Los Dantos fueron impacientes y después de dos temporadas discretas lo dejaron libre. Fue entonces cuando Oliver Espinoza decidió marcharse al San Fernando donde ha terminado de construirse como lanzador y hasta terminó convertido en el estelar del equipo, mientras pasaba con buenas calificaciones su primera prueba en la Selección Nacional.
Esta es una interesante historia de superación personal, pero lo más curioso ahora, es que el Bóer se alista para darle la bienvenida a su staff de tiradores con miras al Pomares del 2024. Es decir que, en lugar de consolidar su carrera con las Fieras, donde logró un récord de 15-3 y 1.68 a lo largo de 129 innings, Espinoza es confirmado como nuevo indio.
Hace unos días, el Bóer creó una primera polémica cuando presentó oficialmente a Sergio Umaña, exprospecto de los Piratas de Pittsburgh como nuevo integrante de su staff para el Pomares Sub23 y posteriormente para el torneo de beisbol superior. Y el asunto es que ese tirador nació en Nandaime, Granada, y debería jugar para los Tiburones.
No obstante, Umaña tiene cédula de residencia de Managua desde al menos seis años tras haberse a la capital para entrenar con el desaparecido adiestrador y scout Marvin Troneberry con el objetivo de lograr una firma para el beisbol rentado, lo que consiguió con los Piratas en 2019 y tras cuatro campañas ahí fue dejado libre en agosto pasado.
Oliver, quien ha jugado los últimos siete Pomares con el San Fernando, es nacido en Managua hace 25 años. Significa que su traslado a Managua, aunque aparentemente es injusto para las Fieras, donde se le tuvo paciencia hasta que terminó de construirse, es legal para el Bóer porque así lo establecen los reglamentos de los torneos Pomares.
Espinoza jugaba legal en Masaya porque su cédula indica que reside en la Ciudad de las Flores, aunque se asegura que realmente vive en Managua. De modo que a menos que de última hora haya algún cambio en los reglamentos para el próximo año, Oliver se unirá a los Indios y legalmente no habrá nada que se lo impida.
La reglamentación del beisbol superior y de los torneos inferiores, indica en el capítulo de Inscripción de Jugadores, en el artículo número 1, que “los jugadores deberán ser originarios o residentes en su departamento. En caso de ser residentes, deberán tener al menos cuatro años de residir en el departamento que quieren representar”.
Además, las esquelas de inscripción tienen una validez de cuatro años, es decir, para que Oliver, nacido en Managua, pudiera moverse de Masaya, donde ha residido, tendría que haber jugado al menos cuatro años con el San Fernando y ha jugado siete. Así que, aunque ciertamente es injusto para las Fieras, es legal la movida del Bóer.
Espinoza registró 0-1 y 6.46 con los Dantos en 2015 cuando tenía 17 años. Y tras acumular 2-0 y 4.91 en 2016 quedó fuera del equipo. Oliver no se vio con oportunidades en el Bóer, así se movió a Masaya y se unió al San Fernando donde sus inicios no fueron buenos: 3-0 y 6.46 en 2017; 1-5 y 7.98 en 2018; 4-4 y 4.68 en 2019; 3-6 y 5.36 en 2020.
Y así batalló incluso en 2021 con 4-5 y 5.03, pero permaneció en el equipo hasta alcanzar la madurez ahora en 2023, cuando deslumbró con 15-3 y 1.68 en 129 innings con 80 ponches y 37 bases, mientras mostraba un buen manejo de su slider y su recta cortada como sus armas fundamentales. Así que el Bóer podría ser el beneficiado en el proceso.