que el poeta escribiera: “Un trozo de azul tiene más intensidad que todo el cielo”. Sin embargo, no es Cortés la mayor atracción de esta casa, sino Rubén Darío. Entre este taquezal vivió sus primeros años el poeta niño, la mayor gloria de Nicaragua, y es aquí donde debe comenzar el recorrido por la ciudad de León.

Por Amalia del Cid

Los barrotes de la ventana todavía están torcidos. “Son los mismos”, dice Miguel Martínez Buitrago, guía del museo. Los mismos que Alfonso Cortés dobló en un arranque de furia, en los días más crueles de su esquizofrenia. Más adelante, en otro cuarto, está la otra ventana; esa desde la que el poeta escribiera: “Un trozo de azul tiene más intensidad que todo el cielo”. Sin embargo, no es Cortés la mayor atracción de esta casa, sino Rubén Darío. Entre este taquezal vivió sus primeros años el poeta niño, la mayor gloria de Nicaragua, y es aquí donde debe comenzar el recorrido por la ciudad de León.

La cama en la que murió Darío, las mascarillas que le hicieron momentos después de su muerte, los libros, los versos. Hay mucho que ver. Incluso la metamorfosis de la caligrafía del poeta, cuya letra era elegante cuando transcribía sus rimas; pero se llenaba de “patas de araña” cuando las buscaba. Tachaba y sobrescribía, borraba y volvía a tachar.

En el techo, la caña brava. Y en el piso, el barro. Amplios corredores y viejas puertas. A pesar de las modificaciones, se puede ver la casa de los tíos abuelos de Rubén Darío, “la casa de la tía Bernarda”, casi tal y como era cuando él la habitó, asegura Martínez Buitrago, nieto del doctor Edgardo Buitrago, quien se consagró como un estudioso de la obra de Darío y fundó el Museo Archivo.

En esta casona estuvo Darío hasta sus 15 años de edad. En estos cuartos escribió sus primeros versos. Aquí vivía también Cortés cuando una noche de febrero de 1927 perdió para siempre la razón.

El Museo Archivo Rubén Darío recibe unas 20 mil visitas al año. La entrada es gratuita, pero se aceptan colaboraciones voluntarias. Está abierta de martes a sábado, de 8:00 de la mañana hasta el mediodía y de 2:00 a 5:00 de la tarde. Los domingos funciona solo por la mañana.

Una cuadra al norte, en dos grandes casas coloniales, está ubicado el Museo de Arte Fundación Ortiz Gurdián. Merece ser visitado. Contiene más de 500 obras de arte nicaragüenses, latinoamericanas y europeas. Muchas son antiquísimas, de los siglos XVI, XVII y XVIII; otras, contemporáneas, pero igualmente brillantes.

Este museo abre de martes a sábado, de 10:00 de la mañana a 6:00 de la tarde y los domingos de 8:00 a.m. a 4:00 de la tarde. La entrada cuesta 20 córdobas. Los niños no pagan y los universitarios solo deben dar 10 córdobas. Los domingos es gratis para todo el mundo.

En este museo también hay equipos especializados en restauración de obras arte, muebles, cerámica y papelería. Además, una exposición de arte moderno en la segunda casa.

Si se quiere seguir disfrutando del arte, la historia y la cultura, está el hermoso Teatro Municipal de León, José de la Cruz Mena. En la colocación de la primera piedra de este edificio, Rubén Darío leyó su poema “Del Arte”. Fue inaugurado en 1885, con una capacidad para 1,284 personas. Y por su valor arquitectónico es Patrimonio Histórico Nacional desde 1983.

Este 12 de diciembre habrá una presentación del Ballet de Álvaro Doña. Y en enero, del 16 al 21, se realizará el Simposio Internacional Rubén Darío, que incluye conferencias y actividades turísticas.

LAS RUINAS DE SUTIABA

El barrio indígena Sutiaba es más que un barrio. Abarca 18 comarcas rurales y tiene sus propias costumbres y patrimonio. Su nombre viene de la lengua chorotega Shuctli y, según algunos ancianos indígenas, significa “lugar del río de los caracolitos negros”.

Fue un pueblo independiente hasta 1902, año en que José Santos Zelaya decretó su adhesión a la ciudad de León.

Hoy día, Sutiaba se está abriendo al turismo. Con ofertas de pequeños recorridos por las calles empedradas del barrio, la “Catedral de Madera” y las ruinas de la ermita de San Andrés y la iglesia de Veracruz, construida hacia la segunda mitad del siglo XVI y destruida por el tiempo y la monumental erupción del volcán Cosigüina en 1835. Fue tan colosal que se escuchó en México, Jamaica, Colombia, Ecuador y Venezuela, y las cenizas oscurecieron el cielo por varios días.

Si camina hacia el suroeste de la plaza de Sutiaba, puede que el visitante no encuentre, a primera vista, algo que merezca su atención. Pero ahí, en una calle que pareciera olvidada, se encuentra lo que queda de la Iglesia de Veracruz. Grandes muros de piedra se alzan entre las plantas trepadoras y un montecito pertinaz que constantemente debe ser cortado.

Es de estas ruinas que sale el espíritu del cacique Adiac, ahorcado en el Tamarindón, cuando se convierte en un punche de oro. Lo hace cada viernes santo, solo para ir a dar una vuelta por la plaza de Sutiaba, cuenta Anastasio Benavides, fiscal de la comunidad.

Un recorrido por las ruinas cuesta dos dólares a los extranjeros y 20 córdobas a los nicaragüenses. Lo mismo vale la entrada al museo Adiac, donde se halla una colección de piezas precolombinas.

Estas pequeñas actividades turísticas son coordinadas por la Casa de Cultura del barrio, situada frente al Centro de Salud de Sutiaba.

LA CIUDAD Y LA CATEDRAL

Después de Managua y junto a Granada, León es considerada la ciudad más importante de Nicaragua. Su casco urbano es elegante, por su arquitectura colonial, sus hoteles y restaurantes, sus 16 iglesias y la catedral más grande de Centroamérica.

Desde junio de este año, la Basílica Catedral de la Asunción de León es Patrimonio Mundial de la Humanidad. Fue construida entre 1747 y 1825. Su estilo es ecléctico. Guarda los restos de Rubén Darío y muchas joyas del arte, como las pinturas de las 14 estaciones del vía crucis, realizadas por el artista nicaragüense Antonio Sarria, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Tiene 31 metros de altura y 105 metros de largo. Al frente, mide 46 metros de ancho y al fondo, 57. Posee 34 cúpulas y seis sótanos. Solo tres están abiertos al público.

Y son tres los recorridos que en la catedral se ofrecen a los turistas. Uno va a las dos terrazas, desde las que se aprecian los templos que rodean a la basílica y parte de la Cordillera de los Maribios. Otro lleva a los sótanos lúgubres en los que se encuentran los restos de Alfonso Cortés, Alfonso Ayón y Salomón de la Selva. Así como los de Edgardo Buitrago y varios sacerdotes. El tercero conduce a la capilla, el jardín y la pinacoteca.

Cada uno de esos tours vale 20 córdobas para nicaragüenses, 5 para los colegiales y 10 para los universitarios. Los extranjeros deben pagar dos dólares.

CMIDA, COMIDA

En León puede encontrar servicios de comida desde 30 córdobas, ya sea en el mercado o en restaurantes que ofrecen almuerzos caseros. También hay locales muy finos, en los que se hallan platos desde 120 hasta 670 córdobas, como el Bar- Grill Carnívoro, que sirve carne nacional y carne importada.

Si busca un buen lugar para comer o solo desea picar y tomar algunos tragos en pareja o entre amigos, el Bar- Restaurante Barbaro es ideal. Hallará almuerzos de 140 a 220 córdobas y bocas desde 50 córdobas. Además, vinos, pastas, ensaladas, cocteles, ron y cervezas nacionales y extranjeras. La carta es tan variada que incluso encontrará botellas de tequila de hasta 12 mil córdobas.

El local está ubicado del Parque Rubén Darío, una cuadra hacia el sur. Atiende de 10:00 de la mañana a 12:00 de la noche. Los viernes y sábados hasta las 2:00 de la mañana.

¡TAXI!

León es la cabecera del departamento homónimo. La ciudad está ubicada a 92 kilómetros de la capital de Nicaragua, Managua. En bus ruteado, el pasaje vale 35 córdobas; en microbuses, 50. En la terminal siempre hay taxis y “caponeras” para trasladarse al centro histórico, donde se encuentran los teatros, los museos y las casas coloniales.

Los “caponeros” cobran 7 o 10 córdobas por persona en viajes cortos. Para ir hasta el centro de la ciudad piden 15. Una carrera de taxi puede costar 20 córdobas por persona.

Pero León vale cada centavo. Después de todo, estas calles son las mismas que vio Darío. Y este cielo fue un chispazo de lucidez en el oscuro laberinto de la locura de Cortés. ¿Qué más se puede pedir?

La Prensa Domingo Adiac cortes Darío León archivo

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