A la memoria de mi madre ya fallecida, Matilde Vargas Picado
¡Madre! ¡Madre! ¡Madre!
¡Tu vida es de eternidad!
¡Así lo dice la conciencia
mi fe, mi religión y mi ciencia
y mi grito de verdad!
¡Madre! Mujer altiva, tenaz y fuerte
alma inmortal, piadosa!
Que venciste al dolor, que venciste a la muerte
para resucitar después, triunfante, gozosa.
Alma celestial, espíritu divino, ¡Salve!
¡Salve! Porque eres la fuente que me dio la vida,
porque eres la luz con que ven mis ojos,
porque eres madre consuelo de abrojos
dama de la paz dulce y ennoblecida,
señora de esperanza, de fe revestida
de caridad, de humildad, de amor merecida
y reina de paz por siempre elegida.
¡Salve! ¡Divina! ¡Salve!
¡Salve! ¡Salve! ¡Salve!
Salve porque eres la flor de mis pensamientos,
porque eres lo dulce de mis sentimientos,
porque me consuelas en los sufrimientos
y porque cobran vida los tiernos momentos…
que a tu lado yo viví.
¡Salve! ¡Divina! ¡Salve!
¡Salve! ¡Salve! ¡Salve!
Luis A. Cabistán Vargas