Más hechos y menos palabras

CONTENIDO EXCLUSIVO.

El año pasado escribí una columna refiriéndome al legado. Hablaba de la importancia de las huellas que dejamos por el camino. Lo entendí rápidamente cuando caí en la bebida y no quería que mis hijos ni los fanáticos de la pelota me recordaran por eso, sino por mis logros. Todos nos equivocamos y también podemos pedir perdón, pero no de palabra, sino con hechos. Traigo ese tema nuevamente a discusión porque la vida ha puesto a muchos líderes decisiones importantes que repercutirán no solo en ellos, sino en millones de nicaragüenses. El beisbol es solo un juego, unos se lo tomarán más a fondo que otros, pero al final del día es entretenimiento. La toma de decisiones en la política trae como consecuencias afectaciones positivas o negativas a un país.

Cuando tenía una mala actuación en el montículo, sabía que podía enderezarme en mi siguiente apertura. Un día podía recibir aplausos y en otro miradas matadoras. En la política no hay margen de errores, una mala decisión te puede condenar de por vida.

Después de ver tantos ejemplos en un país como el nuestro acorralado por la corrupción, pisoteado por gobernantes, por empresarios que solo pensaban en hacerse más ricos, mientras la nación se partía en pedazos por la pobreza, creía que a partir de 2018 todo sería más sencillo. Que nadie sería capaz de repetir esa historia de malas decisiones, que nadie tendría la capacidad de tragar tanta repulsión de la sociedad por meter zancadillas a la liberación de un país. Siempre antes de acostarme me pregunto: ¿cómo harán esas personas para dormir tranquilas cuando negocian con el futuro de los nicaragüenses?

Y también me causa mucha sorpresa que todos quieran lo mismo en las palabras: cese de la represión, liberación de los presos políticos, restitución de la democracia, entre otras cosas, pero con los hechos apuntan a otro lado. Por eso decía que no basta con pedir perdón a un país con palabras, sino deben demostrarlos en cada episodio de nuestras vidas para que tal vez así se dejen huellas imperecederas y un legado digerible, porque en la rectificación hay valentía, coraje y admiración.

El tiempo es valioso, no lo desperdicien.