Este día los universitarios resistían atrincherados en la Universidad Politécnica (Upoli), pero tenía temor a ser atacados por un helicóptero que los sobrevolaba. Ya no estaban siendo atacados a disparos y con gas lacrimógeno, pero los estudiantes no bajaban la guardia. Aseguraban que oficiales de la Policía vestidos de civil rondan el perímetro.
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Liberaciones, daños y régimen reconoce error
El régimen liberó a jóvenes retenidos en las protestas, no sin antes golpearlos, raparlos, despojarlos de sus pertenencias y dejarlos tirados en la carretera vieja hacia el municipio de Tipitapa. Por otro lado, la cibernauta Irela Iglesias denunció que al menos nueve jóvenes habían perdido un ojo por disparos de la Policía. Ella realizó una lista de afectados y trabajó con amistades y organizaciones, quienes valoraron a las víctimas que necesitaron prótesis.
Rosario Murillo descalificaba y ofendía a los opositores, mientras el mandatario creía que estaban conspirando en su contra, pero el asesor económico del régimen, Bayardo Arce, ante un medio de comunicación internacional, reconoció que Ortega se equivocó con la reforma al INSS y reconoció que hubo represión por parte de la Policía, además de admitir que los simpatizantes del Gobierno atacaron las protestas pacíficas.
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Ese día la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) anunció que solicitaría al régimen realizar una visita de trabajo en Nicaragua y condenó la muerte de al menos 25 personas por la represión gubernamental durante las protestas. Mientras, Estados Unidos condenó lo que consideró “repugnante violencia política” contra los manifestantes. También, 20 exjefes de Estado pidieron a la Organización de Estados Americanos (OEA) aplicar medidas en el caso de Nicaragua.
La Sociedad Interamericana de Prensa condenó los ataques cibernéticos a LA PRENSA y a Confidencial. El presidente de la SIP, Gustavo Mohme, expresó en ese momento que «en este caso, no solo se trata de un ataque contra medios, sino de una arremetida contra la libertad de prensa».