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El director en el concierto

Francisco Jarquín Vega, perfila la imagen de un conductor rebosante de personalidad. Enseña el carisma con la mirada al universo que depende de sus manos. Sabe en qué momentos se mueve con autoridad en su zona de mando. Ilustra al oído del absorto sobre cómo seguir el rumbo de tantos pasmos descriptivos como en la aurora pintada por Grieg.

Por Joaquín Absalón Pastora

Francisco Jarquín Vega, perfila la imagen de un conductor rebosante de personalidad. Enseña el carisma con la mirada al universo que depende de sus manos. Sabe en qué momentos se mueve con autoridad en su zona de mando. Ilustra al oído del absorto sobre cómo seguir el rumbo de tantos pasmos descriptivos como en la aurora pintada por Grieg.

Su energía —solemne y severa— brilló más en la Caballería Ligera de Von Suppé. Una orden con el brazo derecho, bastó para que explotara la instrumentación en una línea de unísono con salvedades concertantes. El trote retumba y el catedrático de la Upoli lo impulsa como si fuera el guía de la caravana en fusión densa y grandiosa.

La noche del 16 de abril me pareció ver a dos orquestas en el Teatro Nacional Rubén Darío: la de Von Suppé y la de Mozart. En un momento del imaginario me sentí en Nueva York, recordando a su filarmónica.

Corpulencia en los vientos y los metales, elevación en el agudo autoritario de las trompetas, sedosidad en las cuerdas cuando cupo a sus venas la circulación melódica.

Pero la orquesta que tocó la 40 de Mozart, me pareció otra. Cuando el concurrente se ha metido en el templo de los oídos, no hay espacio para la irrealidad. Menguó la afinidad en el motivo rítmico de tres notas, muestrario de la auténtica joya.

Mozart puso en esta sinfonía una atrevida disonancia y la sucesión de motivos de construcción irregular, delicados de ejecutar. Se suele decir que Mozart es tan complicado como Stravinsky.

Al terminar el concierto le comenté al director. La orquesta estuvo llena con Von Suppé, ¿y con Mozart, que pasó? Y me dijo: “Es muy clásico”. Y Ramón Rodríguez secundó: “Por eso es difícil”.

Cultura concierto director Francisco Jarquín Vega archivo

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