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Oscar Ruíz

Óscar Ruíz, ganador del segundo lugar a nivel mundial del concurso YSP-S!NERGY Latinoamérica 2020. LA PRENSA/Cortesía Upoli.

Un joven biotecnólogo eleva el nombre de Nicaragua a nivel mundial con un proyecto que puede salvar muchas vidas

Nicaragua obtuvo el segundo lugar entre 15 países concursantes en su primer año de participación. Al menos, cinco países están interesados en comprar la idea del proyecto.

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Óscar Enrique Ruíz Somarriba obtuvo, en abril pasado, el segundo lugar a nivel mundial del concurso YSP-S!NERGY Latinoamérica 2020, con el proyecto: Bacterias degradadoras de arsénico, una sustancia que en altas cantidades puede causar cáncer y la muerte.

Este concurso es promovido en 47 países alrededor del mundo por la Asociación Internacional de Jóvenes y Estudiantes por la Paz (IAYSP por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro que tiene su base en Corea del Sur.

Uno de sus programas, dirigido a los jóvenes de todo el mundo, es YSP-S!NERGY. Este fue creado para apoyar la “Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” que impulsa la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Según Abdjane Ribeiro, presidente de YSP-S!NERGY Nicaragua, “este concurso busca despertar en los jóvenes la motivación para mejorar su entorno, a través de proyectos sociales innovadores y sostenibles”.

El proyecto desarrollado por Óscar con un equipo diseñado por él y unas bacterias específicas promete salvar vidas eliminando el arsénico del agua para consumo humano.

El concurso, que este año se tuvo que realizar en forma virtual debido a la pandemia, tiene varias etapas. La primera inició con la convocatoria en mayo del año pasado y la inscripción de participantes. Siguen varias semanas de talleres de capacitación para montar los proyectos desde cero identificando problemas y normativas legales.

Óscar primero ganó la etapa nacional. Su proyecto fue seleccionado de entre 20 concursantes de diferentes partes del país. También obtuvo el primer lugar a nivel centroamericano en diciembre 2020.

En la última etapa, la mundial, él representaba a Latinoamérica. De 15 países concursantes, en abril 2021 salieron seleccionados cinco, uno por continente. Latinoamérica (Óscar), quedó en el segundo lugar.

La decana de la Escuela de Ingeniería en la Upoli, Sonia Guillén, explica que si bien Óscar se inscribió en el concurso a título personal, durante la premiación él agradeció a su alma mater, la Upoli, por haberle apoyado.

“Este gesto le abrió la puerta a la universidad para que otros jóvenes conozcan el concurso y participen. Ya inició la convocatoria para este año”, señala Guillén.

Por su parte Ribeiro agrega que “el trabajo de Óscar es increíble y le dará oportunidades en todo el mundo. Además de recibir dos mil dólares de premio y un certificado de participación, ya tiene a algunos países interesados en comprar su idea. Nicaragua también ganó al ser promovida internacionalmente”.

Así comenzó todo

Óscar cuenta que su novia Regina Vargas, que también estudia biotecnología, le mostró un enlace de internet que anunciaba el concurso. “Ni sabe cómo le llegó”, recuerda. Meses antes había ido a la casa de ella en La libertad, Chontales, para hacer unas visitas de campo y vio a muchos jóvenes más o menos de la edad de él con una apariencia casi de ancianos.

“Recordé mis clases de medicina (una carrera que abandonó antes de estudiar biotecnología) y sospeché que algo no estaba bien. Cuando mi novia me planteó la idea del concurso no tuve dudas de que ese sería mi proyecto de investigación”, relata.

“Me impactó ver lo que ocasiona el arsénico. Vi jóvenes de mi edad sin dientes, casi sin pelo y con cáncer de piel”.

Con la asesoría del doctor Leandro Páramo Aguilar, que en palabras de Óscar es el “mejor biotecnólogo del país”, emprendió su investigación. “Lo primero fue pedir el apoyo de la universidad. Me lo dieron de inmediato. Lo segundo fue buscar el permiso en la alcaldía de La Libertad para tomar muestras de distintas fuentes de agua y comprobar si mi sospecha era verdad. Y sí lo era”.

Oscar Ruíz
Óscar Ruíz y su mentor el doctor Leandro Páramo. LA PRENSA/Cortesía Upoli.

El arsénico es el metal pesado más peligroso que afecta la salud de unos 130 millones de personas en el mundo. Óscar dice que en Nicaragua se estima que entre 50 y 60 mil personas están expuestas a esta sustancia principalmente sobre la cordillera de los Marrabios y en la región central.

“Por ejemplo, en San Isidro, Matagalpa, un estudio realizado por la doctora Alina Gómez de la UNAN Managua encontró concentraciones de arsénico de 1320 microgramos sobre litro y el límite es de 10. Ese estudio fue mi punto de partida”, señala. Debido a que el arsénico es incoloro, inodoro y no tiene sabor, las personas “beben agua contaminada sin darse cuenta hasta que ya es muy tarde”.

¿En qué consiste el proyecto?

Óscar viajó a las comarcas de Kimuna y El Bizcocho en La Libertad, Chontales, para extraer muestras del agua que efectivamente contenía 23 microgramos de arsénico, lo que aún es alto. Reportes anteriores decían que se habían encontrado hasta un máximo de 100.

“Los suelos de Nicaragua por ser de origen volcánico tienen altas concentraciones de arsénico, en unas zonas más que en otras. Pero hay otras muchas fuentes de entrada: aserraderos, minería y algunos pesticidas”.

El siguiente paso, según describen Óscar y su mentor, antes de vender la idea es patentarla y buscar financiamiento para desarrollar el diseño del equipo. Éste consiste en una “torre empacada” que se usa en ingeniería química para separar líquidos de gases. Una columna cilíndrica lleva en su interior unos empaques donde van unas perlas que encapsulan los microorganismos para que no se difundan en el agua.

Según explica, al tener una matriz porosa unas bacterias específicas van a poder eliminar la toxicidad del líquido. “La gente piensa: ¡Uy, bacterias en el agua! Pero este proyecto demostró que es viable y lo mejor que no es difícil de hacer”.

El doctor Páramo comenta que “en Nicaragua hace falta invertir recursos en investigaciones científicas para que jóvenes como Óscar tengan oportunidades de desarrollar sus ideas sin tener que irse del país”.

Plano personal

Para Óscar Ruíz la biotecnología no fue su primer llamado vocacional. Antes había estudiado cuatro años de medicina. Un día durante una clase abordaron el tema de las células madres y le llamó la atención el mundo de los microorganismos. A sus padres no les cayó en gracia la idea.

La mamá de Óscar, Doña Ivonne Somarriba, abogada penalista y familiar, cuenta que el día en que su hijo la abordó para confesarle que se quería cambiar de carrera, ella lo sentó en su regazo y le dijo: “Tenés dos caminos, seguir y terminar medicina o escoger otra carrera que tenga relación para que no perdás tanto tiempo. Decidite, pero lo que escojas hacelo bien y hasta el final”.

Óscar Ruiz
Óscar Ruíz junto a sus orgullosos padres. LA PRENSA/Cortesía Upoli.

En cambio su papá, Óscar Ruiz, también abogado penalista y familiar, guardó las esperanzas de que un año después su hijo volviera a estudiar medicina. “Pensé que una vez que estuviera en esa nueva carrera se iba a desencantar y regresaría. Pero me probó que ésta es su vocación y estamos orgullosos de él”.

Hoy Óscar está a un pasó de obtener su título en Biotecnología Industrial en la Upoli y el 4 de junio próximo cumplirá apenas 23 años, inició la universidad antes de cumplir los 16.

Sus padres están convencidos de que Dios tiene grandes planes para su hijo. “Por algo el ladrón que intentó dispararle en 2016 para quitarle su celular no pudo accionar el gatillo. La pistola se le trabó y lo dejó ileso”, agrega don Óscar.

Contrario a la idea que se tiene de los cerebritos que pasan metidos en los libros, Óscar comenta que no estudia mucho y sus notas son de 90 y 100. “Me basta un par de horas de estudio antes de un examen. Siento que la presión me ayuda. Además, me gusta dormir bastante”.

Su pasatiempo favorito consiste en mirar videos random (cortos) en el celular y jugar videojuegos con su hermano menor Jeshua de 14.

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