Edgard Rodríguez C. [email protected]
Uno imagina a los rematadores como Rich Gossage: grandes, impetuosos, con una mirada de estrangulador y una piedra capaz de atravesar paredes.
En Boanerges Espinoza, no hay nada de eso. Sin embargo, está convertido en el mejor taponero del país y en el más eficiente en nuestra historia.
Bajo su diminuta figura de 5.7 pies y 160 libras, y ese semblante amistoso, hay un competidor brutal, agresivo y valiente, que nunca se va por las ramas.
Espinoza ha sido hasta este momento el relevista perfecto. Tiene 13 rescates en 13 chances, con 1.00 en efectividad y 31 ponches en 27 innings lanzados.
Los disparos de Boanerges tampoco se mueven tan a prisa como uno los imagina en un relevista.
Más bien se contonean en el camino y causan estragos.
Pero lo mejor de Espinoza es su agresividad y la confianza en sus habilidades. Es capaz de retar a Sammy Sosa, y antes le advierte que lo va a “fusilar”.
En una ocasión le arrimó un pitcheo a Aníbal Vega y como no lo apartó del plato, le propinó un golpe. Y cuando Vega se le fue encima, no se corrió.
Para su suerte, intervinieron compañeros de su club como Freddy Chévez y le evitaron la pena. No sé si de recibir una paliza o huir. Nunca lo sabremos.
Pero permaneció en el box, dispuesto a retar a cuanto bateador se arrime al home, confiando en su control y en su serenidad para absorber la presión.
Nadie sabe qué ocurrirá en el resto del trayecto, pero tendría que pasar algo dramático para que el récord de 14 rescates de Donald Calderón siga en pie.
Boanerges tiene la ventaja de que Chinandega es un buen equipo y con buenos abridores que le dejan herencias favorables, pero el resto lo ha hecho él.
Otra ventaja ha sido encontrarse con un timonel como Davis Hodgson, uno de los más precisos administrando lanzadores y definiendo roles en su staff.
Pero pase lo que pase, salvar 13 juegos en 13 oportunidades, es algo nunca antes visto en la historia de nuestro beisbol. Ni siquiera con Herradora, Dávila, Padilla o Raudez.