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La histeria antiinmigrante

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El Gobierno de Bush debería avergonzarse de sumarse a este coro de mercaderes del odio. Y debería saber que los miles de millones de dólares que se gastarán en el muro fronterizo serán una monumental pérdida de dinero

HERMOSILLO, México. — La gente en esta ciudad del norte de México todavía no sale de su asombro ante las declaraciones del secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Michael Chertoff, en el sentido de que los inmigrantes indocumentados están “degradando” el medio ambiente en la frontera norteamericana. “¡Qué descaro!”, afirman.

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En una entrevista con The Associated Press la semana pasada, en la que defendió la construcción de un muro fronterizo de 670 millas a lo largo de la frontera de casi 2,000 millas, Chertoff aseveró que la barda fronteriza ayudará a preservar el medio ambiente.

“Los inmigrantes ilegales realmente degradan el medio ambiente. Yo he visto fotografías de deshechos humanos, basura, botellas tiradas y otros artefactos en áreas prístinas”, dijo Chertoff. “Y, créanme, eso es lo peor que uno puede hacer al medio ambiente”.

¿En serio?, me pregunté cuando leí sus declaraciones, en momentos en que me preparaba para un viaje a México. ¿Realmente cree el secretario de Seguridad Nacional que los deshechos humanos y las botellas tiradas por los inmigrantes indocumentados en el desierto son una amenaza ecológica de tanta importancia?

¿Y qué hay de las decenas de millones de botellas, latas, baterías, llantas y artículos electrónicos que los residentes legales y ciudadanos de Estados Unidos tiran todos los años sin que sean reciclados?, ¿y qué hay de los gases tóxicos que enviamos a la atmósfera con nuestros carros sobredimensionados?

Según la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos, los norteamericanos tiran a la basura aproximadamente 5 millones de toneladas de botellas de cerveza y gaseosas al año, y unas 800,000 toneladas de latas de las mismas bebidas, y 127 millones de toneladas de bolsas plásticas, sin contar con las que se reciclan.

Así y todo, vistas desde México, las afirmaciones de Chertoff suenan aún más ridículas.

Los Estados fronterizos del norte de México se vienen quejando desde hace mucho tiempo de la avalancha de llantas contrabandeadas desde Estados Unidos, que se están apilando en basurales del lado mexicano de la frontera.

Los Estados fronterizos mexicanos también temen que el muro fronterizo dañará seriamente el ecosistema, amenazando especies como el berrendo (una especie de antílope), el oso negro y varios tipos de gatos salvajes.

El director de la Comisión de Medio Ambiente del Estado de Sonora, César Salazar Platt, me dijo que apenas quedan unos 500 berrendos en el mundo, y que casi todos están en la frontera entre Sonora y Arizona.

Según me dijo, el muro fronterizo obstruirá la capacidad de estos animales de buscar su alimento allí donde llueva, y su capacidad de aparearse y reproducirse en su hábitat natural.

“Si tú truncas la migración natural de estos animales, afectas su evolución, porque se empiezan a reproducir entre ellos”, señaló. “Entonces se degenera la especie, se deja de tener esa fertilidad, se deja de reproducir”.

Mi opinión: las declaraciones de Chertoff son apenas la más reciente capitulación del Gobierno del presidente Bush a la histeria antiinmigrante que se está expandiendo en las cadenas de televisión por cable y los programas políticos radiales en Estados Unidos. El nivel de disparates que se están diciendo en el aire —y su aceptación cada vez mayor por parte de funcionarios del Gobierno, y de la mayoría de los candidatos presidenciales republicanos— es alarmante.

Para que quede claro, no estoy en contra de los controles migratorios, ni aplaudo que los migrantes tiren basura en la frontera.

Sin embargo, hay que poner las cosas en su justa dimensión. La creciente propensión de la televisión por cable y las radios a culpar a los indocumentados de ser amenazas a la seguridad nacional (a pesar de que ninguno de los terroristas del 2001 entraron al país por la frontera de México), o amenazas al medio ambiente (a pesar de que quienes vivimos legalmente en Estados Unidos somos los mayores contaminantes de la atmósfera) es ridícula.

El Gobierno de Bush debería avergonzarse de sumarse a este coro de mercaderes del odio. Y debería saber que los miles de millones de dólares que se gastarán en el muro fronterizo serán una monumental pérdida de dinero, porque mientras la brecha de ingresos entre los norteamericanos y los latinoamericanos siga siendo tan amplia como ahora, los indocumentados seguirán encontrando la forma de cruzar la frontera.

La solución, por supuesto, está en una mayor integración económica con México y el resto de América Latina. Eso ayudará a que las economías latinoamericanas crezcan más, reduzcan la pobreza, aumenten sus clases medias, haya menos presión para emigrar, y Estados Unidos se beneficie de mercados más grandes para sus exportaciones.

Chertoff la embarró. Y la gente del norte de México tiene razón en reaccionar ante sus declaraciones con una mezcla de incredulidad y enojo.

Corresponsal extranjero y columnista de The Miami Herald y El Nuevo Herald.

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