El embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Robert Callahan, negó ayer que su país le deba a Nicaragua alrededor de 17 mil millones de dólares, como consecuencia de una sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), tras una demanda que hizo el primer gobierno de Daniel Ortega en la década de 1980 por el apoyo de Washington a la contrarrevolución.
“Hubo un acuerdo con el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro, un gobierno elegido democráticamente, y ese tema (la deuda) está resuelto”, explicó Callahan tras participar ayer en un evento de la Unión Nacional para la Responsabilidad Empresarial (Unirse).
- Al Gobierno de Estados Unidos no le importa quién resulte ganador de las elecciones presidenciales de noviembre en Nicaragua, lo que le importa es que el proceso sea limpio, transparente y justo.
Ojalá, francamente, y hablando por mi gobierno, por mi embajada, por mí mismo, ojalá que dentro de muy, muy poco, tengamos aquí observadores nacionales e internacionales, trabajando en este proceso, expresó el embajador.
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“Realmente no tengo el documento (del acuerdo), pero es bien conocido que durante el gobierno de doña Violeta llegamos a un acuerdo con los nicaragüenses para resolver este caso, que para mi gobierno ya es un capítulo cerrado”, enfatizó el diplomático.
El sábado pasado, durante un acto público del partido gobernante, el Frente Sandinista (FSLN), el presidente Ortega dijo que está pendiente el pago de la deuda de Estados Unidos con Nicaragua, por la demanda en La Haya.
“El pueblo no quiere limosnas, quiere instrumentos para trabajar, para dignificarse”, declaró Ortega al hacer su reclamo.
Callahan recordó ayer que Estados Unidos ha dado “más de dos mil millones de dólares en apoyo bilateral a Nicaragua”, para financiar diversos programas de cooperación.
“Hemos sido muy generosos con todos los gobiernos de Nicaragua desde 1990”, añadió el embajador estadounidense.
LA OBSERVACIÓN
Callahan, quien dejará su cargo en las próximas semanas, insistió en la necesidad de tener observadores nacionales e internacionales en las elecciones generales de noviembre próximo.
Recordó que para las elecciones generales de noviembre de 2006, cuando Ortega resultó electo, los observadores estaban presente en Nicaragua desde marzo de ese mismo año.
Dijo que espera que las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Nicaragua continúen fortaleciéndose.
Sobre su posible sucesor en Managua, el embajador Jonathan Farrar, comentó que habrá que esperar lo que decida el Senado de Estados Unidos, si lo ratifica o no.
Señaló que Farrar “es un diplomático de carrera, ha tenido como cinco o seis puestos en América Latina, conoce la cultura latina y el idioma español; él es muy capaz y con mucha experiencia”.
No obstante, destacó Callahan, en Estados Unidos hay una “separación real de los poderes del Estado” y, por ello, el Senado debe confirmar a los funcionarios nombrados por la Casa Blanca, como es el caso de Farrar.
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