Bogotá/EFE
El exmandatario cubano Fidel Castro, de 86 años, y el vicepresidente colombiano, Angelino Garzón, de 66, son protagonistas de los noticieros: Castro porque desmintió que esté moribundo o muerto como señalaban versiones en las redes sociales, y Garzón porque anunció que padece cáncer de próstata.
Castro, de 86 años y apartado del poder desde 2006 por una enfermedad declarada “secreto de estado”, afirmó ayer en un artículo que todo lo dicho sobre su salud son “mentiras” de “pájaros de mal agüero” y que ni siquiera le duele la cabeza, y para demostrarlo presentó una serie de fotos con sombrero de paja y camisa a cuadros y con un ejemplar del diario Granma del 19 de octubre en la mano.
“Es un tema novedoso que tiene que ver con la comunicación, hoy en día es muy difícil parar la información sobre la salud de los que están en el poder”, explicó el neurólogo y periodista argentino Nelson Castro, autor del libro “Enfermos de poder”, publicado en 2005, y del que ya prepara una segunda actualización debido a lo que califica como una “epidemia” de enfermedades de gobernantes y exgobernantes.
Según el periodista, que ya no ejerce como médico, Castro no padeció un cáncer sino una diverticulosis sangrante que “se trató mal”, lo que obligó a practicarle una colostomía. Para el periodista lo que “no va a cambiar nunca” es el secretismo que rodea a la salud de los gobernantes en Cuba.
El caso del presidente Hugo Chávez, a quien en 2011 se le diagnosticó un cáncer del que solo se conoce está ubicado en la zona pélvica, “no ha podido ser ocultado” tanto como el de Castro, señala. En la medida en que se actúa con más secreto hay mayores posibilidades de que se cometan errores médicos”, afirma.
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