Aunque el régimen de Daniel Ortega mantiene congelado los precios de los carburantes desde hace más de dos años y medio, en sus cifras oficiales admitió que este año se ha registrado un ligero alivio en los precios que se están pagando a nivel internacional, según el Banco Central de Nicaragua.
El informe de comercio exterior correspondiente a septiembre de este año refleja que hasta esa fecha la factura petrolera y derivados sumó 1,196.2 millones de dólares, superior en 4.8 por ciento en relación a 2023, cuando ascendió a 1,141.2 millones.
Sin embargo, cuando se desmenuza la factura según tipo de bien importado, el Banco Central reportó que 446.9 millones de dólares se pagó en compras de petróleo sin procesar, 18 por ciento más porque se importó 21.3 por ciento más en volúmenes, pero los precios contratados en dicho periodo fueron 2.7 por ciento más baratos.
En el caso de los combustibles (gasolinas y diésel) y lubricantes se facturó 649.2 millones de dólares, 4.2 por ciento menos en el periodo comparado, por menores volúmenes (-1.6 por ciento) y la baja de los precios promedio contratados (-3.2 por ciento).
Es decir que en ambas facturas se reportaron menores precios, por lo que el incremento que se reporta en la factura petrolera y derivados se debe exclusivamente a un significativo aumento en las compras de crudo para refinarlo en Nicaragua.
El alivio podría ser mayor a lo indicado por el BCN, tomando en cuenta que siguen reportando precios promedios mensuales elevados comparados con el mercado internacional. En promedio, la dictadura dice que se ha pagado cada barril en 98.5 dólares.
Pero según el sitio web preciopetroleo.net, el West Texas Intermediate (WTI, por sus siglas en inglés), de referencia para Nicaragua, en el último año ha bajado 9.53 por ciento y 4.22 por ciento más barato hasta noviembre de este año.
Tanto las cifras oficiales como las internacionales están arrojando alivios que no están siendo trasladados a los consumidores locales, obligados a pagar gasolinas y diésel fijados con un barril de petróleo por encima de los cien dólares.
En lo que va del año el máximo promedio pagado por un barril de petróleo fue de 106.8 dólares en abril pasado, luego que en marzo se registrara 105.2 dólares, los dos únicos meses que el crudo pagado por Nicaragua rebasó la barrera de los cien dólares, aunque este en los mercados internacionales no ha alcanzado ese umbral en lo que va del año.
En agosto del 2022, tras varios meses de alzas en los precios de los carburantes y mientras los gobiernos de las regiones ya habían adoptado medidas para mitigar la crisis alcista internacional, Nicaragua anunció un congelamiento general de estos en el mercado nacional, para entonces se había llegado a pagar un máximo de 136 dólares el barril y un mínimo de 92.1 dólares.
Desde entonces los precios internos no se han ajustado a la baja tal como ha ocurrido a nivel internacional. De hecho, la factura petrolera refleja que en lo que va del año, el precio máximo que pagó fue 106.8 dólares por barril y el mínimo 92.4 dólares en septiembre pasado.
Más alivio en el 2025
De hecho el Banco Mundial espera que la energía caigan 6 por ciento en 2025 y otro 2 por ciento en 2026. No obstante, todo va a depender de lo que pase en Oriente Medio, debido a la preocupación por los daños que podría sufrir la infraestructura de petróleo y gas de los principales productores de productos básicos si el conflicto se intensificara.
Indica que si el conflicto en esa región no se intensifica, se espera que el precio promedio anual del crudo Brent caiga de los 80 dólares por barril registrados este año a los 73 dólares en 2025, su valor mínimo en los últimos cuatro años.
Pero si se intensifica la guerra y esto ocasionara una reducción del suministro mundial de petróleo del dos por ciento o dos millones de barriles por día para fines de este año, esto supondría una interrupción de una escala similar a la que se generó con la guerra civil de Libia en 2011 y con la guerra de Irak en 2003. Si se produjera una perturbación similar, los precios del Brent aumentarían bruscamente en un principio hasta alcanzar un máximo de 92 dólares el barril.
Sin embargo, los productores de petróleo que no se vean afectados por el conflicto podrían responder rápidamente incrementando la producción. En consecuencia, el alza de los precios podría durar relativamente poco, con un promedio de 84 dólares el barril en 2025. Ese valor, de todos modos, se ubicaría un 15 por ciento por encima del pronóstico de referencia para 2025, pero sería solo un 5 por ciento más alto que el promedio de 2024, según proyecciones del Banco Mundial.
Es decir que el próximo año el barril de crudo seguirá por debajo de los 100 dólares, por lo que se seguirá creando un bolsón de alivio internacional que no está claro si se trasladará a los consumidores locales en el 2025, porque el régimen de Ortega lleva dos años sin abordar el congelamiento de los precios de los combustibles.
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