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Sentados: Julio “Canana” Sandoval (C), Hernán “chaparrón” Hernández (3B y SS), Rodolfo “Vigorón” Marenco (2B) y Alfredo “Chiquirín” García (P); Segunda fila: Jonathan Robinson (RF), Allen Álvarez (C), John William, Ramón Méndez (Mánager), Culvert Newel (LF) y Emilio “Chacoteo” Álvarez (SS); Tercera fila (de pie): Domingo “El Pipe” Arana (P), Manuel “Mirandón” Miranda (1B), Carlos “Pichón” Navas (SS), Alfonso Noguera (P), Francisco Dávila (P), Sam Garth (CF), Horacio “Chile Verde” Solís (LF) y José Ángel “Chino” Meléndez (P). (Foto de David, tomada en la Academia Militar/cortesía del Ing. Bayardo Cuadra)

MUNDIALIZACIÓN DEL AMATEURISMO (1938-1947)

Capítulo importante del desarrollo beisbolero de Nicaragua fue la participación de la selección nacional en seis de las primeras nueve series mundiales a nivel amateur. Aquí se reseñan documentadamente, tomadas de un libro en preparación del suscrito [doap_box title=”Fuentes” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] AGUILAR BUSTAMANTE, Julio: “Breves notas sobre San Garth”. La Prensa, 10 de mayo 1999. […]

  • Capítulo importante del desarrollo beisbolero de Nicaragua fue la participación de la selección nacional en seis de las primeras nueve series mundiales a nivel amateur. Aquí se reseñan documentadamente, tomadas de un libro en preparación del suscrito
[doap_box title=”Fuentes” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

AGUILAR BUSTAMANTE, Julio: “Breves notas sobre San Garth”. La Prensa, 10 de mayo 1999.

GENET, Manuel: “Cuando San Garth se coronó” La Prensa, 16 de abril 1988.

GONZÁLEZ ECHEVERRÍA, Roberto: La gloria de Cuba. Historia del beisbol en la isla. Madrid, Editorial Colibrí, 2004.

LACAYO OCAMPO, Leonardo: “Al margen de los deportes nacionales”. Élite [Managua], núm. 6, mayo, 1939, núm. 8, julio, 1939 y núm. 11, octubre, 1939.

PEREIRA OCAMPO, Chale: Anecdotario / Kaleidoscopio. Tomo II. Managua, Impresos Modernos, 1978.

PINNEL MOLINA, José Francisco y Noel Urcuyo Zeledón: Historia del beisbol en Nicaragua. / Antiguo, moderno y contemporáneo. Managua, Federación Nicaragüense de Beisbol Aficionado, 1976.

TIJERINO, Edgard: El Mundial Nica. Managua, Copiaco, 1973.

URIARTE, Guillermo II (“El Káiser”): El beisbol y su historia. Managua, s.i., 1960.

Participación de Nicaragua en la Segunda Serie

Primer juego: frente a Cuba. Se perdió con un score cerrado: 4 x 3. Un mal corring de John Williams, de segunda hacia home, evitó el empate. El “Chino” Meléndez protagonizó un duelo cumbre con el mejor pitcher cubano: Pedro “Natilla” Jiménez. El juez cubano Amado Maestri perjudicó al lanzador “nica” en el conteo de bolas y strikes. Aun así, el “Chino” dominó a la fuerte escuadra antillana. Fue el único partido que perdió y completó. En total, lanzó 18 innings y su promedio de efectividad fue de 5.00.

Segundo juego: frente Estados Unidos. Se ganó 2 x 0. Fue la única blanqueada de la Serie, ejecutada por Alfredo “Chiquirín” García. Tuvo la colaboración del kilométrico home run de Jonathan Robinson.

Tercer juego: frente Cuba. Se perdió 3 x 2. El “Chino” Meléndez fue relevado por “Chiquirín” García, el pítcher perdedor. El victorioso fue el zurdo Wenceslao González, quien había alcanzado la categoría de triple “A” en el beisbol profesional cubano.

Cuarto juego: frente a Estados Unidos. Se ganó 7 x 3. De nuevo lanzó por Nicaragua “Chiquirín” García.

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Quinto juego: frente a Cuba. Se perdió 9 x 1. El pitcher ganador fue otra vez “Natilla” Jiménez, quien aceptó 7 hits de los “nicas”. La única carrera anotada la produjo el homerun de Stanley Cayasso. El “Chino” fue relevado en la tercera entrada por Alfonso Noguera “El Serpentinero” Solórzano, quien cargó con la derrota, habiendo alcanzado un promedio de efectividad de 7.20.

Sexto juego: frente a Estados Unidos. Se ganó 7 x 2. Por tercera vez, Alfredo “Chiquirín” García se impuso, siendo el lanzador más destacado de los “nicas”. Lanzó 31.2 entradas para un promedio de efectividad de 1.11, ganó tres partidos y perdió uno.

La Primera Serie Mundial se limitó a dos países —Estados Unidos e Inglaterra— y tuvo lugar en Londres, del 13 al 19 de agosto de 1938. Su organización fue obra de Leslie Mann, ex jugador profesional estadounidense que, convertido en promotor, había participado en las Olimpiadas de Berlín dos años antes. Al observar en esa oportunidad la asistencia de 125,000 espectadores a un juego de exhibición entre un equipo de su país y otro inglés —el 12 de agosto de 1936—, Mann comprendió que el futuro de este deporte dependía de su proyección internacional.

1. “El Trofeo John Moore”

El mismo Mann bautizó el evento “Trofeo John Moore”, en honor del fundador y presidente de la Federación Inglesa de Beisbol Aficionado, a quien había conocido en Berlín. Cuatro de los cinco encuentros fueron ganados por “Inglaterra”, equipo que integraron en su mayoría jugadores canadienses con experiencia en la Liga Profesional Inglesa. Por su parte, “Estados Unidos” lo formaban militares destacados en bases europeas. En términos de calidad deportiva, no hubo nada sobresaliente.

Para consolidar la iniciativa de Mann, este torneo fue reconocido como el primer campeonato mundial de beisbol amateur por la recién fundada International Amateur Baseball Federation o, en español, Federación Internacional de Beisbol Amateur (FIBA). Mann fue designado Secretario General y Tesorero.

2. La Segunda Serie (La Habana, 1939)

En agosto del año siguiente —del 12 al 26— el estadio La Tropical de La Habana fue el escenario y los clubes participantes tres: Cuba, Estados Unidos y Nicaragua. Según crónica de la revista Élite de Managua (núm. 2, enero de 1939), nuestro país había recibido formal invitación de la Federación Internacional de Beisbol Amateur. Ésta, instalada en Miami, Florida, ofrecía —a través de la Comisión Nacional de Deportes— grandísimas facilidades para los peloteros “nicas”, “al extremo —anotaba el autor de la crónica, Leonardo Lacayo Ocampo— que se puede asegurar que el transporte y gastos de manutención en La Habana sería completamente gratis”. También fueron invitados Japón, otros dos países antillanos (Jamaica y Haití), Venezuela, Panamá, México, Colombia, tres centroamericanos (Guatemala, El Salvador y Honduras), más uno sudamericano (Perú). En la revista habanera Carteles (11 de junio, 1939) se afirmó que la temporada en Inglaterra comenzaba en agosto, por lo cual era poco probable que los campeones mundiales pudieran participar. Y así fue.

Por su parte, en la prensa de Nicaragua el acontecimiento deportivo se comentó ampliamente, siendo el tema más debatido la escogencia de los seleccionados y del manager. “Un fanático” —así se firmaba— opinó en el diario La Noticia (26 de abril de 1939) que se nombrase para “pilotear” el conjunto nacional al granadino Pedro José Oviedo, “uno de los nicaragüenses más preparados en este deporte […] Recordemos —argumentaba— que cuando las Olimpíadas de Panamá [el año anterior], los técnicos don Juan Manuel Morales, don Augusto Provedor, don Emilio Olivares y don Carlos Pereira, que conocen mejor que nadie a nuestros sportsman, por su larga experiencia de jueces, lo propusieron para dirigir el club que entonces actuó…” Pero la propuesta no tuvo eco, ni la tendría ahora.

Porque la Comisión Nacional de Deportes prefirió al cubano Ramón Méndez, quien había venido al país a fines de 1934 e integró el equipo de Nicaragua en los Terceros Juegos Centroamericanos y del Caribe, realizados al año siguiente, en El Salvador. Méndez había sido pítcher del círculo tabaquero semiprofesional de Cuba. Y Oviedo fue nombrado coach (Lacayo Ocampo, mayo, 1939). Sin embargo, Oviedo —nuestro “Caballero del Deporte”— no estrenó el uniforme de la primera selección nacional, como coach. Ramón “Moncho” Bonilla fue nombrado para sustituirlo.

El vencedor de la contienda recibiría la Copa “John Moore”, donada por este promotor inglés, cuya posesión otorgaba la supremacía beisbolera mundial. Nicaragua disputó a Cuba esa supremacía. El primer juego, ante 16,000 espectadores, fue reñido y, verdaderamente, fue toda “una fiesta para los fanáticos que disfrutaron del buen pitcheo, el excelente trabajo defensivo y el bateo oportuno de ambas novenas” (González Echeverría, 2004: 348).

La selección se trasladó en avión a Puerto Barrios, Guatemala, para abordar allí un barco de la United Fruit Company, que la condujo a Santiago de Cuba. Luego, en ferrocarril, viajó hasta La Habana. La representaban el capitán G.N. Francisco Gaitán y don Humberto Ramírez Estrada, Presidente y Secretario de la Comisión Nacional de Deportes, respectivamente. El mánager, como se dijo, era Méndez, quien se había destacado también como lanzador en el “Almendares” de la Liga Profesional Cubana. Y sus peloteros: José Ángel “Chino” Meléndez, Alfredo “Chiquirín” García, Domingo “El Pipe” Arana, Alfonso Noguera “El Serpentinero” Solórzano y Francisco “El Zurdo” Dávila, lanzadores. Julio “Canana” Sandoval y Allen Álvarez, receptores. Stanley Cayasso y Manuel “Mirandón” Miranda, inicialistas. Rodolfo “Vigorón” Marenco, segunda base. Carlos “Pichón” Navas y Emilio “Chacoteo” Álvarez, campocortistas. John Williams, tercera base. Culvert Newell, Jonathan Robinson, Sam Garth, Horacio “Chile Verde” Solís y Hernán “Chaparrón” Hernández, jardineros.

El diario El País de La Habana comentó días antes de la jornada inaugural: “Después de la práctica que en la mañana de ayer realizó el equipo de Nicaragua, todos cuantos tuvieron oportunidad de ver su trabajo han convenido en que tiene todo lo que se necesita para aspirar legítimamente al triunfo. Su infield es rápido y seguro, su outfield no permite claro en los jardines, el batting es recio y su pitching luce en disposición de hacer grandes estragos contra cualquier batería… Los muchachos de Nicaragua invadirán el sábado el terreno luciendo unos uniformes elegantísimos. El traje es color gris y con letras blancas dice en el pecho Nicaragua. La gorra es del mismo color con la inicial también en blanco” (Citado por Lacayo Ocampo, julio, 1939).

El “Chino” Meléndez silenció a la escuadra cubana durante cinco entradas, sólo para perder con marcador de 4 carreras x 3 ante Pedro “Natilla” Jiménez. José “Cocoliso” Torres bateó el hit decisivo en el décimo inning. El público, puesto de pie, ovacionó a la escuadra nicaragüense que días después perdería el segundo juego contra Cuba, 3 x 2, jugando de nuevo extrainning. En ambos, los “nicas” fueron los primeros en anotar carreras. En el primero Carlos “Pichón” Navas, nuestro short stop, “cometió una lamentable equivocación y nos botó el juego. En el segundo, una precipitación de [Horacio] Solís [en el outfield] nos derrotó” (Lacayo Ocampo, agosto 1939). La mala suerte siguió acompañándonos al perder el tercero frente a los cubanos que lograron una considerable ventaja: 9 x 1.

3. Sam Garth: “El diamante de ébano”

Pero el beisbol “nica” despertó profunda admiración entre los “cubiches”, arrancando favorables comentarios a los cronistas deportivos. El “Chino” —cuya fama había llegado a ellos desde el campeonato olímpico de Panamá el año anterior, precisamente por su actuación destacadísima frente al equipo de Cuba— fue sujeto de esos comentarios. También elogiaron a Jonathan Robinson por batear enorme cuadrangular en el segundo juego y a Stanley Cayasso por imitarlo. No hubo más jonrones en el torneo. Cayasso obtuvo, asimismo, el liderato en dobles con 2. Sam Garth (“El Diamante de Ébano”, lo llamó Manuel Genet, tenía 6 pies de altura, bateaba a la derecha y tiraba a la izquierda) resultó el campeón de bateo con un promedio de 0.500 (9 hits en 18 turnos) y Culvert Newell el máximo robador de bases con 4 en 6 juegos.

Además, Garth no se ponchó en la serie, recibió 4 boletos, se robó una base, empujó una carrera y bateó un doble y un triple, en fildeo, jugando el jardín central, realizó 11 out, una asistencia y no cometió errores, figurando en el All Stars del torneo (Aguilar Bustamante, 1999).

El conjunto de Nicaragua derrotó en sus tres encuentros a Estados Unidos, mereciendo el segundo lugar. Alfredo “Chiquirín” García se adjudicó las victorias, una más que “Natilla” Jiménez, a quien le otorgaron el campeonato de pitching. De regreso, nuestros muchachos jugaron dos partidos amistosos en Santiago de Cuba, derrotando a una selección de Oriente 4 x 2 y al Club Naval 11 x 7.

4. Seis costeños en la selección “nica”

De los 18 peloteros que formaban la selección nacional de Cuba, sólo dos eran negros. En cambio, Nicaragua presentó seis: los costeños Cayasso, Robinson, Garth, Newell, Williams y Álvarez. Los esfuerzos del gobierno de la isla para romper las barreras del racismo no habían dado suficientes frutos. Aún en 1942 el agudo cronista Jess Losada se lamentaba de la casi total ausencia de jugadores de color en el equipo nacional. El fenómeno que se vivía era otro: la aparición de peloteros de provincias, en su mayoría lanzadores, representantes idealizados de la Cuba republicana. Eran todos guajiros blancos —campesinos de monte adentro, no de la corrupta Habana— que supuestamente encarnaban la fortaleza y la inocencia. Uno de ellos fue Pedro “Natilla” Jiménez, figura protagónica del Central (o ingenio azucarero) Hershey. El apodo procedía del nombre de un típico dulce cubano.

El trofeo “John Moore” lo recibió Cuba. Nicaragua, el trofeo presidencial, en recompensa “al heroísmo con que había luchado en la serie”; y dos de sus más destacados jugadores, Sam Garth y Culvert Newell, una medalla de oro cada uno. La Serie Mundial significó un triunfo para el coronel Jaime Mariné, subalterno de Fulgencio Batista y Director de la DGND (Dirección General Nacional de Deportes), creada en 1938. Según Carteles (10 de septiembre, 1939) la recaudación —producto de la venta de entradas— representó una ganancia de 19 mil pesos: el máximo beneficio logrado hasta entonces por una competencia amateur en Cuba. La DGND entregó 4,504.72 pesos al equipo de Nicaragua; 3,208.48 al de Estados Unidos y 3,015.35 a la Federación Internacional. Más de 50,000 personas habían asistido a los ocho doble juegos.

Para entonces, Federico Laredo Bru ocupaba la primera magistratura de Cuba, pero el poder real estaba en manos de Batista. Las incursiones de éste y de Mariné en el deporte se inscribían en una tendencia mundial que había culminado en los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, la cual asociaba a los deportes con los estados nacionales: “Esta tendencia se alimentaba del fuerte sentimiento nacionalista que prevaleció durante los años treinta, que llegó a la Segunda Guerra Mundial y que tenía fuertes nexos, aunque no siempre explícitos, con el fascismo. Se suponía que cada equipo nacional representaba a su país y defendía su honor, del mismo modo que lo hacía el ejército, del que parecía ser una prolongación. A su vez, los ejércitos estaban liderados por figuras militares fuertes que representaban la encarnación suprema de la patria” (González Echeverría, 2004: 405).

Era el caso de Batista en Cuba, a raíz de la rebelión de los sargentos en 1934; de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana desde 1930 y de Anastasio Somoza García en Nicaragua, a partir del 1 de enero de 1933. Por ello el capitán Francisco Gaitán, amigo y subalterno del último, presidía la Comisión Nacional de Deportes en Nicaragua, remontada a 1931.

Un fuerte movimiento beisbolero se desarrolló tras el regreso de la selección. En la revista Élite (núm. 11, octubre, 1939), Lacayo Ocampo consignaba: “Actualmente se encuentran en la capital 56 equipos en liga, lo que demuestra el gran auge que están tomando los deportes en nuestra juventud. Puede decirse que todas las empresas comerciales destacadas y los distintos ramos de la Administración Pública tienen por lo menos un equipo…” Al mismo tiempo, se había reanudado el Campeonato Nacional de Beisbol, interrumpido por la segunda competencia mundialista, de hecho la primera en importancia. El galardón lo obtuvo el Bóer en una serie final contra el Granada ganando cuatro partidos y perdiendo uno. De esta manera, obtuvo el trofeo Esso, ofrecido por la West India Oil Co. S.A. “El héroe de esta serie fue indudablemente Alfredo García ‘Chiquirín’, que ha llegado a convertirse en el lanzador nicaragüense número 1 ante la inactividad del ‘Chino’ [Meléndez] que, desde su regreso de Cuba, no ha querido presentarse en partidos de calibre […] García mantuvo siempre anulada la recia batería granadina que contaba con aporreadores de la talla de [Jonathan] Robinson, Stanley Cayasso, [Ponciano] Lombillo, Emilio Álvarez, [Horacio] Solís y [Crisanto Adán] Balmaceda” (Lacayo Ocampo, noviembre, 1939). En la Liga participaron cinco equipos: aparte de los citados, San Fernando, León y Managua (La Noticia, 26 de abril, 1939).

Además, en la Liga Infantil de Managua el “Albarito Cubs” —dirigido por Francisco Terán D.— se coronó campeón al vencer en cinco juegos al “Simeón Cañas” que pilotaba el maestro Julio C. Vázquez (Uriarte, 1960: 4).

5. La Tercera Serie (La Habana, 1940)

Nicaragua —con Moncho Méndez repitiendo como mánager— volvió a disputar el Trofeo “John Moore” en la Tercera Serie, celebrada otra vez en La Habana y en el mismo Estadio La Tropical, del 14 de septiembre al 6 de octubre de 1940. Ahora participaban siete equipos, sin duda por el éxito de la serie precedente: aparte de Cuba, Nicaragua y Estados Unidos, Hawai —que llevaba un buen número de peloteros japoneses, como el veloz Kunihisha, estafador de siete bases—, Puerto Rico, México y Venezuela. En esa ocasión, la lucha fue mucho más pareja. Nicaragua ocupó de nuevo el segundo lugar con 9 juegos ganados y 3 perdidos, empatando con Estados Unidos. Pero le ganaría por primera vez a Cuba. Jonathan Robinson se acreditó ese triunfo: 5 x 4. Aunque perdió contra la misma novena otro juego, Robinson tuvo la mejor actuación entre los “nicas” y acaso en el torneo. En efecto, ganó el campeonato de bateo, con promedio de .444 (de 36-16), conectó el único jonrón, anotó más carreras: 14, recibió más boletos también 14 y su sluggin fue el máximo: 0.583. Juan Manuel Vallecillo encabezó el departamento de carreras empujadas: 10 y el de dobletes: 4, Cayasso el de hits: 19. Se destacaron, asimismo, Carlos “Pichón” Navas como torpedero, Julio “Canana” Sandoval en la receptoría y Culvert Newell como robador de bases: 6.

Acerca del campeonato de bateo obtenido por Jonathan “Jocorón” Robinson, Chale Pereira Ocampo recordaría después: “Los nicas iban a batear [en su último juego] cerrando el noveno y el juego estaba empatado. Tocaba el turno como abridor del inning al mismo Robinson que estaba disputando el Champion Bat a un cubano, cuando [el locutor] Manolo de la Reguera anunció que hay emergente por Nicaragua: ‘Chiquirín’ por Robinson […] A todos nos pareció insólito que por preservarle el título a Jonathan, [el mánager de Nicaragua] Moncho Méndez lo sentara para mandar a batear a un pítcher. Pero el ‘Chiqui’ saluda al ‘Guajiro’ Marrero con un tubeyote que abrió el camino, pues luego en jugadas sucesivas la carrera se anotó y el triunfazo nica fue celebrado [en Managua] con pitos de maquinarias y vehículos, y también con cohetes y triquitraques…” (Pereira Ocampo, II, 1978: 35-36).

El campeonato de pitcheo lo obtuvo el “Chino” Meléndez, quien propinó tres lechadas para imponer una marca en los eventos, sin perder ningún juego. Lanzando 34.1 inings, obtuvo un promedio de efectividad de 1.31. Los otros pítcheres lanzaron mucho menos de la mitad de los innings recorridos por el “Chino”: Layman Sinclair (en 14 innings no permitió carrera limpia y ganó dos partidos), Marcelino Zepeda (lanzó 12.2 innings, ganó un partido y perdió otro) Alfredo “Chiquirín” García (quien sólo trabajó 7.2 innings perdiendo un juego y alcanzando un promedio de efectividad de 3.25), más el mismo Jonathan Robinson (lanzó 11 entradas en los dos partidos contra Cuba, ganando uno y perdiendo el otro, como se dijo). Cuba, con dos reveses —la otra se la propinó Estados Unidos— fue el líder del torneo, alcanzando 10 victorias, tres de ellas logradas por Marrero, pero también éste cargó con las dos derrotas. Venezuela y Hawai ocuparon el tercer lugar con 5 triunfos y 7 derrotas, mientras México y Puerto Rico compartieron el sótano con 2 y 10. Transcurridos cuatro días de la clausura, Batista asumió la Presidencia de su país como mandatario electo el 10 de octubre, día en que se conmemoraba el inicio de la guerra de independencia. “Sobrevenía una fusión de la política, el deporte y el sentimiento nacionalista que convertiría a la próxima serie en una auténtica apoteosis del beisbol cubano, el cual tal vez alcanzó su cenit en ese momento” (González Echeverría, 2004: 387)

6. La Cuarta Serie (La Habana, 1941)

Al concluir la Tercera Serie, los delegados afiliados a la Federación Internacional de Beisbol Amateur se reunieron para elegir nuevas autoridades. El coronel Jaime Mariné consiguió la Presidencia y Laureano Prado Clark, otro cubano, el cargo de Tesorero-Secretario. Este hecho explica que el trofeo “John Moore” fuese sustituido en la Cuarta, también celebrada en La Habana del 27 de septiembre al 22 de octubre de 1941, por la “Copa Presidente Batista”. Nueve equipos participaron: los siete anteriores, Panamá y República Dominicana. Cuba y Venezuela llegaron empatados al final, con siete victorias y una derrota cada uno. El 23 de octubre, en un partido extra, Venezuela se impuso en La Tropical sobre el equipo que dirigía Joaquín Diego, uno de los mánagers cubanos más prestigiosos de todos los tiempos. En esta ocasión el mexicano Prieto obtuvo el título de bateo con un promedio de .542, el más alto hasta entonces. Nicaragua acudió con su habitual combinación de poderosos bateadores y lanzadores veteranos, pero quedaría en penúltimo lugar, empatado con Estados Unidos, ganando dos partidos y perdiendo cuatro. Puerto Rico y El Salvador compartieron el sótano. La selección Nacional sólo consiguió un récord: el de bases robadas, obtenido por Carlos “Pichón” Navas con 6 en 8 juegos.

7. Nicaragua ausente en la Quinta y la Sexta Serie (La Habana, 1942 y 1943)

En la Quinta Serie de 1942, sólo se dieron cita cinco equipos. Nicaragua no figuraba entre ellos. El estadio La Tropical de La Habana fue, una vez más, el escenario y la novena cubana ajustó cuentas a Venezuela, ganando 10 juegos (tres de ellos debidos al pitcheo de Julio “Jiquí” Moreno) y perdiendo 2. República Dominicana ocupó el segundo lugar, Venezuela el tercero, México y Estados Unidos el cuarto. Pero se suscitó un problema en el terreno de juego que tendría repercusiones políticas. Durante el partido entre Estados Unidos y República Dominicana, una pelota lanzada intencionalmente contra el dogout estadounidense fue devuelta, de inmediato, contra un jugador dominicano, golpeándole el hombro: nada menos que al mánager Burrolete Rodríguez, que estaba en el cajón del coach en la línea de tercera. Burrolete devolvió la bola con toda su fuerza, agarró un bate, le hizo girar sobre su cabeza y lo aventó hacia los espectadores. Tuvieron que intervenir policías y soldados para calmar a la multitud enardecida que prefería un triunfo de Estados Unidos. El dictador Trujillo ordenó el retiro de su equipo, pero el comité organizador logró que cambiase de opinión. El equipo estadounidense optó por retirarse, perdiendo cuatro juegos por forfait (dos con Venezuela, uno con México y uno más con República Dominicana). Los países involucrados rompieron relaciones diplomáticas.

En la sexta edición, celebrada de nuevo en La Habana, del 25 de septiembre al 19 de octubre de 1943, no participaron por el mismo motivo Estados Unidos ni Venezuela. Este Mundial sólo contó con cuatro países (el anfitrión, México, Panamá y República Dominicana). Cuba venció por cuarta vez con nueve juegos ganados y dos perdidos. El “Jiquí” Moreno fue el champion pítcher con tres juegos ganados y uno perdido.

8. La Séptima y la Octava Serie (en Caracas, 1944 y 1945)

La Séptima Serie Mundial de 1944 se realizó en Caracas del 12 de octubre al 8 de noviembre, con la participación de ocho países. Colombia debutaba. El trofeo se llamaba ahora “Simón Bolívar” y el campeón resultó, por segunda vez, Venezuela después de un empate con México y Cuba. Este equipo se retiró, decidiéndose el campeonato en una serie extra de tres juegos. Nicaragua quedó en último lugar con sólo un juego ganado (por el “Chino” Meléndez a Puerto Rico 3 x 0) contra seis derrotas (cuatro de ellas blanqueadas, cuyos victimarios fueron Colombia, Panamá, Venezuela y República Dominicana). El promedio colectivo de bateo fue de .260 y el de pitcheo por efectividad de 3.90. Stanley Cayasso obtuvo el liderato en dobles con 5 (Pinell y Urcuyo, 1976: 103).

Entres sus hechos destacados se dio el duelo de lanzadores más largo establecido en series mundiales: Dumbo Hernández, de Venezuela y Astor Cupidán, de Panamá, lucharon durante quince entradas para empatar a 2 carreras. El panameño L. Robert obtuvo el liderato de bateo con 0.478 (23-11) de promedio (Tijerino, 1973: 162).

En la Octava, también desarrollada en Caracas, del 27 de octubre al 28 de noviembre de 1945, la selección nacional ascendió al cuarto con cinco victorias e igual número de reveses. Por tercera vez Venezuela se coronó campeón y en forma invicta: 10-0. Participaron seis países. Costa Rica estuvo representada por primera vez. El jardinero venezolano Héctor Benítez ocupó los lideratos de bateo: .526 (de 38-20), carreras anotadas: 16 e impulsadas: también 16.

9. La Novena Serie (Cartagena, 1947)

En 1946 no hubo series mundiales. Pero al año siguiente se reanudaron con la Novena, que tuvo lugar del 20 de octubre al 20 de noviembre de 1947. Ahora la sede le correspondió a Cartagena, Colombia. El trofeo continuaba llamándose “Simón Bolívar”. Nueve países participaron, entre ellos Guatemala —que debutaba— y se jugó una vuelta de “todos contra todos”. Los equipos de Colombia, Puerto Rico y Nicaragua quedaron empatados. Puerto Rico derrotó a Nicaragua, mientras Colombia lo hacía con los puertorriqueños, para acreditarse el cetro, conducido magistralmente por Pelayo Chacón. Por ello el equipo nicaragüense pasó al tercer lugar. Entre sus miembros, Eduardo Green y Jorge “Conejo” Hernández se destacaron alcanzando el liderato en carreras anotadas: 14; Stanley Cayasso fue el campeón empujador con 12 y George Wehmeyer el mejor infielder con 26 asistencias: 9 outs y 0 error. En pitcheo, Timothy Mena ganó tres juegos y no perdió ninguno (Pinell y Urcuyo, 1976: 102).

El lanzador Benjamín Ortiz, de Guatemala, lanzó 8 entradas y dos tercios sin permitir ningún embasado hasta que Ovidio Lara le rompió el juego perfecto con un sencillo dentro del cuadro. El venezolano Fuenmeyer con 0.480 (de 29-14) fue el líder bateador (Tijerino, 1973: 163).

En síntesis, de las nueve primeras series mundiales, Nicaragua jugó en seis, obteniendo el segundo lugar en la II (1939) y en la III (1940), el tercero en la IX (1947), el cuarto en la VIII (1945), el octavo en la IV (1941) y el último en la VII (1944).

10. La llamada de Chale Pereira a Somoza García

En Cartagena el Congreso de la FIBA decidió confiar la organización de la X Serie a Nicaragua y, según el reglamento, la Presidencia se la adjudicaron a Chale Pereira Ocampo y el cargo de Secretario-Tesorero a Ernesto Ruiz Morales, ambos nicaragüenses. El primero, de acuerdo con el segundo, le planteó por teléfono desde Cartagena al entonces Ministro de la Guerra, Anastasio Somoza García: “Oiga, General —evocó la anécdota 25 años después—. Tenemos chance de conseguir la sede para la Décima Serie. ¿Qué dice usted?…” Y la respuesta vino como un cañonazo: “¡Rempújenle!” Así alentó, en una decisión atrevida y audaz, el montaje de la X Serie (Chale Pereira Ocampo: “Somoza: sinónimo de beisbol”, revista Acción cívica, febrero, 1972). Por tanto en 1948, del 20 de noviembre al 10 de diciembre, tendría lugar en Managua y los países participantes fueron ocho. Cuba, como en la edición anterior, no brilló por su presencia.

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