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Fotografía cortesía Carlos Herrera

“Es como un asesino serial con el que se está lidiando”

Sin pelos en la lengua. La periodista Sofía Montenegro habla con dolor de la fractura familiar, de su divorcio con el Frente Sandinista por el que luchó, y de las circunstancias de su resistencia y exilio. “Rosario Murillo está loca y Daniel Ortega es un haragán que todo Cristo lo sabe”, dice

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Como en una escena salida del Titanic, Sofía Montenegro y Azáhalea Solís se sentaron en la terraza de su casa de reparto San Juan, Managua, a esperar a que llegaran por ellas. Es fácil imaginarlas. Con un cigarro en la mano y un par de copas sobre la mesa. Música de Pablo Milanés o Sabina de fondo. Y lanzando las habituales maldiciones con las que Sofía suele aderezar sus pensamientos más rabiosos. 

“Perdonen mi francés”, se disculpa esta mujer de 69 años, que finalmente abandonó su casa en febrero de este año y cruzó la frontera hacia el exilio con solo la ropa puesta. Al tiempo que salían, el régimen le robaba todo: el carro, la casa, la pensión, el menaje de casa, la ropa y su nacionalidad.

Sofía Montenegro, feminista y fundadora del diario Barricada, era una estudiante de Periodismo cuando se metió a apoyar al Frente Sandinista en su lucha contra Somoza, a pesar de que era hija de un militar retirado y hermana del Mayor de la Guardia Nacional, Franklin Montenegro, alias “Sagitario”, uno de los más feroces combatientes somocistas.

En esta entrevista, Montenegro habla con dolor de la fractura familiar, las crisis con su viejo partido, las razones de la dictadura y las circunstancias de su exilio, que, a pesar de todo, dice, “quiero tomarlo como las vacaciones que nunca tuve”.

Entiendo que viene de una familia dividida. ¿Cómo vivió eso?

Terrible. Mi padre fue militar, ya estaba en retiro, murió en el 79, a la edad de 79 años. Y soy hermana de Franklin Montenegro, que murió en 1979 también. Lo mataron. Él fue hecho prisionero al terminar la guerra y estuvo preso en el fortín de Acosasco y en una de esas trasladadas, pues, aparentemente lo ejecutaron para que no llegara siquiera a los tribunales. Fue muy duro para mi familia. El resto de mis hermanos también habían sido estudiantes y todos estaban metidos de alguna manera apoyando a la revolución y al Frente.  Todos se exiliaron, con excepción mía.  Ahí nomás me invitaron a formar parte de del staff de Barricada y yo acepté.

¿En la familia cómo se vivía esa esa división?

La familia quedó partida. Nos tomó muchos años la reconciliación interna de la familia. Para mí fue muy doloroso. Mi padre ya había muerto y con mi madre era una cosa imposible, pues ella estaba a cargo mío porque era una anciana. Ella no podía aceptar que yo estuviera colaborando con la revolución. Fueron los años más duros de mi vida. Las reuniones familiares terminaban con una rememoración del hermano muerto y echándome la culpa a mí.

¿Y alguna vez usted se cuestionó? ¿Se sintió culpable?

No, porque sencillamente no me enteré. Él estaba en un bando y yo en otro ya y alguna vez tuve una conversación a fondo con él. Una vez me salvó. Yo caí presa cuando aquel bombazo que hubo en el (hotel) Intercontinental, del Negro Chamorro. Por pura casualidad yo estaba ahí y me vieron cara de sospechosa y me llevaron a Cantaclaro, que es donde después fue el viejo Chipote. Mi hermano me llegó a sacar cuando se dio cuenta que me tenían presa ahí.

¿En qué términos fue la conversación que tuvo con su hermano? Supongo sería la última…

Sí, fue la última. Él me dijo: “Yo respeto tu decisión”. Te tengo que decir que yo era los ojos de la cara de mi hermano. Yo era su hermana chiquita y él me quería mucho. Era un cariño correspondido entre mi hermano y yo. Pero una vez platicando de política me dijo: “Mirá hermana, yo sé que andás metida en esta vaina y lo único que les digo a todos mis hermanos, yo soy militar de carrera y si nos encontramos en la calle, dispará, porque yo voy a disparar”. 

Muy duro.

Sí. Le dije, pues yo no ando en nada armado. Yo soy una civil que está en contra de la dictadura. Sí, me dijo, pero colaborás con la guerrilla y estos son nuestros enemigos. Entonces, todo lo que colabore con eso va de viaje.  Fue una plática muy, muy, dura y creo que fue la última porque después de eso nunca más volví a tocar el tema y evité en lo posible exponerme en ese sentido, aunque yo era colaboradora y correo del Frente (Sandinista) en aquella época, incluso pasé armas adentro de la ciudad.

En los años 80 apoyó la revolución. ¿Hubo en algún momento alguna contradicción con esa revolución que apoyaba?

Casi desde el principio, por dos razones fundamentales. Porque yo me metí a la revolución porque era feminista. Desde mis 18 años yo andaba en el feminismo y miraba que no había posibilidades de hacer avanzar los derechos de las mujeres más que saliendo de la dictadura y salir de la dictadura era, de alguna manera, apoyar al Frente Sandinista. Entonces yo entré a la única fracción que me aceptó, que fue la fracción proletaria, y que normalmente trabajaba en las zonas urbanas. El resto de las fracciones tenían desconfianza porque yo era hija de militar retirado y hermana de un militar en ejercicio.

Pero no solo por feminista, sino porque en el 83 a mí me tocó ir a cubrir aquella masacre de Pantasma, que se vuelan a casi todo el pueblo. Ahí había un loco que era secretario político (Carlos Barquero) y se había echado a todo el mundo encima. La pregunta del millón era: ¿Cómo rayos la Contra se metió a Pantasma y se quebró a tanta gente? Y que de alguna manera había una aquiescencia de la población a dejarlos pasar, a no avisarle a las autoridades de lugar.

Hicimos un informe que para mí fue espeluznante. Ahí se me acabó el romanticismo en el 83 cuando voy viendo todas las loqueras que hacía esté tipo, se llamaba Carlos Barquero, y la recomendación nuestra fue que ese tipo, para poder subsanar y ganar el respeto la credibilidad o el apoyo de la gente, había que hacerle un juicio público con todos los fierros y todas las acusaciones.

Yo entré en una crisis de desilusión, una crisis existencial. Toda la ingenuidad y la buena fe se acabó cuando veo las estupideces que se habían cometido ahí. ¡Se habían volado un montón de gente!

¿Y esa crisis cómo se manifestó? ¿Reclamó? 

Yo lo dije. Pero, cuando hice los comentarios, el secretario político me reportó inmediatamente. Me hicieron una suerte de juicio porque yo era muy crítica, que yo hablaba mucho y, por último, fue la primera vez que me expulsaron del Frente Sandinista, que quedaba suspendida. Quedé en la casual. Pasé como año y pico en la casual, en mi casa, hasta que Carlos Fernando (Chamorro) dijo: ya suficiente. Me volví a incorporar a Barricada, pero ya como periodista.

¿Seguía siendo sandinista?

De larguito ya.

Fotografía cortesía Carlos Herrera

Cuando regresa Ortega al poder, ¿se le encendieron las alarmas con ese antecedente?

Sí, nosotras las feministas, particularmente las del Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM) desde el 2000 hicimos un balance de lo que ha sido la revolución para las mujeres, qué es lo que habíamos logrado, qué era lo que no habíamos logrado e hicimos una nueva estrategia para 25 años. Entonces, en el 2005, como ya venían las elecciones, dijimos ¡ni quiera Dios Daniel Ortega va a convertir esto en una dictadura!  Nosotras lo escribimos. El documento se llama “Por la democracia, la igualdad y la libertad, todas contra la dictadura”. ¿Cómo era posible que hubiera un secretario general que con una denuncia como la de Zoilamérica pudiera dirigir el partido y encima ser candidato?

¿Sí se definía como sandinista?

Sí, como sandinista, pero no es ese el Frente Sandinista al que yo me metí antes de la caída de Somoza.

Actualmente hay cierto sector opositor que no acepta como opositores a Ortega a aquellos que se definen o fueron sandinistas.

En primer lugar, eso es una estupidez. Es como que si dentro de 20 o 30 años a todos estos chavalos que anduvieron en abril del 18 les digan que son unos asesinos. En segundo lugar, porque las cosas no son blanco y negro. Hay responsabilidades individuales. Yo me puedo hacer cargo de las mías, pero las de Daniel Ortega no. Por eso es muy importante en este proceso, y creo que lo están haciendo, es que tengan toda esta lista de gente con responsabilidades individuales. El sector que está en el poder es el que tiene la responsabilidad colectiva.

Alguna razón le encontrará a ese sentimiento antisandinista que es muy profundo en algún sector de la población nicaragüense.

Pero es motivado también. Si ya había una suerte de antagonismo contra el orteguismo, o contra el sandinismo en general, hoy está siendo exacerbado por grupos interesados que yo diría que son o neo somocistas o neo orteguistas. A mí me huele eso feísimo porque están intentando antagonizar, y la estrategia de toda la vida que yo le conozco a Daniel Ortega es “divide y vencerás”. Él es experto en montar divisiones y antagonismos. Él es experto en negociar bilateralmente, nunca en grupo. Y siempre hay gente que se presta a hacer ese juego.

¿Cómo se explica con todos esos antecedentes que ha descripto este momento que estamos viviendo?

Ni en mis más locos sueños me imaginé que llegara a estos niveles de sadismo, de crueldad, de represión, y de mentira. Yo sabía que iba a haber una dictadura si Daniel Ortega llegaba, y sabía también que la Rosario (Murillo) se iba encaramar a como diera lugar porque es un parásito arribista. No me lo imaginé ni en pesadilla, pero no me sorprende.

¿Cómo le explicaría a un extranjero por qué Nicaragua esta así?

Porque implosionaron todas las pocas instituciones. No implosionaron ellas solas, Daniel Ortega (lo hizo) con los 5000 millones de dólares que le dio Chávez, porque Chávez es corresponsable de que ese hombre esté allí, y algún día hay que decirlo con todas sus letras. Sin ese dinero de los petrodólares de Chávez, Daniel Ortega no hubiera podido armar la red clientelar que armó. Fue el dinero de Chávez el que financió la recomposición de Daniel Ortega.

La otra razón es el pacto con Arnoldo Alemán. Si Arnoldo Alemán ha plantado cara, cuando le sonaron las llaves de la cárcel, échame preso, pero no te rebajo el porcentaje… Él hizo todo lo contrario. Daniel Ortega le dijo siéntese ¡y él se acostó!

¿Qué responsabilidad le asigna a Rosario Murillo en la construcción de esta dictadura?

Mucha, porque ella es una mujer muy trabajadora, Ortega es un haragán y todo Cristo lo sabe. Paga por no moverse. Tienen como más de 20 años que no salen de Managua o del búnker. Ella tiene mucha responsabilidad porque, aparte de que es trabajadora, incansable y obsesiva compulsiva, también tiene un problema. Yo siempre lo dije y la gente me miraba como rara porque decía que la Chayo está loca, pero yo no lo decía como insulto, era una definición clínica. Ella está clínicamente loca, en términos de que es una personalidad-obsesivo compulsiva, vengativa, sin escrúpulo y sin sentido de culpa o remordimiento. Es como un asesino serial con el que se está lidiando en el poder. Y como tiene a Ortega agarrado del “sálvese a la parte”, además de que él es dependiente ya de ella, por su edad, por su enfermedad, por su incapacidad para gobernar. Él es un santón que usa la Chayo.

Alguien podría decir: de alguna manera les ha funcionado porque están en control del país.

El asunto es que eso no es sostenible. Ni política, económica y socialmente sostenible. ¿Cuánto tiempo les va a durar? Los nicas no tienen el temperamento para andar aguantando ese tipo de rollo. Lo aguantan porque no tienen mayor escapatoria, más que correr para sur o correr para el norte.

¿Qué salida le ve a esto sí con una oposición pulverizada y peleándose…?

Pues yo no creo que sea la oposición la que se está peleando. Se están peleando algunos grupillos interesados en lo mismo que han estado interesados antes. Son grupos minúsculos…

¿Ve oposición organizada?

Yo sí veo oposición. Si vos te fijas ahorita a quienes le están volando penca estos grupillos es, justamente, a los líderes, a los excandidatos, que salieron de la cárcel. Gente que resistió sin quebrarse ni doblarse todo el tiempo en la cárcel. Entonces, ¿por qué enfocan toda la batería contra ellos? Si te fijas bien en Centroamérica, pues yo diría que tenemos, menos mal, varios líderes potables. ¿Qué hay en El Salvador después de Bukele? Nada… Costa Rica misma. Pero, nosotros sí tenemos personas honorables, buenas, capaces, calificadas, que han pasado por esta ordalía de la prisión, que perfectamente podrían candidatearse para lo que quieran.

¿Qué salida ve para Nicaragua?

Tiene que ser por elecciones, porque yo no veo cómo ni con qué rifle, y a esta edad, nos vamos a rifar otra vez.

¿En qué circunstancias podría el régimen permitir unas elecciones libres?

Tienen que ser por presión interna de los grupos que hasta ahora se habían beneficiado, que están implicados, que se sienten amenazados por todas las loqueras de la Chayo, por esa cancillería estúpida que se ha peleado con el mundo entero. La presión seria, interna que puedan hacer, y, obviamente, la presión internacional que pueden provocar un nuevo proceso electoral legítimo.

¿La oposición nicaragüense debería acoger a los que ahora están con el gobierno y que quieran desertar independientemente de las responsabilidades que tienen en la construcción de esa dictadura?

En mi opinión sí, porque todo mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Cada quien tendrá que asumir su responsabilidad. A vos te pueden acusar de cualquier cosa, pero vos tenés que decir aquí están las pruebas. La presunción de inocencia debe ser una de las banderas de una oposición democrática. Aquí se ha juzgado demasiado rápido a tanta gente, incluyéndome a mí, sin juicio, sin proceso y sin sentencia. Esto es aquello de “pegale el tiro y después averiguamos”.

Personajes como El Chino Enoc, Roberto Larios, el ex alcalde de Jalapa… ¿tienen cabida en una posición a Daniel Ortega?

Creo que no. Tienen derechos como ciudadanos. Ellos están implicados en cosas que no es ser un pinche empleado público. Aquí estamos hablando casi de paramilitarismo.

Usted resistió varios años sin salir al exilio después que se desató la persecución contra críticos y opositores. ¿Por qué?

Fue una decisión racional y pensada, en términos de que no era solo yo. Había mucha gente que estaba en la misma posición para poder hacer resistencia y ayudar a los familiares de los presos políticos, no dejarlos solos. Ni a ellos ni a su familia. Estábamos esperando que nos cayeran en cualquier momento. Dijimos vamos a resistir hasta el último minuto. Era un riesgo asumido deliberadamente. Caer presos también era dejar desnudo al régimen de Ortega y Rosario Murillo. Lo que logró esta gente en la cárcel fue dejarlos en pelota ante el mundo entero. Y la prueba de eso es todo el escándalo que hay alrededor de la encarcelación de monseñor Álvarez. Decidimos irnos porque nosotras no éramos ni el obispo Álvarez ni doña Vilma Núñez, y las chicas amigas nuestras, compañeras del movimiento, ya estaban fuera.

¿Por qué cree que no las buscaron antes y por qué sí en este momento, después que excarcelaron a un buen grupo de presos políticos?

Es una incógnita. Tuvieron todos estos cinco años para fregarnos. Lo que sí sabíamos era que teníamos que salir porque, según la Rosario Murillo, alguna vez me contó alguien cercano, que ella estaba convencida de que el testimonio de Zoilamérica lo había escrito yo, lo cual es falso. A mi esta tipa me va a hacer picadillo o salpicón antes de pegarme una patada en la frontera. Entonces nos fuimos con Azáhalea (Solís). Quedé en la perra calle, sin casa, se robaron mi casa, mi carro, me congelaron la pensión porque era una jubilada. Yo no iba a esperar a la Policía que me maltratara, si yo soy casi una septuagenaria. 

¿Se ve regresando a Nicaragua?

Yo sí. Y voy a cerrar filosóficamente esta estadía aquí como las vacaciones que nunca tuve. Porque por fin puedo caminar por la calle, tomar sol, caminar sin que nadie me siga, sentirme libre después de cinco años de encierro en mi casa y de estar vigilada todo el tiempo. Finalmente puedo dormir profundamente, sin miedo a que nos van a ir a botar la puerta y eso, pues, uno tiene que agradecerle la vida.

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COMENTARIOS

  1. Hace 12 meses

    Cualquier dirigente menos los que fueron cómplices y partícipes en la corrupcion y crimenes de la década de los 80’s. Pueden hacer bulto pero sin ejercer liderazgo. Me estoy refiriendo a la dirigencia del MRS o Unamos nombre con el cual deambulan actualmente. No más Chamorros tampoco por leperos (Sinvergüenzas).

  2. Hace 12 meses

    Para las nuevas generaciones: El diario Barricada que menciona Montenegro en esta entrevista fue producto del robo. Antes de 1979 el diario se llamaba Novedades y era el rival de La Prensa. La Prensa comenzaba a circular en el crepúsculo y Novedades al amanecer. Novedades fue robada por el criminal y ladrón Frente Sandinista. Robaron todas las instalaciones y solamente le cambiaron el nombre y lo denominaron ‘Barricada’. Por supuesto la Familia Chamorro aprobó el robo de Novedades puesto que Carlos Fernando Chamorro era el director de Barricada. Pero en esta vida existe el karma. Y lo que le hicieron a Novedades 43 años más tarde se lo hicieron a La Prensa.

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