En el amor no se debe apostar como en un juego al azar, no debemos depender de la suerte para algo tan importante como nuestra felicidad de pareja.
Muchas veces creamos ilusiones y fantasías en las que somos protagonistas principales de una película de príncipes y hadas; nos inventamos situaciones irreales o muy idealizadas y hacemos concepciones equivocadas acerca del amor, lo cual nos acaba reafirmando en “la mala suerte para el amor” que creemos tener.
Solemos formar ideales ambiciosos en términos de comprensión, entrega total, comunicación, amor sincero entre otros.
El problema es que si uno de esos términos no se cumple, nos quedamos con la idea de que el verdadero amor no existe o que nuevamente tenemos “mala suerte”, negándonos así a aceptar y entender que el problema está en nuestras propias decisiones o elecciones.
Muchos de los resultados desagradables de una relación se atribuyen a la poca o mala experiencia, celos, inmadurez, y especialmente a la “baja autoestima” que podamos tener.
Pero en realidad, muchas veces fijamos expectativas y exigencias tan altas que nunca logran llenarse, y que cuando no son alcanzadas decimos que tenemos “mala suerte en el amor”.
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