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La actriz Ana Martín. LAPRENSA/Cortesía

La historia de Ana Martín, la actriz de telenovelas mexicanas que tiene raíces nicas

Ana Martín nació en México, pero tiene raíces nicaragüenses. Su madre es nica y vivió durante tres años en este país. Conozca la historia de esta actriz que es conocida como “la mamá de las telenovelas”

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La última vez que vino a Nicaragua fue hace como tres años. Con dos amigas se hospedó en un hotelito del centro de Granada, y por las mañanas, cuando le ofrecían un desayuno americano, ella lo rechazaba porque prefería caminar hacia al parque a comer vigorón. Pocos saben que su nombre es Ana Martín, y otros menos que tiene raíces nicaragüenses, pero varios la reconocen por sus papeles como actriz de telenovelas, series y películas.

En esos días que estuvo en Granada, en las isletas, unas señoras, dueñas de una fritanga, la reconocieron “y me dieron mucho cariño”, dice Ana Martín a LA PRENSA, vía telefónica desde México, donde vive. “Comimos gallo pinto delicioso y estuvimos en las hamacas bailando”, agrega.

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Ana Martín, de 74 años de edad, tiene 58 años de carrera como actriz. Ha trabajado en cine, televisión y teatro. Los personajes que ha interpretado son desde “damas jóvenes”, como le suele decir ella; madres, y hace unos años más recientes como abuelita. Todos de acuerdo a su edad.

Desde el año 2000 hasta 2019 hizo al menos una telenovela al año, en la que interpretó de “madre” de actores como Fernando Colunga en Amor Real (2003), Barbara Mori en Rubí (2004) y en dos oportunidades de Angélica Rivera, exesposa del expresidente mexicano Enrique Peña Nieto, en Ángela (1998) y Destilando Amor (2007). Esto la llevó a que fuera conocida como “la mamá de las telenovelas mexicanas”.

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Ana es hija de padre mexicano y padre nicaragüense: LA PRENSA/Cortesía

Sin embargo, fuera del set de televisión Ana Martín nunca fue mamá ni se casó, porque “nunca creí en eso”. Como la canción de Nino Bravo, fue “libre como el viento”, porque “siempre me he mantenido gracias a mi trabajo y al público”.

El único año en que no trabajó fue en 2020, porque una película en la que iba a participar se suspendió por la pandemia de coronavirus. “Ha sido durísimo estar confinada y ha sido durísimo económicamente estar paralizada sin trabajar”, dice Ana Martín, desde uno de los países de América Latina que registra más muertes en todo el mundo a causa de la Covid-19. Lo único que la ha rescatado del aburrimiento y la soledad han sido sus perfiles en Instagram y Twitter desde donde comparte fotografías y anécdotas, y en poco más de un año ya cuenta con miles de seguidores.

“Mi mamá y yo de bebé. Por los que no saben soy parte nicaragüense, mi mamá Dina Solórzano era de Nicaragua, yo viví un tiempo allá, amo a mis nicas”, escribió el tres de enero de este año sobre una foto en la que aparecía cargada por su mamá.

Para saber más sobre esa época le hicimos esta entrevista.

En esta foto aparece cargada por su papá y la saluda Agustín Lara. LA PRENSA/Cortesía

Nicaragua

Ana Martín en realidad es el nombre artístico de Ana Beatriz Martínez Solórzano. Nació en mayo de 1946 en Ciudad de México. Su madre Dina Solórzano, nicaragüense, se fue a estudiar a México. En un ascensor de un edificio se encontró a Jesús Martínez “Palillo” — un precursor de la comedia política mexicana–, “y de ese encuentro estoy yo aquí”.

Desde que era pequeña su padre la llevaba al teatro, donde él se codeaba con artistas del momento. Fue así que conoció a estrellas como Yolanda Montes “Tongolele”, María Victoria o Pedro Infante. En una foto que me envió de cuando era pequeña, aparece su padre cargándola, mientras el prolífico cantante mexicano Agustín Lara le sonríe. “Desde esa época soñé con estar ahí”.

Sin embargo, unos años después su madre se separó de su padre. Dina Solórzano se casó con Luis Felipe Hidalgo y tuvieron un hijo, Jorge, hermanastro de Ana que actualmente vive en México. Fue en ese tiempo que su madre, con su nueva familia, regresó a vivir a Nicaragua.

Ana no recuerda los años exactos, pero sí cree que tenía como entre 11 o 13 años de edad, porque en el colegio La Inmaculada sacó el sexto grado de primaria en los tres años que estuvo en el país. Fueron años “que me los pasé bomba”, dice riéndose, y recuerda las fiestas y las griterías a las que iba, “a todos lados, menos a la escuela”.

Con su amiga nicaragüense Ligia Argüello en el colegio La Inmaculada de Managua. LAPRENSA/Cortesía

Desde esa época tiene amigas como Ligia Argüello y Diana Román, con las que se hospedó en Granada la última vez que vino a Nicaragua. Ligia, también vive en México, y ella le manda de vez en cuando nacatamales. “Nunca he dejado ese vínculo (con Nicaragua) porque es muy bonito”.

Antes de vivir en Nicaragua, Ana visitaba el país una vez cada dos años. Todavía tiene “recuerdos lindos de infancia”, como el día que dio su primera comunión.

No obstante, también vivió situaciones terribles. La peor de todas, solamente comparada con el miedo actual que siente por la pandemia, fue cuando rescató a su mamá en el terremoto de Managua de 1972. Ana ya era actriz y el encargado de la televisora donde trabajaba, al enterarse que su mamá estaba en Nicaragua, le dijo que se montara en un avión de la Cruz Roja por 72 horas para buscar a su mamá. “Sola así la pude sacar”, dice Ana.

De su familia nicaragüense solo sabe que su abuelo se llamaba Ramiro Solórzano y su abuela Carmen Manzanares, originaria de Chinandega. En Nicaragua no tiene familia ni propiedades. Lo que más le gusta de este país son las hamacas, los loros, la comida, la fiesta y “la alegría de la gente”. Lo que no le gusta es hablar sobre política. “Mi papá fue cómico de políticos y por eso juré no hablar de eso. Yo estoy muy enterada de lo que pasa en Nicaragua, pero detesto hablar de política”.

Con su amiga nicaragüense Ligia, unos años más tarde. LAPRENSA/Cortesía

Actriz

Dina Solórzano, madre de Ana, también se separó de Luis Felipe Argüello y regresó a México. Entonces en esos días, la niña se le escapaba a su mamá, que no quería que fuera artista, para ir a Televicentro, lo que hoy se conoce como Televisa. Empezó como modelo, hasta que se convirtió en la primera representante de México en Miss Mundo, en 1963.

En este certamen fue descalificada porque tenía 17 años de edad. “Me pidieron mi pasaporte y se dieron cuenta que yo tenía 17 años, era menor de edad, ¡Se armó un escándalo!”, dijo Ana en su cuenta de Instagram a inicios de este año.

Este episodio fue olvidado rápidamente porque al regresar recibió su primera oportunidad como actriz en la película Marcelo y María. Desde entonces ha participado en más de 40 películas y 30 telenovelas. “He tenido muchísima suerte… En estos años a los proyectos les ha ido regular, bien, o han sido exitazos, pero nunca ha habido un fracaso”, dice.

–¿Cómo se ha adaptado a personajes de madres y abuelas si usted nunca ha tenido esa experiencia?- le pregunto.

– Yo decidí desde muy joven que no tendría hijos. Cuando las parejas terminan del chongo (se agarran de los pelos), los que sufren son los niños. Traer hijos al mundo es un proyecto de vida. Mi generación vivió la liberación de la mujer en los años 60, fue como una revolución, las pastillas anticonceptivas, todo eso que se está viviendo ahora.

En las entrevistas que brinda, Ana Martín nunca ha hablado de sus parejas. Jamás ha mencionado los nombres con las personas que ha estado. Muchos de ellos, dice, ahora son hombres casados, con hijos y nietos, y no le parece ético. Ante la insistencia de los entrevistadores, siempre responde: “Yo he andado con el país entero y uno que otro extranjero”. Eso sí, aclara, que no ha tenido ninguna relación sentimental con ningún político. “Eso quiere decir que soy muy inteligente, porque detesto a los políticos”.

Tiene 58 años de carrera artística. LAPRENSA/Cortesía.

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