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La modernización del CSE

Félix Navarrete

El pasado 15 de diciembre el presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), Roberto Rivas, en una reunión final con los directores generales, comentaba que en cierta ocasión un embajador le preguntó qué podía hace para mejorar la imagen del CSE ante el gobierno de su país. En esa oportunidad, Rivas le respondió que por el momento no se podía hacer nada. El diplomático se extrañó ante la respuesta. “Espere que pasen las elecciones para que comencemos a poner los primeros peldaños de la confianza”, le dijo el titular del CSE. Definitivamente, el tiempo le dio la razón.

Efectivamente, la primera prueba de fuego del Consejo Supremo Electoral fue la elección municipal del cinco de noviembre. Fue en este proceso donde se puso a prueba el profesionalismo y la transparencia del personal técnico y político que integra este organismo electoral. Atrás, como una leyenda negra, quedó la campaña de desprestigio de algunos medios de comunicación y sectores políticos inconformes con la actual Ley Electoral.

Sin embargo, las elecciones, a pesar de algunos errores organizativos, fueron todo un éxito y esto lo certificaron embajadores, observadores nacionales e internacionales, representantes de organismos internacionales, ministros de Estado y representantes de la sociedad civil. Todos fueron categóricos en reconocer el trabajo del CSE y la voluntad profesional de sus magistrados y funcionarios. La comunidad internacional fue testigo de que el síndrome del fraude fue un invento interno de algunos sectores políticos, en complicidad con organismos externos, con el propósito de desestabilizar el proceso democrático y desprestigiar al organismo electoral.

Como es natural, a los partidos perdedores les costó reconocer la derrota y comenzaron a buscar culpables en toda la faz de la tierra. Primero, le echaron la culpa a sus jefes de campaña, luego a sus candidatos a alcaldes y concejales, y cuando la impotencia los estaba venciendo, responsabilizaron al CSE. Finalmente, los resultados fueron aceptados por todos, y ganó la institucionalidad. Fue tan elogiada la labor profesional del CSE, que muchos diplomáticos incluyeron en sus informes ejecutivos, que gracias a la pureza de las elecciones municipales, Nicaragua ingresó a la Iniciativa de Países Pobres Altamente Endeudados. La excelente conducción de las elecciones municipales fue tomada muy en cuenta para que Nicaragua ingresara a esta iniciativa.

Ahora se trata de comenzar a preparar el engranaje para las elecciones presidenciales. En este sentido, Rivas anunció que para enero de este año una de las prioridades del CSE es sanear el Padrón Electoral, con el propósito de corregir todos los defectos que ocasionaron algunas confusiones y desórdenes en las elecciones pasadas. La depuración del Padrón Electoral iniciará en enero y culminará en marzo, y para el éxito de este trabajo, se tiene previsto instalar más casetas públicas en todo el país, para actualizar el Padrón y al mismo tiempo cedular a aquellos ciudadanos que por diversas razones no han solicitado su documento de identidad. En esta tarea también están involucrados los partidos políticos que participarán en las elecciones presidenciales.

Por otra parte, Rivas anunció como segunda prioridad, la profesionalización del CSE, que implica un proceso de reingeniería que establezca una estructura más sólida, ágil y técnicamente capaz de realizar elecciones con el mínimo margen de errores. Esto significa una profunda y exhaustiva revisión de la calidad profesional de cada uno de los actuales dirigentes y técnicos del CSE, a la luz de sus expedientes y de los requerimientos de la Ley Electoral. Esta profesionalización debe impulsarse urgentemente, capitalizando los primeros peldaños de la confianza alcanzados con los resultados de las elecciones municipales.

Ahora sólo queda iniciar los procesos. El saneamiento del Padrón Electoral es determinante para consolidar la transparencia y pureza de las elecciones presidenciales. Y la modernización es todavía más vital para que el CSE alcance más peldaños en la infinita escalera democrática de la sociedad nicaragüense.

* El autor es Periodista y Director de Prensa del CSE.  

Editorial
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