- Premio Nobel de la Paz otorgado al secretario general de la ONU y a la organización misma. “Es una inyección en el brazo que era necesitada y merecida”, dijo con humor el galardonado. Su mérito mayor es quizás haber dado nueva vida y sentido
a la misión de la organización en el nuevo orden mundial
AFP
NUEVA YORK.- El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, de 63 años, a quien este viernes le fue concedido el Premio Nobel de la Paz 2001 conjuntamente con la ONU, es considerado por los diplomáticos y los defensores de los derechos humanos como un hombre de consenso.
Annan fue reelecto por unanimidad el 27 de junio de 2001 por el Consejo de Seguridad de la ONU para un segundo mandato de cinco años a la cabeza de la organización.
Discreto, tolerante, de una gran cortesía, la principal virtud del ghanés Kofi Annan es la confianza que inspira a todos sus interlocutores, según los diplomáticos que le atribuyen haber devuelto su credibilidad a la institución internacional.
De estatura baja, Annan hizo toda su carrera en las Naciones Unidas, donde ingresó en 1962. Trabajó en puestos en Addis Abeba, Ginebra, El Cairo, y Nueva York, donde se ocupó de la planificación, presupuesto y de la contabilidad antes de dirigir el departamento de las operaciones de mantenimiento de la paz entre 1993 y 1996.
En enero 1997, este diplomático de voz suave y con la paciencia de un veterano lleno de experiencia, tomó la dirección de las Naciones Unidas.
Al suceder el 1 de enero de 1997 al egipcio Butros Butros-Ghali, Kofi Annan había sido presentado en el momento de su elección a fines de 1996 como un hombre cercano a los norteamericanos. Pero sus críticas contra Estados Unidos de “mal pagador” en la ONU y el acuerdo alcanzado en Bagdad en febrero de 1998 sobre la inspección de los sitios presidenciales por la ONU demostraron que no era alguien de una simple obediencia.
Su habilidad proviene sobre todo de que nunca ha actuado indiscriminadamente sin el aval de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Es así como al día siguiente de los ataques estadounidenses en Afganistán, afirmó que éstos estaban justificados por la legitimidad de la defensa.
Evidentemente, Annan tiene el sentido de los límites y sabe medir la estrechez de su margen de maniobra, que se sostiene de una frágil autoridad moral. “¡Demasiado indeciso!”, dicen sus detractores. No obstante, en una entrevista en un semanario británico, calificó de “deprimente” el perfil general de los dirigentes africanos, demasiado ocupados desde su punto de vista en satisfacer sus ambiciones personales, y estimó que tenían una gran responsabilidad en las dificultades del continente.
Primer africano negro en dirigirla, Kofi Annan concentró sus esfuerzos en la reorganización interna de la ONU. Demostró que no era un simple hombre de gestiones, pero sí alguien capaz de presentar iniciativas y con autonomía.
Tras su confesión de los fracasos de la ONU en Ruanda y en Bosnia, Annan centró sus objetivos en el desarrollo de la lucha contra el sida, la continuación de los esfuerzos de paz en el Medio Oriente y la puesta en marcha de compromisos de la Cumbre del Milenio para el Desarrollo.
Originario de una familia aristocrática de la tribu de los Fante, en Ghana, donde nació el 8 de abril de 1938, Kofi Annan estudió economía en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales en Ginebra, donde aprendió el francés. También hizo una maestría en gestión en Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Estados Unidos.
Es padre de tres hijos y está casado con una sueca desde 1984.
“ESTE PREMIO ES UN DESAFÍO
Annan, galardonado el viernes con el Premio Nobel de la Paz, fue recibido con fuertes ovaciones en la sede de la institución, a la que también se ha otorgado ese galardón. Annan, radiante de satisfacción, llegó a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York donde se habían concentrado un buen centenar de funcionarios internacionales para expresar su alegría y satisfacción por el premio recibido.
“¡Felicidades a todos vosotros!”, dijo Annan, quien pidió a la vicesecretaria general de las Naciones Unidas, Louise Frechette, que leyera la motivación del premio, lo que originó otra oleada de aplausos. No obstante, comentó que la entrega del galardón supone también que el Comité Noruego ha puesto “una serie de desafíos” ante la ONU, dijo Annan, que estaba rodeado de sus más inmediatos colaboradores y de su esposa, Nane Annan.
El secretario general de la ONU recordó que el premio está dedicado a quienes han muerto en pos de los ideales de la organización y resaltó el riesgo que tienen las misiones de las Naciones Unidas. Alabó por ello a todos quienes están en misiones y dijo que a pesar de las difíciles situaciones en las que se encuentran, ellos continúan su labor “dispuestos a ir al frente” para realizar su tarea humanitaria.
Annan, que tuvo un tono bromista ante los funcionarios, comentó que este Premio Nobel de la Paz “es una inyección en el brazo que era necesitada y merecida” e invitó a todos los funcionarios de la ONU a que disfrutaran del viernes.
Añadió que, “si se mantienen en la organización, quién sabe, a lo mejor ven ustedes otro Premio Nobel”, pero, concluyó, “para eso tienen que regresar al trabajo”.EFE
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