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LA PRENSA/D.NIVIA.

Vidaluz Meneses o la palabra que arde

Bibliotecóloga, ensayista, activista cultural y social, Meneses entra por la puerta grande del llamado Coro de voces femeninas de la poesía de mujeres nicaragüenses, suscritas en los años setenta, con Michéle Najlis, Rosario Murillo, Gioconda Belli con su erotismo, sumándose las poetas pioneras, María Teresa Sánchez y Mariana Sansón, entre otras

“Este país es una caja de pandora llena de sorpresas”, afirma la poeta Vidaluz Meneses Robleto (Matagalpa-1944), que espera un mejor futuro, pues para ella el pasado ha vuelto con su inequidad, pobreza y barbarie; asimismo recuerda la otra cara de los años 70 y 80, vividos con emancipación femenina, revolución y solidaridad social, temas llevados a su obra poética, vida y pensamiento.

Bibliotecóloga, ensayista, activista cultural y social, Meneses entra por la puerta grande del llamado Coro de voces femeninas de la poesía de mujeres nicaragüenses, suscritas en los años setenta, con Michéle Najlis, Rosario Murillo, Gioconda Belli con su erotismo, sumándose las poetas pioneras, María Teresa Sánchez y Mariana Sansón, entre otras.

Las páginas de su poesía vibran de amor y ternura, sensibilidad que se extiende a las luchas sociales y el cambio democrático y pacífico.

Ha publicado: Llama guardada (1974), El aire que me llama (1982); su antología Llama en el aire (1974-1990); Todo es igual y distinto (2004); y Sonreír cuando los ojos están serios (2006). En narrativa: La lucha es el más alto de los cantos-Diario de Campaña Brigada Cultural Leonel Rugama; Nicaragua en las redes de la poesía, una antología compilada con Juan Carlos Vílchez; y su autobiografía Balada para Adelina (Inédita).

El despertar amoroso

Las décadas del sesenta y setenta fueron significativas por su emancipación femenina, tanto literaria como social, y universal.

“Nací en Matagalpa, de mamá matagalpina y papá jinotegano, como mi papá era militar viví mi infancia en ocho ciudades de Nicaragua, y otra parte en Bonanza, en casa de unos tíos abuelos, salvo en León, que tuve en rápido tránsito; las demás ciudades son de Las Segovias, y son rurales; entonces mis vivencias primarias han estado cerca del campo.

En uno de los primeros poemas, El llano, de mi libro Llama guardada (1974), hablo de eso; y en otros momentos le dedico uno a una campesina madre, porque tiene que ver con mi primera experiencia cuando tuve a mi hija Carla. Y sí esa solidaridad y sensibilidad nace del fruto de estas circunstancias y entorno.
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En cuanto a los cambios y motivación que tuvimos las mujeres, efectivamente, a nuestros países llegan tarde todas las colas de la modernidad; de casualidad en esos días Michéle Najlis y yo estudiamos en el mismo colegio de la Asunción; también fui compañera de Angelita Saballos e Indiana Cardenal; y te decía que no formamos grupos, sino que Michéle fue la primera en despuntar sobre el compromiso social.

Al poeta Ernesto Cardenal le llamó la atención y llevó sus poemas a La Prensa Literaria, y esto nos animó a llevar los nuestros a Pablo Antonio Cuadra. Él publicó mi primer poema Pájaros grises , que era de desilusión amorosa (toma pausa para reírse), por supuesto que me daba pena poner mi nombre y puse el seudónimo Vime, a la par estaba un poema de Raúl Javier García, conocido como el “Poeta Carpintero”, de Granada.

Estudios historiográficos de Pablo Antonio Cuadra, y otros, nos ubican en estos periodos; y Daysi Zamora en una antología nos menciona, en ella también aparecen las primeras poetas precursoras, María Teresa Sánchez y Mariana Sansón, no porque hubieran otras que Helena Ramos está rescatando, sino que éstas tienen obras representativas conocidas, y salidas de los cánones tradicionales.

En adelante de los setenta, es Gioconda Belli la que da el campanazo con la temática de la sexualidad. Ella y Michéle ganan el premio de poesía “Mariano Fiallos Gil”. Más tarde aparece Rosario Murillo; a todas nos denominan como ‘El coro de voces femeninas de la poesía de mujeres nicaragüenses’”.

¿La publicación de tu primer libro Llama Guardada fue el despertar de tu poesía en liberación, en revolución?

Todavía no. Fíjate que me gusta escuchar a mis colegas, ese título me lo sugirió Fernando Silva, que me dijo que eso reflejaba un tanto mi poesía. Mis amigos contemporáneos y críticos siempre me atribuyen discreción, o una cosa un poco oculta todavía, íntima, que de alguna manera encubría la protesta política y social; pero este título tiene que ver con ese proceso de liberación, porque el segundo de mis libros, publicado en el contexto de la revolución se llama El aire que me llama, éste ya es la revolución. Este título viene de un verso de Joaquín Pasos y me lo sugirió Luis Rocha, otro de mis bróderes generacionales.

En estos años estaba encandilada, trabajé en el Ministerio de Cultura en el proyecto apasionante que duró nueve años, como fue promover la cultura popular. El texto La lucha es el más alto de los cantos-Diario de Campaña Brigada Cultural “Leonel Rugama”; recoge el episodio de 1983, de escritores y artistas. Daysi ha dicho “que somos una generación que vivimos cosas extraordinarias que no van a vivir otras”.

Ahora pienso que el futuro es de las mujeres. La revolución quedó inconclusa, y se va dando cada vez que ellas se incorporan a la sociedad en todos los campos, por ejemplo: me entusiasma el Movimiento María Elena Cuadra, y el trabajo de Sandra Ramos. He tenido contacto con obreras como Andrea Pérez; y con mis colegas las mujeres escritoras no nos hemos quedado atrás. Hemos creado nuestro cuarto propio: ANIDE (Asociación Nicaragüense de Escritoras).

Regresando a sus recientes publicaciones literarias, Todo es igual y distinto, se percibe en tus versos todavía ese gran sentimiento de lo amoroso y solidario con las causas sociales.

Cuando has vivido algo tan intenso no le podés dar la espalda. Este título refleja un tanto el sentimiento que tuve, después que se malogra todo el proyecto de la revolución como un proceso democrático y amplio; de repente tuve la sensación de: ¡Qué horror…! ¿Para qué sirvió tanto, si todo está igual?

Los años noventa fue una economía de posguerra de inequidad y pobreza. Volví a la UCA, a mi Alma Mater, al Departamento de Artes y Letras y después me nombran decana de la Facultad de Humanidades, ahí comencé a hacer cosas que hacía antes de la revolución, pidiendo becas para los pobres… y me siento afligidísima. Después me vine al Centro Antonio Valdivieso.

¿En este nuevo contexto coyuntural, qué se habla partidariamente de la “continuación de la revolución”, qué significa ser mujer y literata?

Pienso que las mujeres estamos haciendo lo que falta de la revolución, y en ese sentido cada generación le debe a la anterior el cambio, de luchas tremendas. Las mujeres que lucharon por la emancipación, el voto femenino, la participación y el desarrollo en todos los campos; entonces en literatura tengo un poema que se lo dedico a tres mujeres suicidas que se llama Viva estamos sobre su memoria, dedicada a Virginia Woolf, Alfonsina Storni, y Sylva Plath; claro, se suicidaron porque en su época no tuvieron eco.

Pero en las siguientes generaciones hay avances de la lucha de las mujeres en general: ahora mujeres jóvenes tienen maestrías, son críticas literarias, son académicas, estoy hablando de la Milagro Terán, Marta Leonor González, Yahoska Tijerino…

¿Cuáles han sido sus últimos gritos de protesta en la escritura?

Estuve escribiendo unos artículos, pero me he desanimado porque me he dicho: para qué voy a seguir

escribiendo para todos los que están de acuerdo conmigo, no se transforma nada, después no me gusta cierto nivel de agresividad que se enfrenta cuando escribes tus ideas, eso me frustra porque te enfrenta contra la barbarie y el salvajismo.

Soy pacífica, la lucha armada la entendí como un mal necesario, pero no creo en la violencia; también mi generación estuvo influida por grandes pacifistas como Martín Luther King, y Mahatma Gandhi, y me reconozco entre ellos. Ahorita mis energías están dedicadas a mis memorias.

¿Usted tiene mucha poesía inédita, qué hay de ella?

Tengo unos diez poemas nuevos, pero me he dedicado a escribir mis memorias Balada para Adelina, porque Adelina fue una tía abuela que vivió conmigo, porque toda mi familia se fue con la revolución, a mi padre lo mataron en Guatemala, me quedé sola.

Ella es matagalpina y murió de 102 años de edad. Esta narrativa recoge una serie de vivencias, y ya tengo el primer borrador de 186 páginas, en ella se incluyen cinco cartas de Carlos Martínez Rivas, en una de ellas hablé con el poeta sobre la Guía Temática sobre los Escritos a Máquina de PAC (463), que fue mi parte de monografía técnica de mi carrera escrita en 1978.

¿Su gran sueño inconcluso?

El futuro. Siempre estoy esperando algo mejor… Este país es una caja de pandora llena de sorpresas.

La Prensa Literaria Poeta Vidaluz Meneses archivo

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