Gris es el día, y todo el año es frío,
y por la tierra deshabitada el chirrido de las golondrinas
señala el vuelo austral de la primavera. Nada alberga,
salvo el invierno, la bóveda del firmamento.
Oh, triste tierra, cuando este amargo y lúgubre sueño se remueva y gire, y
reverdezca de nuevo la estación,
por el camino y el sendero solitarios reptará la hierba,
y nadie la hollará, limpiando el paso.
Abril y mayo y junio, y toda la penuria
de un corazón para verdearla, para herirla y despertarla;
de qué sirve florecer, tierra gris de noviembre:
no tienes que interrumpir tu sueño para reverdecer.
La acallada querella del viento en los árboles azotados
estremece a la hierba del camino y el sendero,
y la Pena y el Tiempo devienen mares dorados, sin mareas.
¡Calla, calla! Ya ha vuelto a casa.
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