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La capital libanesa recibió ayer con una ceremonia de honor los camiones con los restos de 199 combatientes libaneses y palestinos entregados por Israel el miércoles, como parte de un canje con el Hezbolá chiita.
Mientras, en Nahariya, Israel, miles de hebreos participaron en silencio a los funerales de los dos soldados cuyos cadáveres fueron devueltos la víspera por el Hezbolá, Ehud Golswasser y Eldad Regev.
En el Líbano, el convoy con los cuerpos de los combatientes salió de Naqura, una ciudad fronteriza en el sur del país, el jueves por la mañana.
Los féretros, envueltos en la bandera libanesa o palestina según el origen de los difuntos, fueron depositados en camiones decorados con flores y con la inscripción “Operación Al Radwane”.
El Hezbolá bautizó la operación con el pseudónimo de uno de sus más importantes dirigentes militares, Imad Mughniye, muerto en febrero en Damasco en un atentado que el movimiento chiita achacó a Israel.
En una ceremonia organizada por el Hezbolá antes de la partida de la caravana hacia Beirut, los asistentes echaron flores blancas y arroz sobre los féretros.
El cortejo atravesó las ciudades del sur, pasando por la carretera que bordea la costa y que fue decorada para la ocasión con banderas amarillas del Hezbolá y de los diferentes partidos a los que pertenecían los combatientes.
Al paso del convoy, madres llorando intentaban tocar los ataúdes de madera donde quizás se encontraban los restos de sus hijos. Los féretros fueron entregados a sus familias al término de una ceremonia en la periferia sur de Beirut, bastión del movimiento chiita libanés.
El ambiente era otro en la localidad drusa de Aabey, en el sureste de la capital, donde Samir Kantar, uno de los cinco prisioneros libaneses liberados por Israel, fue acogido como un héroe.
DE ARMAS TOMAR
Miembro del Frente de Liberación de Palestina (FLP), Kantar fue condenado en 1980 a cinco penas de cadena perpetua y a 47 años adicionales por el triple asesinato en Israel.
En 1979, con sólo 17 años, dirigió una operación en Nahariya, en la que asesinó a un policía, secuestró a un civil israelí al que acabó eliminando y mató a su hija de 4 años destrozándole el cráneo, según la justicia hebrea.
Preguntado si lamentaba haber dirigido la operación que le supuso pasar casi 30 años en las cárceles israelíes, Kantar respondió: “Nunca me he arrepentido ni un solo día de lo que hice. Sigo mi línea política”, añadió el ex detenido, de 46 años.
“Estoy muy contento porque vuelvo a las filas de la resistencia y a mi familia”, dijo Kantar al llegar a su casa.