La Orquesta de Cámara de la Upoli ha mostrado las primeras airosas luces de su trayectoria en la naturaleza de la música íntima.
Nació adentro —cuerdas en el aposento— para que posteriormente la preciosidad de las melodías se esparciese afuera en los escenarios públicos, y fuera escuchada quizá con mayor sinceridad y fruición por la militancia del diletantismo.
Eso fue lo que representó la noche del 31 de agosto en el Salón de los Cristales del Teatro Nacional Rubén Darío con motivo de celebrar los primeros cinco años de existencia. Ha estado presente durante ese tiempo en las motivaciones anuales de esa institución comprendida en los diferentes géneros de la inmortal oferta clásica, en conciertos con el solista Eric Shumasky, intervenido en cinco ediciones de talentos, en concordancia, en la gala por el decimoquinto aniversario de danza de la Upoli, en eventos navideños, en giras nacionales e internacionales.
Tiene como maestra a la directora del Conservatorio, Caridad Rosado Villafañe y al virtuoso del violín —conductor pionero— Gabriel Hernández García. Está compuesta por el promedio para una orquestación de cámara: 16 músicos, de ellos seis profesores y siete alumnos, incluidos tres egresados profesionales: violín primero y segundo, violoncello, contrabajo y maderas: oboe, fagot, clarinete y flauta.
Al haber soplado las velas consignadas en el lustro, se manifiesta ya como un cuerpo con estructura percatada para satisfacer el fervor de escuchar con respetuoso silencio y fornido placer este tipo de música, inmodesta por lo selectiva.
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